lunes, 4 de julio de 2016

Marxismo y ciencia (VI)

La sexta parte del artículo de Monserrat Romero Alarcónsigue a continuación de la quinta, dedicada a la economía. Ahora toca el turno de puntualizar las diferencias metodológicas que separan, al tiempo que las conectan, las ciencias sociales y las ciencias positivas.

Las ciencias sociales pueden abordarse con dos ópticas diferentes. Por un lado, la tradición naturalista, que pretende convertirlas en ciencias semejantes a las de la naturaleza más maduras, con sus leyes susceptibles de formulaciones axiomáticas conducentes a modelos abstractos. Por contra, la tradición historicista, basándose en el carácter único de las sociedades, pretende hacer reconstrucciones detalladas de las mismas que no ignoren datos psicológicos, económicos y sociales.

Ciertamente, el descenso a las sociedades concretas requiere un previo ascenso a las abstracciones, lo que resalta un planteamiento analítico riguroso que sin embargo no puede olvidar que la abstracción, necesariamente, simplifica y esquematiza la realidad y no puede aplicarse imprudentemente para extraer leyes que sean luego de aplicación más allá de sus límites.

Pretender que todo lo que no pase por el aro de los planteamientos cientifistas es ideología es precisamente un panideologismo, una deformación que puede conducir a afirmar, por ejemplo, que todo hecho de conocimiento debe incluir de un modo explícito una posición en torno a la lucha de clases.

También es importante hacer una distinción clara entre las ciencias reales y las formalesSacristán, como buen lógico, critica que se trate a la lógica formal como ideología, y no como disciplina positiva o especial. La lógica formal no puede ser un punto de vista para la captación del mundo por la sencilla razón de que no es una ciencia real, sino una ciencia formal; no se refiere directamente a la realidad, sino a la captación de la realidad o a modelos materiales muy simples que pueden construirse en la realidad recortando ésta de un modo muy artificial.

Texto tomado del blog de Antonio Olivé.







Una clarificación epistemológica desarrollada por Manuel Sacristán
Monserrat Romero Alarcón


2. Dialéctica, economía y metodologías
Ningún profesor de economía o de sociología que no sea un poco raro gustará de exponer textos que se parecen más a Isaías que a Durkheim o Walras. Puro moralismo, como dicen.
Sacristán, 1983b

(...)

La importancia de las metodologías de las ciencias sociales.

Se trata de identificar la fundamentación de estas metodologías en sus dos tradiciones: la naturalista y la historicista. La primera tradición, “aspira a un conocimiento social de conformación metódica semejante al de las ciencias de la naturaleza más maduras: expresable bajo leyes, susceptible de formulación axiomática o matemática, con modelizaciones fuertemente abstractas, carente –tentativamente– de restricciones temporales, etcétera”. [20] Por su parte, “la tradición historicista reclamaría para las «ciencias de la cultura» (…), para las ciencias «ideográficas» (…), un estilo peculiar, habida cuenta el carácter singular, único (…), de sus objetos de investigación: las sociedades. Estilo que antes que por la modelización pasaría por las reconstrucciones históricas detalladas que no aislasen los datos psicológicos, económicos o sociales –de ahí su rechazo de constructos como el homo economicus” (Ovejero, 1987). [21] Siguiendo con las ideas de Ovejero, destaca el planteamiento que el autor realiza sobre la tradición naturalista diciendo que: “en su aspiración a una ciencia de leyes, la tradición naturalista encontrará sus mejores valedores en el siglo XX menos entre científicos sociales que entre los filósofos de la ciencia herederos del Círculo de Viena, punto de referencia fundamental en la formación epistemológica de Manuel Sacristán al que se mantendrá fiel (…)”.

Sin embargo, Ovejero afirma que “la crítica a la «pasión teoreticista», aunque comparte motivos historicistas, no va acompañada –y ahí está el matiz importante, la diferencia con la escuela histórica– del desprecio por el programa de las leyes sociales, sino por el reconocimiento de sus limitaciones: precisamente por operar con abstracción de propiedades, con segmentos de la realidad, la modelación permite conocer el funcionamiento de determinado plano analítico. Ahora bien, cuando se trata de conocer una sociedad concreta ese paso necesario por las abstracciones, por los productos intelectuales que nos proporcionan las distintas ciencias, es paso necesario, inevitable –a diferencia de lo que pensaban los historicistas que despreciaban ese conocimiento y pretendían un paso directo, empático– (…)” (Ovejero, 1987).

No obstante, “la tradición naturalista, aunque de mejor calidad técnica, siempre tiene en su horizonte intelectual los modelos explicativos de las ciencias de la naturaleza, corolario obligado de su seña de identidad básica, la tesis de la unidad metodológica de la ciencia, y de la apreciación atinada del eficaz funcionamiento de aquellas ciencias (más discutible es la inteligencia con la que se interpreta este dato). En los años en que una epistemología confiada y autocomplaciente –los años de la prepotencia popperiana– se atrevía administrar los títulos de ciencia entre unos científicos sociales en permanente crisis de fundamentos, que escuchaban a los filósofos con oído atento y talante sumiso, Manuel Sacristán no aceptó el papel de nuevo cardenal Belarmino: sabía demasiada ciencia social como para creer que la «inmadurez» de ésta –como venían a decir, con más o menos matices, los positivistas– fuese una simple consecuencia de no aplicar el «método científico»”. De esta manera, el marxista español, “pudo percibir las inflexiones importantes en la evolución del pensamiento social, sin dejarse sugestionar por las recurrentes «modas» intelectuales tan frecuentes en disciplinas en donde los filtros de selección son enormemente permeables a la charlatanería” (Ovejero, 1987).

Asimismo, Ovejero enfatiza que: “la capacidad excepcional en nuestro siglo de participar en las dos lecturas de las ciencias sociales explica lo que se podrá llamar la tolerancia con buen sentido de Manuel Sacristán. [22] La participación de este autor “en las dos tradiciones de las ciencias sociales ayuda, cuando menos, a entender algunas de sus sensibilidades políticas y éticas y de sus simpatías culturales” (Ovejero, 1987). Así, las dos tradiciones metodológicas de las ciencias sociales permiten identificar en algunos intelectuales su ubicación política en el propio terreno del conocimiento. Por ejemplo, la actitud de Lukács en cuanto a la tradición naturalista no se puede expresar más que como un panideologismo, entendido como una deformación de la tradición historicista de las metodologías de las ciencias sociales, la cual consiste en creer que todo hecho de conocimiento debe incluir de un modo explícito una posición en torno a la lucha de clases.

Por ejemplo, Marx no incurrió en este tipo de deformación de la tradición historicista ya que durante toda su vida intelectual –en algunas etapas más que en otras– utilizó la ciencia económica para poder explicar y conocer al capitalismo, y al hacer su fórmula de tasa de ganancia recurrió a los datos estadísticos de los Libros azules del Parlamento Británico, como cualquier científico, dejando de lado aquella frase donde despreciaba los promedios por no contener el sudor de los trabajadores, la sangre que derramaban éstos, etcétera. Pero no olvidemos también a aquellos científicos que incurren en el neopositivismo, los cuales afirman que cualquier planteamiento que contenga el tema de la lucha de clases es pura metafísica o filosofía, ya que carece de planteamientos formalizados axiomáticamente. [23] En este sentido, creen que sólo la ciencia a través de su método analítico-reductivo puede explicar la realidad.

Del panideologismo de Lukács, Sacristán critica el que trate a la “lógica formal no como una disciplina positiva o especial, sino como una ideología. La lógica formal no puede ser un punto de vista para la captación del mundo por la sencilla razón de que no es una ciencia real, sino una ciencia formal; no se refiere directamente a la realidad, sino a la captación de la realidad o a modelos materiales muy simples que pueden construirse en la realidad recortando ésta de un modo muy artificial” (Sacristán, 1967). Además, “es para Lukács (…) toda la teoría económica burguesa posterior a Ricardo mera ideología apologética (…), y lo mismo es para él, en general, toda disciplina teórica especializada que no incluya explícitamente una concepción del mundo. Hoy día, desesperados por la evidente crisis del pensamiento revolucionario, bastantes sectores, por lo demás muy valiosos, del movimiento socialista tienden a reproducir este esquema ideologizante que construyó Lukács por los años veinte y no ha abandonado nunca, aunque ahora no lo explicite y hasta lo someta a crítica cuando lo trata como objeto” (Sacristán, 1967). [24] 

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NOTAS

[20] Por ello Sacristán dice que “el análisis reductivo practicado por la ciencia tiene regularmente éxito. Es un éxito descomponible en dos aspectos: por una parte, la reducción de los fenómenos complejos a nociones más elementales, más homogéneas y, en el caso ideal, desprovistas de connotaciones cualitativas (…). Por otra parte, en análisis deductivo posibilita a la larga la formación de conceptos más adecuados, aunque no sea más que por la destrucción de viejos conceptos inadecuados” (Sacristán, 1964).

[21] “El historicismo había nacido desde la ciencia social y, con independencia de la desigual calidad de la formulación metacientífica historicista, es indiscutible que la mayor parte de los argumentos sobre los que se vertebra son problemas específicos de las ciencias sociales” (Ovejero, 1987).

[22] Es importante destacar que “la otra veta de Manuel Sacristán, la racionalista, hizo que su reflexión político-ecológica (…) no se sustentase en desprecio ignorante de la ciencia o en actualizaciones refinadas del «buen salvaje», ni pusiese en el centro de esa reflexión estimaciones esteticistas, místicas o nostálgicas. Al revés, su ecologismo era racional y antropocéntrico, porque no podía ser de otro modo, porque el peligro es de supervivencia de la especie humana, no de mantenimiento de los equilibrios ecológicos per-se” (Ovejero, 1987). Véanse López Morales, 2007 y Osorio Ramírez, 2007 para un análisis de las cuestiones ecológicas.

[23] Sacristán menciona que “conceptos fundamentales como la perspectiva general de paso a otra sociedad, una sociedad emancipada sin los fenómenos característicos de las sociedades de clases, entre ellos la lucha de clases para empezar (…), como la perspectiva del comunismo, son para una economista académico pura metafísica, a lo sumo, poesía mal hecha, sin ningún valor de conocimiento”. Aunque, “mientras tratándose de cuestiones concretas y limitadas en el espacio y el tiempo, economistas marxistas y no marxistas pueden entablar una discusión con pleno sentido científico, sin abandonar ni uno ni otro el plano de lo científico, en cambio, cuando se trata de cuestiones de fundamento, de conceptos fundamentales o de cuestiones de perspectiva no, se mueven en discursos diferentes” (Sacristán, 1977).

[24] “El materialismo histórico, que perfectamente se podría utilizar con fines reaccionarios o conservadores; puesto que, como puro conocimiento es praxeológicamente neutral”. Es un grave peligro que “por obra de los intelectuales, Marx se convierta en un mito” (Sacristán, 1968a).

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Bibliografía


López Morales, Carlos A. (2007), “La ecología política y el marxismo: consideraciones analíticas y programáticas”, ponencia presentada en “Marxismo, economía y ecología. Seminario sobre algunos aportes de Manuel Sacristán”, Seminario de Credibilidad Macroeconómica, FE-UNAM, marzo-abril.

Osorio Ramírez, Arturo (2007), “¿Conduciría la restricción ecológica a un comunismo homeostático?”, ponencia presentada en “Marxismo, economía y ecología. Seminario sobre algunos aportes de Manuel Sacristán”, Seminario de Credibilidad Macroeconómica, FE-UNAM, marzo-abril.

(Ovejero, 1987).Ovejero, Félix (1987), “Las dos culturas de las ciencias sociales en la reflexión de Manuel Sacristán”, mientras tanto núm. 30-31, mayo, Barcelona.

Sacristán, Manuel [MSL] (1964), “La tarea de Engels en el Anti-Dühring”, en MSL, 1983a.

— (1967), “Sobre el uso de las nociones de razón e irracionalismo en Lukács”, en MSL, 1983a.

— (1977), “Sobre economía y dialéctica”, en MSL, 2004.

— (1968a), “Por qué leer a Labriola”, en MSL, 1983a.

— (1983a), Sobre Marx y marxismo. Planfetos y materiales I, Icaria Editorial, Barcelona.

— (2004), Escritos sobre El capital (y textos afines), editan Fundación de Investigaciones Marxistas/ El Viejo Topo, Barcelona.

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