jueves, 18 de mayo de 2017

Energía y dinero


Pedro Prieto, en Crisis Energética, recoge un intercambio de opiniones entre Nate Hagens y el grupo de reflexión sobre la transición energética que dirige Ugo Bardi, llamado Energy Transition. He intentado rescatar de él unicamente lo que me ha parecido más esencial. Aún así es un poco largo. Para los amantes de lo extenso queda el texto original. Para los que intentamos leer en diagonal recomiendo atender a unas pocas ideas básicas.

A modo de recordatorio:
  • Cualquier incremento constante de una magnitud, por mínimo que sea, implica un crecimiento exponencial que en algún momento se dispara de modo incontenible y agota los recursos disponibles.
  • La energía es un recurso limitado. No solamente en valor absoluto, sino en la capacidad extractiva por unidad de tiempo, y su ritmo de consumo ha de acompañar necesariamente al de producción.
  • Según la Ley del mínimo de Liebig el crecimiento no es controlado por el monto total de los recursos disponibles, sino por el recurso más escaso. La energía por lo tanto, como recurso necesario para el crecimiento, es un factor limitante. Limitante y limitado.
  • La tasa de retorno energético, cociente entre la cantidad de energía total que es capaz de producir una fuente y la que es necesario emplear para obtenerla, disminuye con el tiempo por la dificultad creciente de explotar cada recurso energético, puesto que siempre se parte de lo fácil y la dificultad aumenta progresivamente. Cuando la tasa llega a la unidad se igualan la energía invertida y la obtenida y el recurso deja de ser explotable.
  • El efecto rebote señalado por la Paradoja de Jevons hace que a medida que el perfeccionamiento tecnológico aumenta la eficiencia con la que se usa un recurso, es más probable un aumento del consumo de dicho recurso que una disminución. Esto implica que la introducción de tecnologías con mayor eficiencia energética puede, a la postre, aumentar el consumo total de energía.
  • La ley de los rendimientos decrecientes afirma que en todos los procesos productivos, añadir más de un factor productivo mientras se mantienen los otros constantes dará progresivamente menores incrementos en la producción por unidad. Complejizar los procesos no aumenta el rendimiento.
  • Redunda en esto la ley de disminucion tendencial de la tasa de ganancia que relaciona la plusvalía obtenida con el capital invertido. Para incrementar la producción se emplea más capital fijo, y la composición orgánica del capital incluye el fijo y el variable, luego cada vez más capital se invierte en los procesos productivos para obtener ganancias. Cuando la tasa de plusvalía aumenta también lo hace la tasa de ganancia, pero cuando la composición orgánica del capital aumenta, la tasa de ganancia disminuye; así que para compensar esta disminución se reduce aún más el capital variable, aumentando la tasa de plusvalía a costa de la fuerza de trabajo. Se desglosa aquí el proceso.
  • En un sistema de libre empresa si cesa la ganancia cesa la inversión, incluyendo la dedicada a la investigación. Incluso se abandona la prospección, al acudir los capitales a sectores coyunturalmente más rentables, incluyendo los puramente especulativos. Esto lo estamos presenciando hoy mismo en directo con la quiebra de empresas dedicadas al fracking, al bajar los precios del petróleo con la crisis del consumo.
En resumidas cuentas, el capitalismo es un sistema que no puede dejar de crecer sin colapsar, pero a partir de un momento dado no puede crecer más. Entonces se produce una crisis y vuelta a empezar. Hasta ahora, después de cada crisis el crecimiento ha sido mayor que antes. Cuando la presión de los trabajadores ha logrado disminuir la tasa de plusvalía, la tasa de ganancia se ha mantenido a costa de la mayor explotación de los recursos naturales y la mejora tecnológica. Ahora, cercanos ya los límites del crecimiento, el recurso vuelve a ser aumentar la tasa de explotación. Como además la tecnología ahorra mano de obra, abunda la mano de obra excedente y barata. Es corriente ya trabajar el doble para ganar la mitad.

Si el capitalismo está fracasando ahora, ya lo hizo antes el socialismo real, que pretendió emular al sistema capitalista por la vía difícil de un desarrollo acelerado y relativamente aislado del comercio mundial. En realidad, ese fracaso fue el de un capitalismo de Estado, que cada vez se ha ido pareciendo más al liberal en los temas económicos, y que en lugar de controlar el crecimiento lo ha desbocado. El caso de China es paradigmático.

No quiere esto decir que el socialismo real no presentara mejoras notables respecto al capitalismo salvaje. La sanidad de cobertura universal y el pleno empleo fueron logros notables, luego emulados en occidente, por el temor al contagio, con el estado de bienestar. La planificación de la economía no es poca ventaja frente al ciego mercado, pero el sesgo brutalmente crecentista causó verdadero estragos en la naturaleza.

Se unen hoy dos factores, que en realidad son el mismo, para proclamar la necesidad de un socialismo sin crecimiento (¡no sin desarrollo, que no es sinónimo!). De un lado, la degradación del medio natural; de otro, el agotamiento de los recursos, y de los energéticos en primer lugar.

La ley de Liebig se entiende muy bien con la imagen que sigue. Si cada duela del tonel es un recurso, por más que alarguemos los otros el factor limitante (la duela más corta), impide llenarlo más.


En el texto que sigue no se niegan las mejoras tecnológicas, pero se reconoce su papel limitado para la resolución del gran problema. 

No tiene sentido contraponer el progreso tecnológico y el freno al crecimiento. Ambas cosas son necesarias, pero el progreso tecnológico, si contribuye, como advirtió Jevons, a facilitar la producción y aumentar el consumo, es una senda equivocada. El progreso tecnológico en manos del capitalismo es un arma mortal.

Ocurre con esto como con la polémica entre renta básica y trabajo garantizado, de la que me he ocupado aquí entre otras discusiones. No creo que se trate de políticas contradictorias, sino complementarias. Concibo la renta básica como un mecanismo de emergencia, pero que en poco tiempo tendría efectos negativos si no se van implementando en seguida políticas de empleo (público) que garanticen el derecho al trabajo para quien quiera trabajar. Y con él, la obligación de trabajar para todo el que pueda hacerlo.

Los paneles fotovoltaicos pueden ser un progreso tecnológico útil, como lo sería la renta básica, pero son simples paliativos si nos limitamos a reformar un capitalismo agonizante.

Sigue un extracto de lo publicado en Crisis Energética.





¿QUÉ SUCEDERÍA SI LOS PANELES FOTOVOLTAICOS FUESEN GRATUITOS?



Crisis Energética

El pasado 25 de septiembre, Nate Hagens envía un mensaje al grupo de reflexión sobre la transición energética que dirige Ugo Bardi, llamado Energy Transition, donde existe una gran mayoría de personas que creen en una solución, al menos parcial, para el futuro de la Humanidad, con energías renovables.

Lo que ahora transcribo a continuación, traducido al castellano, para los lectores de Crisis Energética y de la revista 15/15\15, con el permiso de Nate Hagens y de Ugo Bardi, es el intercambio de opiniones que se ha producido.

Espero con ello contribuir a profundizar el debate sobre nuestro futuro energético, donde sigue habiendo toda una amplia gama de posturas, desde los muy pesimistas y apocalípticos hasta los muy optimistas y creyentes en las modernas energías renovables, pasando por una variedad de posturas intermedias, que moderan ambos extremos.
(...)

El mayor falso supuesto sobre el que se apoya la sociedad moderna es que el dinero y la energía son intercambiables y que todos los dólares pasados, presentes y futuros (o yenes o euros, etc.) son iguales y serán los bienes que el dinero representa. Hasta 1971, los EE. UU. (y los demás países) tenían sus divisas completamente vinculadas a la realidad física; esto es, que no sólo la deuda del gobierno era nuestra deuda, sino TODO el dinero existente. Estamos ahora en una situación en la que la OCDE (descontando los derivados financieros, que son en su mayoría simplemente hipotéticos y no suponen reclamaciones sobre activos físicos) tiene unos 300 billones (300*1012) de dólares de lo que “la gente cree que posee” en términos de stocks, bonos, depósitos, dinero, etc. de la OCDE, frente a los 80 billones de lo que se denominan “ingresos” del PIB mundial anual. Es el mayor esquema de estafa piramidal (esquema Ponzi) que jamás se haya visto en este (u otro) planeta.

Cuando vemos ahora la infraestructura -vieja y nueva-, suponemos que es toda igual, pero se puede marcar con etiquetas invisibles de forma diferente, que se podrían colocar sobre cada bien, dependiendo de cuándo se construyó. Por ejemplo, se podrían catalogar de fuertes, medianos y débiles, dependiendo de la salud subyacente de las divisas que había en el momento en que se crearon. Así, la infraestructura física, ya vieja, construida en los años 70 podría considerarse como “fuerte”, ya que la salud de las divisas y el dinero con que se pagaron y construyeron tenían una gran cantidad de energía y recursos que respaldaban las reclamaciones monetarias. En el periodo 1990-2010, esa nueva infraestructura podría etiquetarse como “moderada” o mediana, ya que las divisas y activos financieros comenzaron a volverse más tenues, debido a que la Ameba comenzó a elegir dinero apalancado -no calórico- para acceder a las calorías reales.

Pero ahora, estamos en un mundo en el que los bancos centrales gestionan los mercados globales con garantías del tipo “demasiado grandes para caer”, con tasas de interés artificialmente bajas, con “quantiitative Easing” o expansión cuantitativa (*) y pronto el denominado dinero “de helicóptero” (**) y la exención de impuestos a los pobres y después a los ciudadanos de clase media, y eso significará que la nueva infraestructura podría etiquetarse como de tipo “mediano-débil” o incluso “débil” porque la capacidad para hacer frente, es decir pagar de vuelta el capital tomado para hacerla está cada vez más en riesgo. Por tanto, el dinero que financió esos bienes e infraestructuras es de una naturaleza que cada vez se parece más al juego de las sillas, aunque la gente lo ignore.

Este trasfondo se apoya en algunos falsos supuestos claves de nuestras sociedades. He aquí algunos de ellos:
  • Nuestra productividad se debe al ingenio humano y a su trabajo y capital (Falso; se debe fundamentalmente a ir añadiendo energía primaria)
  • El dinero mueve a la sociedad (Falso; es apenas un marcador de quien controla o dirige la energía) 
  • La energía es simplemente otro bien más (Falso; un barril de petróleo tiene la energía potencial de 450.000 dólares de trabajo en EE. UU., y en la actualidad se vende a 42 $)
  • Un aumento de la demanda crea la propia oferta (Falso; la energía cuesta energía -y otros materiales-)
  • La (mejora de la) eficiencia puede compensar los aumentos de precio (Falso; a) por el rebote de Jevons y b) un coste triplicado deja en pañales a un 30% de aumento de la eficiencia)
  • La tecnología puede compensar el agotamiento de los recursos (Falso; en la mayoría de los casos, la tecnología es apenas un vector que lo que hace es aumentar la espita energética de la Ameba)
  • Los bancos son simples intermediarios (Falso; los bancos crean dinero de la nada)
  • La deuda es neutral para las economías (Falso; a medida que la TRE disminuye con el tiempo, sucede lo mismo con la productividad de la deuda. Ahora generamos bastante menos PIB por cada dólar de deuda que lo que solíamos. Cuando el nivel llegue a cero, estaremos transmutando riqueza en ingresos)
  • Los costes energéticos se pueden medir en dólares (Falso; los consumidores pagan hoy 45 $ por barril de petróleo, pero un simple pozo nuevo (de petróleo de esquistos o lutitas, N. del T.) en Dakota del Norte requiere 100 vagones llenos de arena y 1.200 camiones cisterna de agua dulce (datos de 2014, que quizá hayan mejorado algo desde entonces).
  • La energía y el crecimiento económico global pueden desacoplarse (Falso; la civilización tiene un metabolismo que se encuentra actualmente en torno a los 7,1 mili vatios por dólar de 2005 (Nota: traigo aquí a colación al Dr. Louis citando a Tim Garret sobre la relación fija entre creación de riqueza y energía; no es “creación” de riqueza, sino solo “riqueza”) 
etc. 

Por tanto ¿Qué sucedería si los paneles fotovoltaicos fuesen gratuitos? 

¿Qué sucedería si los paneles fuesen gratuitos? Es un subconjunto de la pregunta “¿Qué sucedería si la energía solar fuese gratuita?”, que a su vez es un subconjunto de “¿Qué sucedería si la electricidad fuese gratuita” y éste a su vez es un subconjunto de “¿Qué sucedería si la energía fuese gratuita?” Supongo que la mayoría de los que acceden a esta lista reconocerían que si le energía fuese gratuita, los 7.300 millones consumiríamos el planeta en un santiamén. Sería como si a la Idiocracia le tocase la lotería. No hemos madurado todavía ni de lejos como especie para disponer de energía libre o gratuita. Apenas quedaría alguna ardilla o algún caribú suelto en una generación y poco más. El superorganismo explotaría (y luego implotaría)

Es fácil desentrañar el pequeño subconjunto de “¿Qué sucedería si los paneles fotovoltaicos fuesen gratuitos?” 

Como dije en mi correo original, “libre” podría ser “energéticamente libre”, lo que significa que quien quiera que fuese podría darnos mágicamente tantos paneles como deseáramos. O “monetariamente libre”, que significaría que no tenemos que pagar por los paneles solares. Si sigo especulando, creo que la lógica podría aplicarse suficientemente a los escenarios siguientes: 
  • Dispararía con carácter inmediato el crecimiento económico y crearía empleos que no sólo serían del sector de las instalaciones solares, sino de todas las cadenas de suministro vinculadas a ellos en ambas direcciones, tales como la minería del8 cobre, del vidrio, el silicio, la maquinaria de construcción, hoteles, restaurantes, etc.
  • Dado que la electricidad es sólo el 20% del consumo energético y los paneles solares son sólo una fracción del coste de generar electricidad de forma estable las 24 horas del día y los 365 días del año, el beneficio económico sería positivo, pero limitado. Y ni de lejos suficiente para generar el crecimiento que exige el pago de las deudas que la Ameba ha ido acumulando a lo largo de los últimos 40-50 años. Ello, por no mencionar el coste del almacenamiento de energía que es mayor que el de los paneles fotovoltaicos en sí en este momento y que además tienen una vida útil muy limitada. ¿Creamos entonces una red inteligente internacional con enormes inversiones en energía y materiales o construimos una red gigante de baterías que deberán ser reemplazadas cada diez años? ¿Con qué elementos? Para empezar, no hay suficiente litio, y probablemente tampoco níquel, para las baterías de níquel-hierro. Aunque obviamente si se pudiese eliminar la necesidad de la carga de base, quizá esto pudiese cambiar. 
  • Si fuesen gratuitos, nos orientaríamos naturalmente a desarrollar nuestro bíceps izquierdo (el solar eléctrico), mientras el resto de nuestro cuerpo (el petróleo, las cadenas globales de suministro, las tendencias del comportamiento humano) permanecería en el viejo paradigma. Desde luego, podrían darse algunos cambios en algunas de las actividades que actualmente se realizan con combustibles líquidos que podrían pasar a hacerse de forma eléctrica. Pero no (tan fácilmente) en otras, como los plásticos, productos farmacéuticos, lubricantes, minería pesada, transporte a larga distancia, etc. Recomiendo encarecidamente la presentación de David Fridleys (del minuto 7 al 33) sobre las cadenas globales de suministro y la infraestructura no eléctrica. 
  • Podría haber también un problema con la producción de alimentos. Actualmente, el 80% del nitrógeno de nuestros cuerpos y el 50% de las proteínas proviene indirectamente del gas natural mediante el proceso de Haber Bosch. Ahora bien, una alternativa, de haber paneles fotovoltaicos gratuitos, podría ser la de crear hidrógeno... quizá almacenarlo como amoniaco y transportarlo en esta forma, algo que sería difícil de elevar de escala, también porque los actuales sistemas fotovoltaicos son una pequeña parte de la inversión que habría que realizar. Pero ¿podría ser el trozo de pastel neto significativamente mayor con paneles fotovoltaicos gratuitos? Mi impresión es que alrededor de un 10% mayor.
(...)

¿Qué es lo que trato de decir? Pues que los paneles solares fotovoltaicos, el aislamiento de los edificios, los nuevos desarrollos en eficiencia, los impuestos sobre el carbón, etc. son grandes ideas que tienen que ser puestas en marcha y pronto. Pero al mismo tiempo son todos “mecanismos secundarios”; que si se desarrollasen hoy, solo servirían para engordar al superorganismo global y dejarían en el aire las cuestiones del crecimiento y de la baja entropía. Sólo después de de que hubiese un (improbable) despertar cultural o de que nos estrellemos contra la pared y (más probablemente) reaccionemos, podríamos entonces utilizar de forma efectiva la energía solar (y otras) para reducir nuestro impacto en el planeta. Es decir que la Ameba es ya tan enorme y poderosa, que tratar de salir de ella dando sólo este paso, es una receta segura par terminar cocidos al vapor. La única posibillidad es dar dos o tres pasos adelante intentando alcanzar un camino con menos energía (proveniente de las fósiles). Los “paneles solares fotovoltaicos gratuitos” (o como es en la realidad, energía solar competitiva en lugares adecuados) es apenas un paso adelante. Tenemos que cambiar los valores, las instituciones, las aspiraciones de la gente y hacer cambios drásticos en nuestros sistemas socio-económicos. Después es cuando necesitaremos energía solar fotovoltaica barata (¡o gratuita!).

Hemos encontrado al enemigo y ha resultado ser el superorganismo. Es toda una ironía que los aspectos más relevantes de la transición a las energías renovables resulten no tener nada que ver con las energías renovables

Enfrentarse a un superorganismo no resulta fácil y de alguna forma es contraintuitivo, pero creo que es la única forma para que se pueda salvar lo que nos queda de mundo natural.
Y si se trata de charlar en las conferencias sobre el clima, ya no tenemos tiempo que gastar y no nos podemos permitir el BAU. Lamento que este texto haya resultado más largo de lo esperado, pero creo que si los extraterrestres nos regalasen los paneles fotovoltaicos (o los aerogeneradores) lo que sucedería después puede ser un ejercicio interesante para analizar hacia dónde tenemos que dirigir nuestros esfuerzos.
 
(...)
_______________________

(*) Expresión que identifica a una herramienta no convencional de política monetaria, utilizada por algunos bancos centrales para aumentar la oferta de dinero, aumentando el exceso de reservas del sistema bancario, por lo general mediante la compra de bonos del propio Gobierno central para estabilizar o aumentar sus precios y con ello reducir las tasas de interés a largo plazo. Esta medida suele ser utilizada cuando los métodos más habituales de control de la oferta de dinero no han funcionado; como cuando la tasa de interés de descuento o la tasa de interés interbancaria están cerca de cero. N. del T.

(**) Es una política monetaria donde los bancos centrales distribuyen dinero directamente a toda la población, en lo que puede llamarse un dividendo de ciudadania o una distribución del señoreaje futuro. La idea se hizo popular por el economista estadounidense Milton Friedman en 1969; comenzando en 2012, los economistas han llamado también a esta idea “expansión cuantitativa para la gente”

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