jueves, 30 de julio de 2015

Calabazadas contra la pared

El diario El País se desayunaba esta mañana con estos tres titulares, de una tacada:
India superará a China y se convertirá en el país más poblado en 2022. La población mundial alcanzará los 9.600 millones en 2050, según la proyección de la ONU
Santander logra un beneficio de 3.426 millones hasta junio, un 24% más. El beneficio en España alcanzó los 771 millones de euros, un 50% más
Telefónica duplica su beneficio y revisa al alza sus previsiones para 2015. La compañía estabiliza sus ingresos en España en mayo (+0,1%) y junio (+0,2%), por primera vez desde 2009

Como se ve, leña al mono, que es de goma. Pero el mono ya no estira más. Estamos en el penúltimo día y seguimos creciendo.






martes, 28 de julio de 2015

Geopolítica

Los imperios que creó el capitalismo mercantil fueron marítimos, desde el portugués en adelante. Antes de eso, el imperio romano, capitalista a su manera, lo fue también. Y encontró sus límites y puntos débiles en las fronteras terrestres. Y acabó cayendo, víctima de su desmesura.

Los imperios anglosajones, sin fronteras terrestres que defender (los Estados Unidos, invulnerables por el norte y por el sur, se pueden considerar insulares), se sintieron invulnerables, protegidos por el hinterland del ancho océano.

Pero otra cosa es, llegados a las costas ultramarinas, ir mucho más allá. La masa continental de Eurasia es inatacable mientras no se enfrente a sus pueblos entre sí. Eso es precisamente lo que las prósperas clases dominantes de los imperios insulares han buscado siempre.

Y en ello siguen.

Ahora tienen también, en las cosas de su ultramar, muchas fronteras terrestres que defender. Y muchos países que desmenuzar. Pero ¡ay! su limes es ya demasiado largo...






Rebelión




El geógrafo inglés Sir John Mackinder desarrolló la Teoría del Heartland, según la cual para controlar el mundo no basta con controlar las vías marítimas, como creía la mayoría de los británicos, sino que se debe controlar la inmensa masa de tierra, rica en recursos naturales e inaccesible por mar, que él llamó Eurasia, el Corazón del Planeta, su Heartland. Su teoría establece que en el territorio que se extiende entre los ríos Volga y Yangtze y desde el Himalaya hasta el Ártico, con una superficie de 53.000.000 km², se puede aprovechar mejor las comunicaciones terrestres y el poder marítimo tiene menos importancia que el terrestre, y que la nación que lo conquiste se convertirá en una potencia mundial.

En esta teoría Mackinder expresó su visión del mundo, que iba a influir en la política exterior británica durante varias décadas, y formuló las bases de la geopolítica, o sea el estudio de cómo la realidad física-geografía de cada país determina las decisiones que sus gobernantes toman respecto a los problemas políticos que enfrentan, ya que el clima, la vegetación y la ausencia o abundancia de recursos naturales, bajo ciertas circunstancias, inciden en el destino de pueblos, naciones e imperios.

Mackinder escribe que en el siglo XIX se dio la rivalidad estratégica, llamada “El Gran Juego”, entre Rusia, que controlaba el Corazón del Planeta e intentaba llegar a las aguas cálidas del Índico, y Gran Bretaña, que desde la India enfrentaba este peligro. De ahí que la actual política inglesa, y la del IMG (imperialismo mundial globalizado), encabezado por los EE.UU., se fundamente en evitar que Alemania y Rusia se alíen para controlar Eurasia, pues ello implicaría la constitución de un imperio contrario al orden mundial establecido por ellos. De esta manera, las guerras modernas se han desarrollado, en lo fundamental, con esta finalidad.

Aproximadamente un siglo atrás comenzó la Primera Guerra Mundial o la Gran Guerra. Este conflicto terminaría con la mayoría de los regímenes existentes en ese entonces y reordenaría el mundo. Los imperios Austro-Húngaro, Alemán y Otomano serían eliminados a favor de las potencias vencedoras, el imperio inglés, el francés y el imperialismo norteamericano, que, como siempre, sacó buena tajada a poco costo.

Dentro del Imperio Ruso hubo sectores que se opusieron a que Rusia entrara en guerra contra Alemania, Rasputin encabezaba esta opinión, pero luego de ser eliminado por el príncipe Yusupov, agente inglés, la participación de Rusia en la Gran Guerra se volvió inevitable. Rusia debió también desintegrarse, tal cual estaba planificado, pero pese a sus grandes pérdidas humanas y a la prolongada y sangrienta Guerra Civil que la asolara, sobrevivió y se fortificó, aunque vestida de rojo.

Poco antes de que terminara la Gran Guerra se produjo la Revolución Rusa, en cuyo interior hubo dos grandes posiciones: la de Stalin y la de Trotsky. Según Stalin, el socialismo podría construirse en Rusia por tratarse de un país gigantesco y con muchos recursos naturales, para lo cual era necesaria la dictadura del proletariado; en cambio Trotsky postuló la tesis de la revolución permanente, según la cual la revolución en un país atrasado como Rusia no podía sobrevivir a menos que la revolución triunfara en los países más avanzados del mundo. La verdad es que tras estas discusiones, aparentemente bizantinas, se ocultaban los intereses de dos fracciones: la de Trotsky, que a la postre debía conducir a la disolución de la URSS y, por ende, la del imperio ruso, y la de Stalin, que, al consolidar la revolución socialista en la URSS, abría la posibilidad de que el imperio ruso resucitara algún día. Stalin triunfó, y Trotsky, luego de ser expulsado del partido comunista, se exilió y formó la IV Internacional. Posteriormente fue acogido por México donde fue asesinado por Ramón Mercader, un personaje oscuro de la historia.

En 1932, al completar la Unión Soviética su Primer Plan Quinquenal, con el que surgieron miles de industrias pesadas, la posibilidad de que el IMG la estrangulara económicamente se redujo a cero. Estados Unidos y Gran Bretaña decidieron recurrir a la guerra, para lo cual auspiciaron la subida de Hitler al poder y emprendieron la militarización acelerada de Alemania.

Al actuar así, el IMG seguía a su manera la Teoría de Mackinder: controlar Eurasia mediante la desintegración de Rusia. Para ello impulsaron la Guerra Civil Rusa, en la que participaron activamente, luego invadieron el territorio ruso y financiaron las luchas intestinas al interior de la Revolución Bolchevique. Al fracasar en todas estas intervenciones se jugaron la carta Adolf Hitler, al que apoyarían para que tome el poder absoluto en Alemania, para luego empujarlo a que arriesgase el todo por el todo en el intento de apoderarse del corazón de Rusia, con el pretexto de conquistar el “espacio vital” para la “raza superior alemana”.

Al mismo tiempo en que se nombraba Canciller al primer líder anticomunista de la gran burguesía mundial, Hitler, quien ordenaría la represión del movimiento obrero alemán como parte de su aporte a la salvación del sistema capitalista, en la URSS era derrotada la tesis de la revolución permanente, se consolidaba la dictadura del proletariado y los monopolios extranjeros hacían grandes inversiones en la economía militar alemana, con cuyas armas Hitler habría de emprender la agresión a la Rusia Soviética, para retornarla al capitalismo en calidad de territorio colonial conquistado.

Un claro ejemplo del apoyo que obtuvo Hitler de parte de la alta burguesía alemana, aliada del IMG, lo da Hjalmar Schacht, un político y financiero alemán que le ayudó a reunir fondos para sus campañas políticas y que en 1932 se pasó el año entero convenciendo a los banqueros alemanes de que el mejor candidato para el cargo de Canciller era Hitler, lo que logró al conseguir que los 17 industriales y banqueros más poderosos de Alemania dirigieran una carta al presidente Hindenburg exigiéndole que nombrara a Hitler Canciller.

Una vez en el poder, Hitler nombró a Schacht presidente del Reichsbank y luego, Ministro de Economía del Tercer Reich. Desde este cargo desarrolló una política militarista en las inversiones públicas, especialmente le dio impulso a la construcción de autopistas estratégicas y encaminó la economía alemana hacia el sector vinculado a la defensa. Schacht desempeñó un papel más importante que Hitler, sólo que tras bastidores. Por razones nunca bien explicadas, Schacht no figura en la lista de criminales de guerra, a cuya finalización, como si no fuera culpable de nada, retornó muy orondo a la vida profesional para fundar la firma Schacht GmbH en Dusseldorf.

Después de ser nombrado Canciller, Hitler conformó el Consejo General de la Nueva Alemania compuesto por Krupp, dueño de las más grandes acerías; Simens, magnate de la electricidad; Thyssen, magnate de las minas de carbón del Ruhr; Schrodar, banquero vinculado a los capitales de los EE.UU.; Reinhardt, Presidente del Consejo de Observación del Banco Comercial; Fisher, Presidente de la Asociación Central de Bancos y de Compañías Bancarias. Este organismo fue el que realmente gobernó Alemania y en él se hallaban las fuerzas que empujarían al mundo a la Segunda Guerra Mundial, una especie de revancha alemana. Fueron estos magnates los que dictaron la política interna y externa de Alemania Nazi, Hitler lo único que hizo fue cumplir sus órdenes. Es igual a lo que pasa ahora en los EE.UU., donde sus presidentes, sean demócratas o republicanos, cumplen órdenes de los monopolios norteamericanos.

En 1937, en los EE.UU. el New Deal tenía graves problemas, todas las iniciativas del Presidente Roosevelt fracasaban y el país se hundía en la crisis. La economía estadounidense funcionaba sólo un poco mejor que en los peores momentos de la Gran Crisis de 1928-1933; la situación se mantuvo sin mejoras hasta que la guerra despejó el panorama. La Segunda Guerra Mundial fue la tabla de salvación del capitalismo estadounidense.

Antes de esta guerra se habían dado: La más sanguinaria invasión de la historia, la del Japón a China, con cerca de treinta millones de muertes; la “misión civilizadora” de Mussolini en Etiopía, en esa época llamada Abisinia; el rompimiento del Tratado de Versalles por parte de Alemania; la Guerra Civil Española, con la que el General Franco, apoyado por Hitler y Mussolini, aseguraría la pertenencia de España al eje Berlín-Roma, en contra de la alianza de Inglaterra y Francia; el “Anschluss”, o sea la transformación de Austria en una provincia del III Reich; el Pacto de Münich, que permitiría a las tropas alemanas entrar a Checoslovaquia ante la mirada indiferente de los “garantes”, Inglaterra y Francia, que no movieron un dedo para prestar la mínima ayuda al gobierno de Praga. Luego de estos “bocadillos”, Hitler, que no se sentía lo suficientemente fuerte como para lanzarse contra la URSS, tal como esperaba el IMG, decidió primero apoderarse del resto de Europa, para lo cual exigió a Polonia la devolución del Corredor Polaco, la entrega el puerto de Dánzig y la concesión de facultades para construir autopistas y líneas férreas por el territorio polaco.

El 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia y, oficialmente, comenzó la Segunda Guerra Mundial, la misma que, después de la derrota de Polonia, se convertiría en la llamada “Guerra Boba”. El ejército anglo-francés, que no hizo nada por Polonia, continuó sin hacer nada mientras Alemania concentraba sus tropas en la frontera de Francia y siguió sin hacer nada cuando Alemania se apoderó de Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica y Luxemburgo. En mayo de 1940, las tropas motorizadas alemanas rompieron las líneas defensivas francesas y llegaron a las costas de la Mancha; el Ejército Inglés fue evacuado desde Dunquerke; las tropas nazis desfilaron por los Campos Elíseos; el mariscal Petain formó un gobierno, que se rindió a Alemania, y las fábricas de automotores, de aviación, de productos químicos y metalúrgicas comenzaron a trabajar para la industria bélica de Alemania. Lo mismo pasó en todos los países ocupados.

En diciembre de 1940, Hitler firmó la orden para desarrollar un conjunto de medidas políticas, económicas y militares, que se conocerían como Plan Barbarossa. En él se contemplaba la destrucción de la URSS en tres o cuatro meses. Sus principales metas eran Moscú, Leningrado y las regiones industriales de la zona central. A fines de abril de 1941, la dirección político-militar de Alemania Nazi estableció el 22 de junio de ese año como la fecha definitiva para el ataque a la URSS. El alto mando alemán estaba tan seguro del éxito de este plan que para después de su cumplimiento planificaba la toma, a través del Cáucaso, de Afganistán, Irán, Irak, Egipto y la India, donde esperaban encontrarse con las tropas japonesas. Creía también que se les uniría España, Portugal y Turquía. Dejó para después la toma de Canadá y los EE.UU., con lo que Alemania Nazi lograría el dominio del mundo.

Antes de ordenar el inicio del Plan Barbarossa, Hitler esperó ponerse de acuerdo con Gran Bretaña para crear un frente común contra la Unión Soviética. Para ello el segundo hombre fuerte de la Alemania Nazi, Rudolf Hess, voló a Escocia y se arrojó en paracaídas cerca de la residencia del Duque de Hamilton; buscaba la paz con el Reino Unido, para dividir entre ellos las esferas de influencia del mundo.

La madrugada del domingo 22 de junio de 1941 se dio inicio al Plan Barbarossa. Un ejército jamás visto por su magnitud, experiencia y poderío, se lanzó al ataque en un frente de más de 3.500 kilómetros de extensión, desde el mar Ártico en el norte hasta el mar Negro en el sur. Era un total de 190 divisiones, cinco millones y medio de soldados, 4.000 tanques, 4.980 aviones y 192 buques de la armada nazi.

La Segunda Guerra Mundial, en cuyo comienzo el triunfo del nazi-fascismo parecía ineludible, se dio en lo fundamental en el frente soviético-alemán, donde se libraron las más decisivas batallas que dieron el viraje radical de la guerra y resquebrajaron la espina dorsal de la Werhmacht, las Fuerzas Armadas de la Alemania Nazi, la más poderosa fuerza militar de la historia. De las 783 divisiones alemanas derrotadas durante esta guerra, 607 lo fueron en este frente, donde también fueron abatidos 77.000 aviones y destruidos 48.000 tanques y 167.000 cañones, así como 2.500 navíos de guerra, lo que significó el completo descalabro de la Alemania Nazi.

El Ejército Soviético, luego de reponerse de sus primeras derrotas, obtuvo las victorias de Moscú, Stalingrado, Kursk, Bielorusia, Varsovia, Budapest, Ucrania, Rumania y, después de liberar a una veintena de países del yugo fascista, comenzó a batallar por Alemania. Al mismo tiempo, el 6 de junio de 1944 se produjo el desembarco Aliado en Normandía. Un impresionante enjambre naval, compuesto por 5.339 barcos, copó las aguas del Canal de la Mancha en la mayor operación naval que registra la historia. El 19 de agosto de 1944 se produjo el levantamiento de París. Las tropas aliadas se dirigieron rápidamente a la capital francesa y entraron en ella cuando las fuerzas de la resistencia francesa ya la habían liberado.

El 17 de enero de 1945, los soviéticos forzaron el Vístula y luego de cruentos combates libraron Varsovia. Para fines de enero cruzaron la frontera polaca-alemana de 1938. El 25 de abril, en la región de Torgau, sobre el río Elba, las tropas soviéticas y las aliadas entraron en contacto y se produjo una verdadera fiesta de amistad entre los soldados de ambos ejércitos. El 30 de abril, Hitler contrajo matrimonio con Eva Braun, escribió dos testamentos, uno personal y otro político, mató a lo único que de verdad llegó a querer en su vida, su perro “Blondi” y, aparentemente, se suicidó. El 1 de mayo fue tomado el Reichstag. El 2 de mayo Berlín se rindió ante los soviéticos; el 9 de mayo de 1945 los combates cesaron en Praga y la guerra terminó luego de 1.418 jornadas de denodados combates.

Finalizaba una contienda en la que fallecieron cerca de 60 millones de seres humanos, de los que 27 millones de muertos y 60 millones de mutilados eran soviéticos. La Alemania Nazi destruyó en la URSS 1.710 ciudades, 70.000 aldeas, 32.000 empresas industriales, 65.000 kilómetros de vías férreas, 98.000 cooperativas agrícolas, 1.876 haciendas estatales, 6 millones de edificios, 40.000 hospitales, 84.000 escuelas. Las perdidas totales de la Unión Soviética fueron de unos tres billones de dólares (un tres seguido de doce ceros), algo de lo que, en mi opinión, la URSS jamás se recuperó y que, a la postre, generó la causas para su autodestrucción.

Terminada la Segunda Guerra Mundial, en Bretton Woods se reunió la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, que reguló el Sistema Financiero Internacional. Allí se establecieron las reglas para el comercio entre los países del mundo, se creó el BM, el FMI, se estableció el dólar de moneda de intercambio internacional, se adoptó el patrón oro-divisas, en el que sólo tenían respaldo oro los EE.UU., que se comprometían a mantener su valor en 35 dólares la onza (ahora vale 1.300) y se les concedía la facultad de intercambiar “dólares por oro a ese precio sin restricciones ni limitaciones”. Los demás países debían fijar el precio de sus monedas en relación con el dólar. Con este convenio, los EE.UU. conquistaron el mercado mundial para sus exportaciones y obtuvieron el libre acceso a las materias primas más importantes del planeta. Al negarse la URSS a ratificar el tratado de Bretton Woods, por considerarlo lesivo para su soberanía, Occidente cerró todo tipo de cooperación con ese país y levantó una “cortina de hierro” a su alrededor, lo que dio inició al período llamado Guerra Fría.

Fue la Guerra de Viet Nam la que provocó el quiebre del sistema acordado en Bretton Woods, pues para financiarla los EE.UU. emitieron más dólares de lo debido, al extremo de que en la actualidad nadie, ni siquiera el mismo Banco de la Reserva Federal, sabe cuántos dólares circulan por el mundo. En 1966, el General De Gaulle, Presidente de Francia, exigió la devolución de oro por las reservas francesas en dólares, lo que provocó pánico en las finanzas mundiales, pues si todos los tenedores de dólares exigían lo mismo no habría oro con que responder a dicha demanda. La situación se complicó tanto que Nixon, en agosto de 1971, eliminó la convertibilidad del dólar en oro. Desde entonces, cada vez que los EE.UU. tienen déficit, la FED emite dólares, que presta al gobierno de los EE.UU., que a su vez le paga con bonos, que la FED coloca en la banca mundial, de manera casi obligatoria.

A partir de la Coexistencia Pacífica, propugnada por Jruschov, el comercio entre los sistemas capitalista y el socialista facilitó a los altos miembros de la nomenclatura comunista la participación en chanchullos, con la correspondiente apertura de cuentas secretas en los bancos de Occidente; así nacieron las mafias al interior del Socialismo Real. Se buscó luego el momento preciso para nombrar a un nuevo papa, crear el movimiento Solidaridad y, por fin, impulsar la Perestroika; lo demás es historia conocida, la URSS fue derrotada casi sin disparar un tiro. Desde la desintegración del Sistema Socialista en Europa y la resurrección de Rusia, se vive una paz precaria que en cualquier momento se puede convertir en guerra de verdad, con el empleo indiscriminado de armas de destrucción masiva.

Tras el colapso de la URSS, se formó un vacío geopolítico en el centro de Europa que los EE.UU., mediante la OTAN, ocuparon para obtener el control hegemónico del mundo. Los sectores políticos de la ultraderecha norteamericana pidieron a gritos la destrucción de Rusia, pues su sola existencia obstaculizaba el saqueo de las enormes riquezas de Eurasia. Desintegrar Rusia (lo mismo que hicieron con Yugoslavia y la Unión Soviética) fue el siguiente paso a dar y parte del engranaje de esta rueda macabra; desaparecería así el único competidor serio y obtendrían de esta manera el predominio absoluto sobre todos los países del planeta.

Entonces intervino el FSB, organismo que sustituyó al KGB tras la desintegración de la Unión Soviética y que es la cúspide de la pirámide del poder ruso. Con su soporte, Putin asumió la presidencia; le correspondió gobernar un país que se desmoronaba y, para evitarlo, creó el todopoderoso Ministerio de Seguridad, su bastión básico de apoyo. Desde ahí profundizó la persecución a los oligarcas y recuperó para Rusia los bienes robados por las mafias extranjeras. Este hecho regresó al mundo a la Guerra Fría, sólo que solapadamente. Para buena suerte de Putin, le “tendió la mano” George W. Bush. La aventura de Irak no sólo favoreció a las petroleras de Texas sino que incrementó el poderío ruso gracias a los elevados precios del petróleo.

Desde hacía mucho tiempo que Rusia era un enorme bocado para las multinacionales. Posee riquezas que nadie puede arrebatarle por la fuerza y que para obtenerlas hay que convivir con ella, algo que no desean porque desde siempre la han tratado como al odiado enemigo, al que todavía miran con suspicacia y de reojo. La verdad es que cuando en Occidente la critican por su falta de democracia, libertad y autonomía de la justicia, en realidad están conspirando para robarle sus recursos naturales.

Durante largos años, los rusos habían imaginado que la libertad de los países occidentales era un ente político superior, que valía la pena conseguir y digerir; la consiguieron, la probaron y comprobaron que su propio mejunje era mejor. Por eso, Putin controla tan fácilmente ese país, porque el ciudadano medio no quiere volver a vivir bajo un régimen oligárquico mafioso, como el que casi lo deja sin resuello.

La política de Putin evitó la desintegración de Rusia, pero su posición independiente causó la reacción histérica de Washington y de sus vasallos; esto hace suponer que lo que ha pasado ha sido una desagradable sorpresa para ellos. ¿Podrá Rusia encabezar un movimiento independentista, que cree un mundo multipolar? La posibilidad es muy alta si no hay una nueva guerra mundial.

Desde 1 de enero de 2015 funciona la Unión Económica Euroasiática (UEE), en la que participan Kazajistán, Bielorrusia y la Federación Rusa; posteriormente se incorporaron a este mercado Armenia y Kirguistán y fueron invitados a que se unan Turkmenistán, Tayikistán y Uzbekistán. A nivel geopolítico, con la formación de los mercados de la UEE, del BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) y de la Organización de la Cooperación de Shanghái (OCS), se trata de establecer un desafío estratégico por parte de los países de estos bloques, que busca reducir la influencia de los EE.UU. en la política mundial. Estos organismos, al cooperar entre sus socios en pos del beneficio mutuo y basar las relaciones entre sus miembros en el respeto de sus correspondientes soberanías y al no obligarlos a actuar en contra de sus propios intereses, como hace el IMG, se han convertido en el mayor desafío para el mundo unipolar, también juega ese mismo rol el acercamiento de Rusia y la América Latina.

Por eso el IMG, en su intento por aislar a Rusia y derrotar al UEE, al OCS y al BRICS, arma a los nazis de Kiev, oculta sus crímenes, les permite, en contra de los resoluciones acordadas en Minsk, bloquear y bombardear indiscriminadamente, todos los días, la región del Donbass, impide a sus títeres de Kiev negociar con los líderes de Donetsk y Lugansk y les autoriza para que nombren gobernador de la provincia de Odesa al ex Presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, para que éste, igual a lo que ya hizo en Osetia del Sur y Abjasia, agreda a los rusos del Transniester. De esta manera, con el enfrentamiento que se produciría entre la OTAN y Rusia, el IMG generaría una nueva guerra mundial que le resolvería la crisis actual.

Mackinder predijo, cuando el transiberiano no tenía la importancia actual, que los ferrocarriles intercontinentales iban a modificar las condiciones del poder terrestre, que Asia se iba cubrir con vías rápidas que superarían las posibilidades del comercio interoceánico, que allí se iba a desarrollar un nuevo y gran mundo económico que integraría Europa y Asia. Al convertirse China en la primera economía mundial pudo dar aire a esta teoría y lanzar por el suelo la de que el poder marítimo genera el poder global. Mientras que, con este propósito, los EE.UU. y los ingleses construyeron costosas flotas marítimas, los chinos van a establecer través de toda Eurasia una red de líneas férreas de alta velocidad, que permitirán el transporte rápido y barato de grandes volúmenes de mercancías. China va a construir, con un costo de 230 mil millones de dólares, la línea de alta velocidad más larga del mundo. Por ella los trenes viajarán en pocos días desde Pekín hasta Moscú o desde Shangai hasta Lisboa. Rusos y Alemanes se han unido a los chinos para construir a través de Kazajistán, en la antigua Ruta de la Seda, el “Puente Euroasiático Terrestre”, por el que viajarán contenedores con productos manufacturados que irán desde China hasta Alemania en la mitad del tiempo que actualmente toma transportar estas mercancías por barco. De esta manera, los chinos trasladarán el centro del poder desde la periferia marítima, controlada por el IMG, al interior de Eurasia, controlada por ellos y revertirán a favor suyo el actual poder geopolítico del mundo.

Para cerrar con broche de oro estos planes de crecimiento regional, China ha creado el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, que es la alternativa al Banco Mundial, controlado por los EE.UU. Pese a la presiones de Washington para que nadie se uniera a este proyecto, hasta ahora han firmado como socios fundadores catorce países, entre los que se hayan Alemania, Gran Bretaña, Australia y Corea del Sur, aliados cercanos de los EE.UU.

La VII Cumbre de los BRICS realizada en la ciudad de Ufá, Rusia, indica que este bloque se revitaliza en un mundo convulsionado, de bajo crecimiento económico. Sus planes económicos anticipan la creación a nivel mundial de una estructura financiera nueva, encabezada por el Banco de Desarrollo de los BRICS. Se trata de constituir un orden internacional diferente al que el mundo ha conocido a partir de la caía del Muro de Berlín. Peliaguda tarea la que se han propuesto, pero ya está en marcha.

Según Mackinder, “Quien gobierne el Corazón Continental dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará la Isla Mundo; quien gobierne la Isla Mundo controlará el mundo.” Si China logra desarrollar su proyecto, será inevitable su dominio político y económico a nivel mundial.

El gobierno estadounidense, por carecer de la visión geopolítica de Mackinder, no ha entendido la importancia de los cambios que tienen lugar en Euroasia. Brzezinski, el antiguo asesor de Seguridad Nacional de los EE.UU., concuerda con Mackinder respecto a la importancia de Eurasia y critica la ineptitud geopolítica de los EE.UU. por no comprender que quien domine Eurasia controlará la región más productiva del planeta, que es allí donde se encuentra el eje mundial del poder.

Por eso la desesperación del IMG, que intervino en Afganistán, Irak, Libia y Siria buscando derrotar por carambola a rusos y chinos, sin lograrlo, por lo que su estrategia actual consiste en salir de esos países y concentrar sus fuerzas en la cuenca del Pacífico para así controlar a China, luego de derrotar a Rusia en Ucrania.

Pero como reza el dicho: El que mucho abarca, poco aprieta. 

Nenúfares

Lo que se explicaba en este vídeo, se puede entender rápidamente con un ejemplo:







Rebelión

Resulta vergonzoso y grotesco oír a ciertos comunicadores negar la evidencia que el mundo científico, a través del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) ha denunciado repetidas veces, en cuanto al progresivo y en algunos casos, irreversible cambio climático que se está dando en nuestro planeta por la acción humana, con el grave peligro para la supervivencia de nuestra especie. Existe otra posición, aún más peligrosa que la anterior, que no niega el cambio climático pero lo minimiza diciendo, que cuando de verdad exista el peligro se actuará, habrá tiempo para reaccionar.

Estos últimos deberían reflexionar sobre el enigma aritmético del nenúfar: Se coloca una hoja de nenúfar en un estanque. Cada día la hoja, y después todos sus descendientes, se duplican. En el día que hace treinta, el estanque está completamente cubierto por hojas de nenúfar, que ya no puede crecer más. ¿Qué día estaba el estanque medio lleno y medio vacío de hojas de nenúfar? El día veintinueve

viernes, 24 de julio de 2015

Echar el freno

Entrevista al economista Óscar Carpintero

Óscar Carpintero (Valladolid, 1972), doctor en Economía y profesor de la Universidad de Valladolid, plantea que es un autoengaño seguir apostando por el crecimiento ante la urgencia del cambio climático. Por ello, defiende la necesidad de una transición hacia una economía ecológica.

Esta viñeta, tomada del blog de Walter Pengue, muestra la resistencia a abandonar el modelo consumista, pero ¿y si es el modelo el que te abandona a ti?



























-¿Qué alternativas existen al modelo económico neoliberal?

-La economía como ciencia social admite diferentes miradas. En este último siglo y medio se ha puesto de manifiesto que el modelo económico neoclásico es injusto, genera pobreza y graves problemas ambientales. De entre los enfoques críticos, la economía ecológica intenta que por primera vez se incorporen las limitaciones físicas y ecológicas al funcionamiento de la economía. Considera que el sistema económico está dentro de un sistema más amplio que es la biosfera. Por eso es necesario tener en cuenta que los recursos naturales y el consumo de bienes y servicios también.

-El cambio climático es una consecuencia de ese crecimiento ilimitado. ¿Hemos tocado techo?

-El cambio climático es el ejemplo más claro de esa extralimitación en la explotación de los recursos naturales. Hemos superado la capacidad de absorción de los gases de efecto invernadero procedentes de la quema de combustibles fósiles e incrementado la temperatura del planeta.

-Sin embargo, el modelo actual mantiene que la tecnología nos permitirá superar la escasez de recursos y seguir creciendo.

-Nuestro sistema económico pone la esperanza en la tecnología como solución a la crisis ecológica, pero la tecnología exige al mismo tiempo más cantidad de recursos minerales. Ya hemos sobrepasado el cenit del petróleo convencional, en 2006, y el de algunos minerales estratégicos está próximo. Y por el lado de los residuos, somos incapaces de cerrar el ciclo, seguimos contaminando. Conviene recordar a uno de los economistas ecológicos más importantes del siglo XX, Nicholas Georgescu-Roegen, que decía que no sólo la energía es importante, también los materiales.

Estamos inmersos en una crisis ecológica, social y económica en la que se sigue hablando del crecimiento como solución Los recursos disponibles son de peor calidad y los combustibles fósiles que quedan, si los explotamos, tendrían un impacto ambiental de tales dimensiones que sería el colapso de la especie humana en el planeta. Estamos inmersos en una crisis ecológica, social y económica en la que se sigue hablando del crecimiento como solución. Es la pescadilla que se muerde la cola.

-¿El uso de energías renovables podría paliar la falta de recursos?

-La transición del modelo energético hacia fuentes renovables exige la utilización de muchos minerales y metales estratégicos. Por tanto, mantener el consumo energético actual con fuentes renovables no sería posible. No tenemos tanto teluro o tierras raras en cantidades tan importantes para generar de forma renovable el volumen de energía que nos proporcionan los combustibles fósiles. Por primera vez, este sistema económico está chocando contra sus límites. El capitalismo es insostenible.

-¿Y cómo va a ser ese cambio?

-Esa transición se va a dar con menos recursos energéticos. En la historia de la humanidad, cuando pasamos de las sociedades de cazadores y recolectores a las sociedades agrarias, y de éstas a las industriales, el consumo de energía per cápita se incrementó. Pero en la actualidad, la transición de este sistema económico a otro modelo se va a producir en un contexto más duro, con una reducción en las unidades de energía y de materiales disponibles.

Por tanto, seguir planteando escenarios de crecimiento económico es un autoengaño. Lo que se está haciendo es retrasar la discusión sobre las estrategias de reducción y distribución y mayor justicia en el reparto de los recursos, y los problemas ambientales.

-Pero países como China, India o Brasil reivindican su derecho a crecer y contaminar.

-En muchas zonas del planeta hay millones de personas que no tienen satisfechas sus necesidades más básicas, y en esos casos va a tener que aumentar la producción de bienes y servicios. Pero eso va a exigir medidas drásticas en los consumos de los países mal llamados desarrollados. En la actualidad, los países pobres no participan en términos de igualdad en los recursos, y en cambio participan desproporcionadamente en los costes ambientales en la producción de esos bienes y servicios con destino a los países ricos.

Porque, por ejemplo, ¿podemos consumir más móviles y ordenadores a los precios que pagamos? Eso está apoyado en unos costes de producción en los países pobres que hace que nosotros paguemos precios bajos.

No se me ocurre ninguna razón por la que un ciudadano chino o de un país africano tenga que cobrar un salario por hora cien veces inferior al de un español, un francés o un alemán. Y si eso no fuese así, ¿cuánto costaría un móvil?

-¿Por qué es necesario retirar el indicador del Producto Interior Bruto (PIB) como un referente económico?

-Las tres últimas décadas ponen de relieve que el PIB no es un buen indicador de bienestar. Es conocido que prácticas que son ambientalmente muy dañinas aumentan el PIB y prácticas que son ambientalmente beneficiosas no. Cuando usamos el coche sube más el PIB que cuando utilizamos la bicicleta.

Cuando bebemos agua embotellada aumenta el PIB más que cuando la bebemos del grifo. Junto a esa ceguera ambiental que tiene el PIB, también hemos descubierto que a partir de un determinado umbral de renta en los países ricos, en torno a los 10.000 dólares per cápita, ésta no está relacionada con el bienestar subjetivo que percibe la gente.

El PIB no es un buen indicador de bienestar. Tendremos que centrarnos en aquellos indicadores que miden la desigualdad o el grado de deterioro ecológico Tendremos que centrarnos en aquellos indicadores que están relacionados con el bienestar, los indicadores que miden la desigualdad o el grado de deterioro ecológico.

Se ha estudiado que, por ejemplo, en los países donde hay niveles de igualdad importantes, porque hay buenos servicios públicos y porque hay buenas políticas de distribución, el bienestar subjetivo de la población es muy elevado. O que en aquellos países en los que el deterioro ecológico es menor y las condiciones de bienestar de la población son elevadas, la percepción del bienestar subjetivo es alto.

Los niveles de desigualdad se pueden medir con el índice Gini [medida diseñada por Corrado Gini], o cómo serían las políticas económicas si el objetivo fuera reducir la huella ecológica [impacto ambiental del consumo y los residuos]. Es necesario transitar hacia otro modelo económico sostenible con el medio ambiente y las personas.

-¿Qué papel juega la economía feminista en todo esto?

-Una parte muy importante que sostiene la economía y la sociedad es el trabajo que se realiza al margen de los círculos mercantiles. Es lo que se llama trabajo de reproducción. El análisis de esos trabajos de reproducción de cuidados ha sido objeto de estudio de las economistas feministas con análisis muy lúcidos.

Cuando hay que poner sobre la mesa cuánto trabajo se realiza en una sociedad, la economía convencional aplica las horas desempeñadas desde el punto de vista mercantil. Pero en un circuito mercantil, cuando hablamos de la política redistributiva, no sólo hay que distribuir el trabajo, sino distribuir el empleo (trabajo remunerado) y también el trabajo no remunerado, el doméstico.

Y en esas políticas redistributivas, una parte de la población, la inmensa mayoría mujeres, se vería sustancialmente mejorada si somos capaces de redistribuir las cargas de trabajo que afectan a la vida de todos: al trabajo de cuidados, doméstico, y por tanto, al sostenimiento de la vida. La importancia del trabajo doméstico en el mantenimiento de la vida ha sido subrayado por parte de la economía feminista. Si en el balance no incluimos esto, entonces no llegaremos a una sociedad justa.

-¿En qué tendríamos que incidir para cambiar el modelo económico?

-Hay tres dimensiones a tener en cuenta: la sostenibilidad ambiental, la igualdad y las políticas para reducir las desigualdades y la democracia económica, permitir mayores cuotas de poder a la población.

Habría que plantear con rigor y radicalidad la transición a otro sistema. Tenemos que tener claros los objetivos, estrategias y medios para alcanzarlo. Y sabemos cómo poner en marcha un cambio de modelo energético hacia la sustitución de las energías fósiles por las renovables, con el acento en la reducción del consumo y la eficiencia energética; sabemos cómo podríamos alimentarnos sin poner en riesgo la salud de las personas y los ecosistemas con métodos de producción de agricultura ecológica; cómo tendríamos que diseñar ciudades más habitables para que tengan en cuenta las necesidades de las personas y no las de los vehículos privados; cómo redistribuir la renta con criterios más justos, gravar a quienes tienen más recursos, y eludir los fraudes fiscales masivos y los paraísos fiscales. Tenemos herramientas.

Sabemos cómo poner en marcha un cambio de modelo energético hacia la sustitución de las energías fósiles por las renovables, con el acento en la reducción del consumo y la eficiencia energética También hay herramientas para gobernar las finanzas de otra manera, para poner en marcha mecanismos de banca pública al servicio de la sociedad y no de una minoría. En economía no es una persona, un voto: hay personas que por sus recursos cuentan como millones de votos y otras que no cuentan nada.

-¿El momento actual es una oportunidad?

Los momentos de crisis siempre son una oportunidad. El problema es que la mayoría de las crisis recientes han servido, más que para cambiar, para reforzar las viejas estructuras.

A nivel económico español, y europeo, ahora estamos en un momento crucial. Ante la demanda de democracia de Grecia, la balanza puede inclinarse para cambiar las estructuras de fondo y favorecer a la mayoría de la población. Y a ello pueden ayudar mucho las enseñanzas de economistas heterodoxos (minoritarios en la Academia y los medios de comunicación), que no sólo supieron anticipar mejor la crisis, sino que llevan proponiendo medidas para avanzar por derroteros más sostenibles ambientalmente y justos socialmente.

Un modelo insostenible
Agricultura
Alimentamos con combustibles fósiles y recursos agotables actividades que antes eran sostenibles, como la agricultura y la ganadería.
Consumo 
Mil millones de personas consumimos los recursos naturales a costa del resto del mundo, unas dinámicas que no son sostenibles.
Residuos 
“El capitalismo es una potente máquina de producir residuos”, dice Carpintero, que mantiene que deberíamos articular la producción sobre flujos renovables.
Justicia social
Debemos tener en cuenta las condiciones de producción en los países pobres y los precios que pagamos aquí por los productos que se fabrican allí. 

lunes, 20 de julio de 2015

La crisis griega y el fin del crecimiento

Artículo que Antonio Turiel publica en su blog The Oil Crash y que relaciona directamente la crisis griega con el fin del crecimiento.

Antonio Turiel es científico titular en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC. Se dedica a la investigación de fenómenos no-lineales, particularmente de la turbulencia, y de la oceanografía física por medios de teledetección. Es experto en análisis de la señal y de la imagen. Es además secretario del Comité Ejecutivo del Barcelona Expert Center, centro que asesora a la Agencia Espacial Europea en el desarrollo y mejora de algoritmos de la misión SMOS de observación de la Tierra.

Aunar conocimientos tanto sobre el análisis teórico de los fenómenos caóticos como sobre sistemas de información geográfica y llevar ambos campos a su práctica investigadora, lo conduce casi inevitablemente a preocuparse por los recursos naturales menguantes y a centrarse en el análisis de la sostenibilidad de nuestra sociedad, para lo que tiene una autoridad indudable.

Quien lea este artículo comprenderá la comparación de los almogávares con los servidores del capital. Porque cuando no es posible producir el sustento la necesidad lleva a robar. El sustento del capital es el beneficio, que lo obliga a crecer. El capital muere si no crece. Sin crecimiento real, le queda el despojo progresivo a través de sus instrumentos financieros.

Los almogávares eran pastores trashumantes del norte peninsular, convertidos en saqueadores al perder el acceso a sus pastos de invierno con la invasión musulmana. Fueron más tarde la fuerza más temible cuando el reino de Aragón emprendió sus conquistas en Grecia. El antiguo sometimiento de los griegos por fuerzas mercenarias y el nuevo saqueo tienen causas semejantes que, sin que eso suponga justificación, explican lo que ocurre en situaciones de estrés social.

Llegué a este artículo a través de Jorge Riechmann y su blog tratar de comprender, tratar de ayudar. Doy las gracias a ambos.

Los nuevos almogávares saquean Grecia otra vez





















Queridos lectores,

Hace no tantos siglos como nos gustaría, en esa época en la cual las naciones europeas estaban aún forjándose, cada vez que las arcas de sus amos se vaciaban los ejércitos de conquista de estas naciones solían financiarse mediante el saqueo y el pillaje de las poblaciones donde guerreaban. A veces, la perspectiva de conseguir un buen botín hacía que los asaltantes mantuvieran largos asedios de las amuralladas ciudades, que acababan por caer más por razón del hambre que por las escaramuzas militares. En algunas ocasiones, los defensores se resistían a su destino final y, quizá movidos por la desesperación, lanzaban un osado ataque a los sitiadores con la esperanza de romper el asedio; en los muchos casos en que esta medida precipitaba la caída de la ciudad, el saqueo se volvía más despiadado, con un peaje de víctimas indefensas superior al que los asaltantes se habrían cobrado si el arrojo de los asediados no les hubiera enardecido y el rencor por las propias bajas sufridas no los hubiera cegado de furia. Así los pueblos frecuentemente asediados aprendían una dura lección: por mal que causase el pillaje final, a veces era muy inferior al que sobrevenía si te resistías.

Estos días pasados me han venido a la cabeza estas imágenes de asedios medievales (y no tanto) al leer tantas noticias sobre lo que está pasando en Grecia y ver cómo evoluciona la situación de este país aún europeo y reputado como la cuna de la democracia.

Asumo que están Vds. al tanto de las principales noticias, así que me permitirán que haga un resumen de los hechos con un enfoque un tanto diferente al que han oído en los noticieros de estos días.

Como comentábamos en un reciente post, la ratio de endeudamiento público al PIB de Grecia ha crecido a buen ritmo durante los últimos años, hasta llegar a ser el 177% del PIB de ese país. Y eso ha pasado a pesar de que los sucesivos gobiernos de ese país (incluyendo el tecnocrático que se impuso en 2011 con un golpe de Estado blando) han aplicado a rajatabla el recetario que le ha ido marcando el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea (a veces travestida de "EuroGrupo" o grupo de ministros de finanzas de la UE). Estos tres organismos se han constituido en una especie de organismo tripartito, denominado en la prensa "la troika", que esencialmente está representando los intereses económicos de los grandes poderes económicos que tienen la mayoría de la deuda griega (y de otros países). En vez de representar los intereses de una mayoría de ciudadanos, esta troika está representando a los intereses privados de una minoría, eso sí, muy poderosa.

El caso es que los griegos, cansados de tantos recortes y tantas medidas de austeridad (como también lo están tantos ciudadanos europeos, de Londres a Berlín, de París a Dublín, de Madrid a Lisboa, y de Roma a Bruselas), decidieron confiar en un nuevo partido, Syriza, calificado habitualmente al menos en los medios españoles de "izquierda radical" (aunque si uno mira su programa parece más bien socialdemocracia bastante clásica pero, eso sí, democrática, que parece que es eso lo que ya no se lleva). Y resulta que ese Gobierno nombró como ministro de economía a Yanis Varoufakis, doctor por la universidad de Essex, profesor de economía en varias universidades del Reino Unido, Australia y últimamente de Atenas, y por encima de todo un autor reputado por su condena del ultraliberalismo económico que asfixia el mundo. Así que cuando este profesor asumió el cargo pensó que se podía convencer a la troika con argumentos lógicos y razonados de que las medidas que estaban imponiendo a los griegos eran un suicidio económico y que llevarían a una situación de endeudamiento insostenible; y que por el contrario otra política haría viable la economía griega y el pago razonable de la deuda. Tras muchos encontronazos con los responsables de la troika llegó el momento de renegociar un paquete de deuda que Grecia tenía contraída con el FMI y que vencía el 30 de Junio de 2015.

Renegociar, según la troika, consistía en pedir un nuevo crédito (con su plazo de vencimiento y sus intereses) para poder pagar la deuda que vencía. Pero, como cualquier hijo de vecino puede darse cuenta, financiar deuda vencida con más deuda es la receta segura hacia el desastre, pues los intereses hacen crecer la cantidad adeudada a un ritmo exponencial. Pues no se engañen: si la deuda supone ahora el 177% del PIB de Grecia no es porque los griegos sean unos manirrotos o unos vagos. Los ejemplos concretos de abusos y despilfarro cometidos por administraciones griegas, que por lo demás podrían encontrarse por toda la geografía europea si se toman la molestia de buscarlos, se convierten en los medios de comunicación en categorías universales, como si esos excesos explicasen todo el drama griego; pero no es verdad. Lo que verdaderamente ha llevado la deuda pública griega a la estratosfera (y también lo que la hace crecer enormemente en los demás países europeos) son dos factores: por un lado, el absurdo de financiar deuda con más deuda, y por el otro, la transferencia de deuda privada de los bancos hacia el sector público mediante el truco aberrante de pedir prestado a bajo interés al BCE para después prestarlo al estado griego a un interés mayor.

El gran pecado de Varoufakis fue creer que, porque tenía la razón de su lado, podría argumentar con un discurso construido a fuerza de datos y hechos y mostrando un plan alternativo y viable que llevaría a Grecia a un futuro mucho mejor de lo que le proponía la troika. Lo que se encontró delante fue un ejército de matones disfrazados de ministros y altos funcionarios que hacían el trabajo sucio a ciertos intereses que en realidad no son los de ninguna nación, sino los del gran capital. Como él mismo contaba en una reciente entrevista, daba igual lo que dijera y que hasta sus interlocutores reconocieran que Varoufakis tenía razón: iban a machacarle. Con la opinión pública europea en contra, retratados por los medios occidentales como poco menos que una pandilla de descerebrados radicales incapaces de comprender la inexorable y evidente lógica del ultraliberalismo, el Gobierno de Alexis Tsipras convocó de urgencia un referéndum para consultar al pueblo griego para saber si aceptaba las condiciones del acuerdo de "rescate" ofrecido por la troika; y a pesar de que los medios occidentales anunciaban una y otra vez que el referéndum sería reñido la realidad mostró que casi dos tercios de los griegos rechazaban las condiciones que se les quería imponer.

Al convocar el referéndum el Gobierno de Syriza había cruzado un punto de no retorno para la troika. Al apelar a la voluntad del legítimo poseedor de la soberanía griega para que decidiese sobre un asunto de tanta enjundia para su futuro, Tsipras dejaba claro que la troika era un organismo no sólo no democrático, sino contrario a la democracia. El daño a la imagen del FMI, el BCE y la CE ha sido grande, pues, a pesar de toda la cantidad de ruido mediático volcado para intentar confundir a los pueblos soberanos del resto de naciones europeas, no son pocos ya los ciudadanos europeos que están convencidos de que la troika es solamente una pandilla de extorsionadores a sueldo. Así que la canciller alemana dejó claro que no quería ningún trato con Grecia hasta que se supiese el resultado del referéndum, con la esperanza de que éste fuera desfavorable a Tsipras y así se viese obligado a dimitir y convocar elecciones. No tuvo suerte, pero para la troika el objetivo prioritario fue, desde ese momento, derribar al gobierno griego. Y el proceso ha sido implacable: primero consiguieron forzar la dimisión de Varoufakis y después endurecieron aún más el paquete de medidas que exigen a Grecia. ¿Qué lógica tiene que, después de recibir un mandato popular tan claro (que no sólo obliga al Gobierno Griego sino a la Comisión Europea, pues Grecia es parte de la UE) la troika decida que tal mandato puede ser avasallado y, a modo de escarmiento, decide incrementar el pillaje? El caso es que, con la probable complicidad del Banco de Grecia (no olvidemos que las personas en el gobierno de estas instituciones centrales suelen pertenecer al mismo grupo de intereses), consiguieron asustar lo suficiente a Tsipras para que sucesivamente echase a Varoufakis y después aceptase un paquete de medidas peor que el que su pueblo rechazó no hace ni dos semanas. En este mismo momento el Parlamento griego vota en una tempestuosa sesión la implementación de tales medidas, que serán aprobadas con el apoyo de la oposición y de la mitad de Syriza que aún es leal a Tsipras, mientras su Gobierno salta por los aires, las protestas se multiplican en la calle y el país se ve abocado a unas nuevas elecciones en unos pocos meses; elecciones en las que su partido será enterrado junto con las ilusiones que se albergaron durante estos pocos meses.

¿Qué ha pasado aquí? ¿Cómo puede ser que se hayan torcido tanto las cosas? ¿Cómo puede haber fracasado en un lapso tan breve el único Gobierno que se ha atrevido a plantar cara a los matones financieros?

La clave de todo está en la orientación que Syriza le ha dado y le da a esta crisis. La lectura que hace Syriza, al igual que la que están haciendo otros movimientos políticos surgidos de la protesta popular como el español Podemos y el italiano Movimiento 5 estrellas, es que esta crisis es una estafa del gran capital y que podemos salir de ella con un plan sensato para reactivar la economía y con una mejor distribución de la riqueza; y que de hecho aceptar ese plan también sería del interés del gran capital, porque garantiza un retorno viable de la deuda (en un plazo más extendido, eso sí). Esta lectura de la situación, como ahora explicaré, es profundamente errónea y por eso el resultado más probable para los partidos que la sustentan es el fracaso más estruendoso y la condena a desaparecer rápidamente por ese desagüe de la Historia por donde fluyen las grandes desilusiones.

Fíjense que una de las raíces de la actual crisis griega está en la imposibilidad, debido a la normativa que lo regula, de que el BCE pueda financiar directamente a los países de la zona euro. Según los mil y uno analistas económicos que menudean en nuestras teles, es "evidente" que tal posibilidad debe estar prohibida porque si no los Estados abusarían de la "barra libre" que les daría el BCE. Sin embargo, tal argumento es obviamente espurio, desde el momento en que los bancos privados usan esa facilidad de crédito a buen interés para en cuestión de segundos prestar ese mismo dinero a los Estados a través de la compra de deuda soberana, eso sí, a un mayor interés. Si el BCE fuese un organismo público, no tendría demasiado sentido que favorezca un infundado beneficio privado que se basa en este espurio arbitraje. Y si el BCE fuese un organismo privado, debería ser de su mayor interés ahorrarse los intermediarios y obtener él directamente un mayor beneficio por el dinero que presta. Planteo las dos hipótesis (que el BCE sea un organismo público o un organismo privado) puesto que, como suele pasar con los bancos centrales en Occidente, no está del todo claro qué es; como explica la Wikipedia, se rige por la legislación europea pero tiene capital social y acciones. Esa extraña dicotomía del BCE, análoga en ciertos aspectos a la que tiene el FMI, explica muchas de las cosas que suceden hoy en día, pues mientras que los medios presentan al BCE y al FMI como organismos públicos, en realidad sus medios y fines dejan claro que están al servicio de intereses privados. Sólo desde la perspectiva del interés del gran capital internacional se explica esa extraña normativa del BCE: por medio de la financiación de la deuda pública, el BCE garantiza el negocio de la banca privada, y en caso de emergencia el rescate "invisible" de la misma transfiriendo su deuda privada a deuda pública de países que luego serán acusados de "vagos" e "incumplidores". Un saqueo más perfecto que los de la antigüedad (aunque no menos cruento, puesto que sus víctimas se cuentan por millones).

¿Y por qué el BCE ha pasado de simplemente garantizar un lucrativo negocio a la banca a orquestar un saqueo, que hoy se cobra Grecia, mañana Portugal, Italia y España, y en unos años Francia o Holanda? La razón es, en realidad, bastante simple: porque hemos llegado a un momento histórico del capitalismo, el fin del crecimiento. El crecimiento económico toca a su fin porque, simplemente, la oferta de recursos naturales que ha de impulsar la actividad económica se está estancando, y cuando la oferta caiga así tendrá que hacerlo la demanda y la actividad: es el Peak Everything y su consecuencia, la Gran Escasez. No faltarán los expertos de turno que nos asegurarán que, con el progreso tecnológico y las mejoras en la eficiencia, la demanda material y energética estaría llegando a su máximo sin que eso suponga que la actividad económica tenga que resentirse: es la vieja falacia del pico de demanda. Sin embargo, es difícil argumentar que se esté produciendo una mejora en eficiencia en medio de una crisis económica que no acaba, justamente porque ese (falso) argumento  es que la mejora en eficiencia permite producir más con menos; ¿dónde está, entonces, esa prosperidad sin consumo de recursos? Lo que se ve, por el contrario, es la caída económica acompañada de la caída del consumo de recursos (hecho que se disimula tanto como se puede con otra recurrente falacia, la de la mejora de la intensidad energética, la cual se consigue en los países civilizados externalizando a otros países las actividades más sucias y intensivas en recursos para la producción de bienes que luego son transportados para ser consumidos en Occidente, con un mayor gasto energético implicado). En realidad, que la ligadura entre economía y energía es tan estrecha que cualquier mejora tiene un recorrido limitado es fácil de argumentar científicamente, aunque eso no guste a los economistas.

Hace ya cinco años, cuando este blog iniciaba su andadura, apuntaba a una hipótesis que cada día va cobrando más sentido: si el crecimiento se detiene y, peor aún, comienza el decrecimiento forzoso, las inversiones financieras, sin fundamento en el mundo material, simplemente no tienen sentido. Los agentes financieros más poderosos intentarán, por tanto, ir liquidando activos financieros y los irán convirtiendo en activos tangibles, bienes físicos, mientras la situación económica a su alrededor se va progresivamente agravando. Analicen a la luz de esta última reflexión la situación actual de Grecia: en el paquete de medidas que la troika conseguirá imponer en el altar de la inmolación política de Syriza está la obligación de que Grecia ponga activos públicos por valor de 50.000 millones de euros en un fondo que será gestionado por la troika y que servirá como aval en caso de impago. Impago que está asegurado, en realidad. Si estuviéramos en el siglo XIV, los asediados dirían que los asaltantes están penetrando por la brecha de la muralla de Atenas. Pero estamos siete siglos más tarde y los griegos no tienen la suerte de verse con los almogávares.

Los hechos que vemos y estamos viviendo nos indican que, en realidad, el capital es perfectamente consciente de la llegada del fin del crecimiento. Ya no basta con saquear países considerados periféricos por el gran capital, como se hizo en las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI (lo que magistralmente retrataba el documental "Memoria del saqueo"). Agotados los objetivos menores, los saqueadores van más hacia el Norte, y eso ya no nos gusta, porque no nos vamos a beneficiar de ello sino que lo vamos a padecer. En cierto modo se podría decir que el capital internacional es plenamente decrecentista, pues entienden el momento que estamos viviendo y propone medidas para él razonables con el fin de adaptarse al decrecimiento inevitable. Adaptarse a su manera, claro está, y con una estación de llegada a la que seguro no queremos ir.

Y ésa es la gran paradoja de nuestro tiempo: posiblemente el gran capital internacional es la única gran institución decrecentista del mundo (como mínimo, la mayor). Como su plan de decrecimiento incluye una activa desinformación (puesto que su plan de liquidación de activos no podría prosperar si todo el mundo comprendiera que el decrecimiento es inevitable), la población está completamente confundida sobre qué es lo que pasa. Y como consecuencia, tampoco los partidos políticos son capaces de tomarle el pulso al momento.

Desde los partidos de derecha, la comunión con los preceptos del liberalismo económico es tan generalizada que la simple mención a la necesidad de decrecer económicamente o simplemente a ser más sostenible lleva aparejada un aluvión de críticas descarnadas, muchas veces sustentadas argumentalmente por los expertos a sueldo de los intereses del capital. Lo peor es la tergiversación de los argumentos: así, un día sale el consejero de turno diciendo que "el decrecimiento lleva a la destrucción del empleo y a la pobreza", mientras que otro día el ministro nos enseña que los partidos que tibiamente coquetean con el decrecimiento "quieren la redistribución de la miseria", dándole propagandística pero efectivamente la vuelta al cada vez más conocido concepto de "redistribución de la riqueza". Lo más triste del caso es que se necesitan opciones decrecentistas "de derechas"; de hecho, con el tiempo acabarán surgiendo, puesto que el decrecimiento es un hecho físico y por tanto transversal a cualquier ideología. Sin embargo, el baño de propaganda hace que estos partidos aún no recorran el necesario trecho, y por fuerza se irán separando cada vez más de un electorado cada vez más menguado.

En cuanto a los partidos de izquierda, sobre todo los de nuevo cuño, falta aún la voluntad decidida de apostar por el decrecentismo, a pesar de que no pocos decrentistas militan ya en sus filas. Estos partidos intentan aún negociar con el sistema, en el convencimiento de que la única manera de ganar una amplia base electoral es tener un discurso más moderado y convencional. Sin embargo, el ejemplo de Syriza nos demuestra que no se puede negociar con el actual sistema económico y financiero, que la actual manera de funcionar y lo que está pasando no es una casualidad, y que cuanto más tiempo se pierda intentando contemporizar se avanza más en la dirección del fracaso político de estas opciones y en el descrédito generalizado de toda la clase política. Lo cual, por otra parte, conviene al gran capital, ya que el desgobierno político le favorece.

Si de verdad queremos hacer frente al saqueo, si de verdad queremos sobrevivir como sociedad frente al mayor desafío de nuestras vidas, tenemos que estar decididos a plantar cara, con la fuerza de la razón pero también con la de la voluntad, y simplemente decir que no. Que no pagaremos. Que no nos someteremos. Que no nos rendimos. Que no tenemos miedo. Tomar el libro de la Historia y escribir nuestro destino de nuestro puño y letra.

Salu2,
AMT