martes, 28 de octubre de 2014

Historias desde la cadena de montaje

Karl Marx analizaba así la situación de la clase obrera en Gran Bretaña, hacia 1840:
"En principio, las condiciones económicas habían transformado la masa del país en trabajadores. La dominación del capital ha creado en esta masa una situación común, intereses comunes. Así, esta masa viene a ser ya una clase frente al capital, pero todavía no para sí misma. En la lucha, de la cual hemos señalado algunas fases, esta masa se reúne, constituyéndose en clase para sí misma. Los intereses que defienden llegan a ser intereses de clase".
Miseria de la Filosofía, pág. 257. Ed. Júcar.
Siglo y medio más tarde, reconocemos al autor de este libro como un genuino miembro de la clase en sí. Eso no quita en absoluto interés a su pensamiento. Más bien se lo añade, como experiencia directa de las duras condiciones laborales en una empresa fordista, sin más conciencia de clase que la implícita en el sentimiento humano derivado de esa experiencia. Constituye, pues, un documento antropológico de primera mano, una perfecta exposición emic.


Reseña de Ben Hamper, Historias desde la cadena de montaje, Madrid, Capitán Swing, 2014, 301 páginas (Prólogo de Michael Moore, traducción de Lucía Barahona)


Desde el corazón de las tinieblas obreras

El Viejo Topo

Unas breves pero acaso necesarias observaciones iniciales. La edición original norteamericana de Historias es de 1998. Lo narrado, los trabajos y la vida de los obreros de la cadena de montaje de la General Motors desde sus duras tinieblas interiores refiere, aproximadamente, al período 1975-1988. El lenguaje, excesivamente masculino en mi opinión, no sólo el usado en el ámbito y en las historias que se explican sino el utilizado por el propio autor, puede golpear en ocasiones y agitar razonables protestas y críticas. Las referencia culturales, musicales en gran parte, remiten siempre a la cultura usamericana. Las informaciones sindicales (sobre el United Auto Workers) no siempre aparecen detalladas. Tampoco el contexto político general. No es la finalidad del autor. Pueden incluso molestar algunos (más que frecuentes) sarcasmos e ironías.

Nada de ello resta, en mi opinión, valor e interés a un libro que debe formar parte de la formación literario-obrera de cualquiera de nosotros, un ensayo escrito además por alguien que no se sitúa en ninguna tradición de lucha y resistencia sindical y mira este mundo con perspectiva muy crítica. Ya de joven, tras el asesinato de Lennon y las proclamas incendiarias de la derecha usamericana (¡una muerte positiva!, la del autor de “Imagine”, gritaban y escupían), escribió Hamper en el Flint Journal: “Yo me gano la vida apretando tornillos en una fábrica y, como ferviente seguidor de Lennon, de pronto me siento abrumado al saber que, si hubiera evitado la música del muy sinvergüenza, podría haber triunfado en alguna noble vocación”.

Así, pues, más allá de lo admitido y comentado, Historia desde la cadena de montaje de Ben Hamper [BH] -trabajó para la GM en Michigan durante años, su familia está llena de ex empleados de la firma, y ¡llegó a ser portada del Wall Street Journal por sus memorias!-, Historia, decía, es un libro más que recomendable. Una historia obrera industrial narrada en una introducción, diez capítulos (hay un error insustantivo en el índice) y un breve epílogo. Michael Moore, amigo del autor, con el que se relaciona en varios momentos a lo largo de una historia con muchos nudos en común, escribió el prólogo. Lo abre con excelente humor: “Mi relación con Ben Hamper ha provocado que me despidieran de mi trabajo, me demandaran por calumnia, que perdiera toda posibilidad de ser amigo de mi héroe Bruce Springsteen, y ahora además me fuerzan a que escriba este maldito prólogo para poder quedarme con mi gorra de béisbol favorita. Aunque en realidad es la gorra favorita de Ben…”

En su segundo día de trabajo, en un puesto lleno de complicaciones, la trabajadora (“mujer” en el lenguaje de BH), “se golpeó la cabeza con una remachadora y se cayó de bruces al suelo, inconsciente”. Permaneció ahí espatarrada, “debajo del lento pasar de los coches como si fuera una desgastada muñeca de trapo, hasta que alguien corrió a pulsar el botón de stop y la línea de detuvo”.

¡Alerta roja, alerta roja! “Si por algún motivo querías que se presentaran en tu área un montón de jefazos, nada funcionaba mejor que apretar ese sagrado botón de parada”. Salían escopeteados de debajo de las vigas, según BH, “como halcones que persiguen a su presa. En menos de 30 segundos todas las corbatas de un radio de 300 metros se habían personado, demandando explicaciones, graznando en los walkie-talkies, jadeando y resoplando como si el universo mismo se les hubiera atragantado en la tráquea”.

¡Qué alarde de compasión y comprensión tan patético!, comenta BH. “Mientras la pobre mujer continuaba derrumbada bajo el transportador de bastidores, lo único que todos esos capullos histéricos querían saber era: ¿QUIÉN DEMONIOS HA DETENIDO LA LÍNEA?”. ¡Este era el punto, ese era el asunto” “El encargado general, un nazi integral a quien llamábamos el Pingüino, llegó hasta el botón de parada, lo desactivó y, tras un par de sacudidas, la línea volvió a ponerse en marcha”. Sin piedad, sin interrupciones innecesarias.

Ben Hamper, tenía turno, intervino. “¡Por el amor de Dios! - grité- ¿Y qué hay de la vieja?. -No te preocupes -contestó algún pez gordo-, la sacaremos de ahí enseguida. Vosotros, volved al trabajo y mantened esta línea funcionando.” Calla, produce y otorga.

Mientras tanto, no es García Lorca quien escribe “la señora mayor estaba volviendo en sí. Con la ayuda de varios supervisores, la levantaron y la sentaron en su banco”. Comenzó a llorar, “en parte a causa del miedo y en parte debido a la humillación. ¡Dios mío!, seguro que era la abuela de alguien. Era espantoso. Visualicé a mi propia abuela desplomada en ese suelo pringoso de planchas de madera”. BH pensó inmediatamente en todos los carteles y tazas de GM “que repetían que la seguridad era lo primero y otras mentiras por el estilo.”

Pero sobre todo, concluye BH aquí la explicación, pensé en lo mucho que odiaba a “esos impasibles cabrones de camisas inmaculadas”. Una mujer mayor había estado a punto de morir aplastada: “a ellos solo les importaba su valiosa cuota de producción.” Está en los memes del sistema.

La narración de su despedida de la GM está a la altura de su definición del sistema industrial del capital. Enfermo, tras haber ido al hospital de la General Motors, regresó a su departamento y le dio a su capataz el permiso que le había firmado la enfermera. “Sentía como si tuviera ratones corriendo por dentro de los brazos y las piernas, y tenia la espalda empapada en sudor. El capataz leyó la nota y empezó a largarme una de sus diatribas. Justo lo que necesitaba en ese momento”.

Se expresó así, sin ningún temor por mi parte: “-Estoy hasta los mismísimos cojones de todos los maricones que hacéis lo que sea con tal de no trabajar –me gritó, asegurándose de que la mitad del departamento podía oírlo-. No sois más que un hatajo de desgraciados y, créeme, ¡Pienso empezar a llevar a cabo algunas permutas por aquí!”. Hamper no se amedrentó por supuesto: “Al tipo aquel le encantaban las palabras rimbombantes, independientemente de si venían a cuento o no. -Mira, solo sé que se supone que debo darte este papel. Y sé exactamente lo que pone, así que ahórrate toda esta mierda de ser un mal ejemplo de trabajador. Adiós, me largo de aquí”.

Y lo hizo. Y no era fácil. El 7 de abril de 1998, BH dejó la fábrica. Nunca volvió. Se ha ganado la vida como escritor, locutor y guionista. Ha escrito, además, la comedia de televisión Take No Prisioners “un valioso documento sobre las comunidades locales y la escena musical underground en Estados Unidos.” En 2006, lanzó un programa de radio comunitaria. Su título: “La posesión del alma.”

No todo es realismo sucio en estas Historias. En absoluto. No puedo contárselo, les privaría de uno de los mejores momentos del libro, pero no se pierdan la forma en que BH explica el modo que eligió Michael Moore (con el que Hamper colaboró en uno de sus documentales más interesantes: Roger & Me) para despedirse de su ciudad, de su hometown, antes de viajar a San Francisco para dirigir, durante muy poco tiempo (Hamper también tiene que ver con ello), la revista Mother Jones.

No hay duda alguna a estas alturas, nunca la ha habido, que el capitalismo no es ninguna opción humanisma sino una apuesta alocada y explotadora. Si la tuvieran, si la consideraran durante un nanosegundo a título de contrafáctico, lean con la atención a él debida el capítulo X. Ben Hamper explica en él su enfermedad, la irrupción de un brote psicótico y el comportamiento empresarial, innoble como el hormigón, duro como el cemento, sus normas básicas de actuación. No son sólo doce hombres sin piedad.

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PS. ¿ No es esa ciertamente la esencia de la denominada “civilización” capitalista? Noam Chomsky lo ha visto así: “en el cálculo moral del capitalismo de hoy, un mayor bono mañana vale más que el destino de nuestros nietos”. Y ha añadido: “¿Cuáles son las perspectivas de supervivencia, entonces? No son brillantes. Pero los logros de quienes se han esforzado durante siglos por lograr mayor libertad y justicia dejan un legado que es posible retomar y llevar adelante… y debe ser así, y pronto, si hemos de sostener las esperanzas de una supervivencia decente. Y ninguna otra cosa puede decirnos con mayor elocuencia qué clase de criaturas somos.” Además de ello, en el nudo complementario de las desigualdades, los sueldos reales para la mayoría de los trabajadores estadounidenses se han incrementado poco o casi nada desde principios de los 70. Por el contrario, los sueldos-ingresos del 1% más rico se han incrementado 165% en ese periodo, y los del 0,1% más rico 362%, según señala Paul Krugman.

lunes, 27 de octubre de 2014

Palabras, paraules, hitzak, words, Catalunya, España…

Líbrenme los dioses de cualquier veleidad nacionalista. Enfrentado a un nacionalista es incómodo no serlo. Dado que los nacionalismos se dan unos frente a otros, un auténtico nacionalista verá un nacionalista del polo opuesto en el que no sienta con él ("no con-sienta").

El sentimiento nacional es un sentido de pertenencia entre otros muchos. Puesto que somos animales sociales, sólo un idiota (en su significado original de autista, carente de toda empatía) no tiene algún sentimiento de pertenencia. La pertenencia se articula normalmente en círculos concéntricos. Muchas personas hipertrofian el sentir en alguno de estos círculos de modo que se puede ser "nacionalista" de Cuenca, del barrio de Triana o de la Virgen del Rocío. En mi entorno es habitual serlo del Depor, del Celta o del Pontevedra. Y a otra escala, del Barça o del Madriz... 

Los nacionalismos se asocian generalmente al hecho, que puede ser bien real, de que la identidad a que perteneces está en peligro. De ahí el "o conmigo o contra mí" que los acompaña.

De entrada, el nacionalismo no es bueno ni malo. Hay que situarlo en su contexto. Se puede distinguir un nacionalismo de gran potencia, por lo común avasallador y expansivo, del de pequeña nación, defensivo. También existen el de metrópoli explotadora y el de colonia explotada. Es habitual que el pequeño nacionalismo identifique a su país como colonia. Hay que tener mucho cuidado con esto, porque no siempre es verdad.

En el próspero norte de Italia surgió un nacionalismo que piensa al sur empobrecido como ladrón de su prosperidad. Es un ejercicio de depurado cinismo. Suelen las respectivas clases dominantes aliarse entre sí, en un proceso simbiótico, para enfrentarse cuando se les presenta la oportunidad. La que tantas veces coincide con el malestar confusamente identificado producido por una crisis larga, y que acaba enmascarando las verdaderas causas sociales internas del conflicto.

Por otra parte, los estados menores tejen alianzas variables con grandes potencias. El gran aliado tratará de proteger la integridad del estado cliente, mientras sus adversarios procurarán su disgregación. Como la geometría de esas alianzas es variable, el defensor hoy de la patria A puede mañana ser el paladín de la patria B. Todo esto puede acabar en un sangriento desastre, porque pocas estructuras estatales admiten de buenas a primeras su propia disolución. ¿Hará falta poner ejemplos bien recientes?

Neil Faulkner, en su obra "A Marxist History of the World", traducida en España como "De los neandertales a los neoliberales", identifica tres motores de la historia. Por una parte, el progreso tecnocientífico aumenta la productividad cuando el sistema se va agotando, para proseguir la acumulación. Un segundo motor es la pugna entre las clases dirigentes de diferentes estados, que se enfrentan cuando el más poderoso va agotando sus posibilidades y directamente roba a su vecino. El tercero es la lucha de clases.

Tres motores, todos basados en expolios que parten del polo acumulador. El primero, de la naturaleza; el segundo, de la riqueza acumulada por otros (trabajo humano muerto); el tercero, del trabajo humano vivo.

La lucha de clases así entendida es primero la de las clases dominantes frente a los dominados, que solamente responden cuando su situación se vuelve difícilmente soportable, y en la medida en que puedan tener fuerza para ello.

En las pugnas entre naciones las clases dominantes encuentran, gracias al sentimiento de pertenencia, aliados en las clases subalternas, de este modo debilitadas y enfrentadas entre sí. Quien no esté avisado caerá en la trampa de ese enfrentamiento.

Aunque lo habitual es que llegado el caso, sea reclutado a la fuerza.

Eurasia, patria querida... (¡y aquí no está completa!)


Rebelión

El fenómeno nacionalista en Cataluña viene utilizando palabras, conceptos y sucedáneos diferentes desde hace muchos años para mantener la tensión independentista bajo fórmulas muy dispares. De esta forma, se activan distintas etapas en función de las necesidades logísticas y mediáticas del instante político concreto, trasladando la idea de renovación constante pero también de escasa maduración del proceso y el proyecto de las fuerzas políticas que sostienen y juegan a favor de la independencia fuera del Estado español.

Ese vaivén incesante de palabras y eufemismos intenta alimentar las emociones catalanistas sin cansar en exceso al electorado ni gastar los conceptos que subyacen tras las proclamas políticas. Lo importante es oxigenar externamente las propuestas e iniciativas con el propósito de que la masa ciudadana no arroje la toalla sentimental y se dé por vencida.

Es la estrategia predilecta de CiU y de las clases capitalistas hegemónicas para llenar sus alforjas de votos interclasistas entusiastas con la independencia política. De esta forma rompen el espinazo a la izquierda real y vacían de contenido fuerte el conflicto social entre el mundo empresarial y la fuerza de trabajo.

El maquiavélico escenario hace u obliga a los partidos de la izquierda transformadora a sumarse al carro de la emoción independentista liderado por la derecha nacionalista, diluyendo sus mensajes en la gran razón de ser de la presunta independencia. La problemática social siguiendo estas directrices marcadas por las emociones a flor de piel que fomenta CiU, quedan en un segundo plano, permitiendo que las clases altas gobiernen a su antojo el teatro público desde un neoliberalismo similar al del PP o de otra derecha homologada del concierto internacional.

La tensión nacionalista otorga bazas negociadoras ante Madrid a CiU, apareciendo mediáticamente como los próceres del sentimiento exclusivo de ser catalán. Cada patria capitalista tiene su propio estandarte e icono nacionalista: PP-España, los gaullistas-Francia, conservadores-Reino Unido, democristianos-Alemania…

Las derechas saben muy bien que las grandes palabras simbólicas movilizan a las masas más allá de sus intereses de clase, borrando cualquier diferencia social y política en torno de una idea visceral que nos remite a pasados gloriosos y singulares. Este condicionante llevado a extremos radicales ha dado como resultado, en caso de necesidad imperiosa para la clase dominante, al nazismo, a los fascismos varios, a dictaduras militares y asonadas golpistas de diverso signo, según cada contexto histórico (Franco, Hitler, Mussolini, Pinochet, Videla...).

Las palabras esconden tanto como expresan y son excelentes vehículos de conveniencia para conducir a las masas a objetivos tácticos de naturaleza muy diferente. El juego de CiU es doble: atizar a la ciudadanía y poner freno a su capacidad de legítima decisión democrática; movilizar emociones en su provecho y detener capacidades críticas en su contra. No es muy distinto a lo que realiza el PP en España, con ayuda implícita o expresa del PSOE, rol que en Cataluña está reservado a Esquerra Republicana.

Palabras o conceptos más usados desde la transición por el nacionalismo catalán: hecho diferencial, proceso participativo, consulta, referéndum, derecho a decidir, elecciones plebiscitarias, enemigo, adversario, independencia, autodeterminación, pueblo, soberanismo, sujeto legal o legítimo… Todas ellas tratan de definir en la superficie un momento histórico determinado sin expresar una voluntad política definitiva.

La capacidad camaleónica de CiU (y del PNV en el País Vasco) para adaptarse a las circunstancias más adversas del momento político concreto son casi perfectas. Su nacionalismo recalcitrante deja en segundo plano su genuina ideología de derechas, captando votos en cualquier caladero o segmento de población, incluso en aguas tradicionales de la izquierda.

Y ahí permanecen, instalados en el poder de manera inamovible, votando con el PP la mayoría de veces en el Congreso de los Diputados en materias económicas, de sanidad, educación y orden público, desmarcándose estéticamente en asuntos sensibles que conciernen a los marcos del autogobierno de sus respectivas comunidades autónomas o nacionalidades constitucionales.

En ese escenario ad hoc, las izquierdas transformadoras navegan a la deriva entre las emociones patrióticas alentadas por la derecha y sus principios clásicos de defensa y representación de la clase trabajadora. Engancharse al carro sentimental de la independencia obliga a reducir sus reivindicaciones sociopolíticas profundas, una renuncia que difumina sus señas de identidad ideológicas de modo muy acusado.

Técnica y moralmente tienen razón democrática todas aquella personas que solicitan un referéndum para que se exprese con libertad la ciudadanía acerca de si quiere permanecer ligado a un Estado federal o supranacional o desea, por el contrario, dotarse de instituciones propias. Lo que sucede es que echando el resto en esta propuesta política sin antes haberla madurado en la práctica a través de soluciones políticas transformadoras, se pierden capacidades y energías preciosas para elaborar políticas de izquierda que desenmascaren las soluciones liberales que postulan los nacionalismos de derechas de CiU o grupos afines.

Hacer patria sin conciencia de clase solo traerá decepciones y estados ficticios bajo el dominio férreo de la globalidad capitalista. La independencia en sí misma no resolverá la dualidad capital-trabajo por arte de magia ni terminará con la crisis de la noche a la mañana.

Los sujetos legítimos se hacen en la historia cotidiana enfrentados a la realidad social de su época. Las leyendas solo nutren al imaginario popular de iconos y símbolos contradictorios ajustados a gregarismos primarios de índole emocional y pasiva.

En los tiempos que corren, los nacionalismos representan opciones o alternativas trasnochadas. El origen étnico, cultural o nacional son convenciones, a veces artificiales, que cumplen una función social y política fundamental: establecer diferencias en el orden capitalista para crear conflictos de orden público secundarios.

Por supuesto que hay que dejar que la gente se exprese con sus rasgos propios y su idiosincrasia particular desde el respeto escrupuloso al otro. Ahora bien, exacerbar las diferencias históricas y culturales en detrimento de causas comunes más elevadas es entrar en el juego de intereses de las clases altas globalizadas y de los mercados anónimos mundiales.

El verdadero derecho a decidir reside en la autodeterminación de la clase trabajadora como elemento esencial e indispensable que crea toda la riqueza de la Tierra. Las diferencias culturales no deben ser jamás óbice u obstáculo para un mundo solidario y en paz sostenible. Pero nunca hay que olvidar tampoco que esas “diferencias” son alimentadas y utilizadas siempre por las derechas en su propio beneficio.

Las clases trabajadoras no van a la guerra (social o militar) por voluntad propia sino atizadas por los intereses partidarios de la clase hegemónica, que cuando la competencia entre países o territorios se hace insostenible dejan que las armas diriman por la tremenda el nuevo statu quo de conveniencia. Así es el sistema capitalismo desde sus mismos orígenes. Si las izquierdas continúan en la actitud subalterna de colgarse de caminos independentistas sin salida hacia la izquierda coherente e internacionalista, los nacionalismos de derechas seguirán teniendo la sartén por el mango para presentarse ante el electorado como paladines de las emociones y sentimientos patrióticos.

La lección catalana puede servir para abrir los ojos a las izquierdas de muchos países. Ni Pujol ni Mas son independentistas. Su nacionalismo instrumental es una forma de gestionar los intereses de las clases catalanas dominantes con el concurso pasivo del pueblo de Cataluña mediante añagazas y tretas de salón que van del derecho a decidir a la autodeterminación y del proceso participativo a las elecciones plebiscitarias. Su inventiva semántica no parece tener límites.

PD. Pregunta al aire: ¿por qué no se introducen por ley en el modelo educativo constitucional de todo el Estado español las asignaturas optativas u obligatorias del catalán, el euskera y el gallego? A simple vista da la sensación de ser una fórmula ideal de poner en contacto las diferentes sensibilidades culturales y singularidades históricas del conjunto estatal desde la primera infancia. Ok al inglés u otras lenguas foráneas, pero tampoco estaría nada mal interconectar a través del lenguaje a todas las realidades autonómicas o históricas de España.

domingo, 26 de octubre de 2014

El futuro de las grandes ciudades

Nada de lo que aquí se dice es nuevo. Repetirlo una y otra vez parece un esfuerzo inútil: no lo es. No todas las semillas de una siembra fructifican, pero alguna "da el ciento por uno". Sigamos, pues, sembrando, a nuestra mínima escala. Yo y todos vosotros (o algunos, por lo menos).

No es ajeno a esta idea el hecho de que la reiteración reproductiva es una constante de la vida. Pocas de las semillas de un árbol se convierten en árboles. Pocos huevos de una freza en un gran pez.

Por eso mismo, el crecimiento es la tendencia natural de los sistemas complejos y adaptativos. Los límites vienen siempre impuestos desde fuera. Y  un gran impulso crecentista se corresponde con frenos imponentes. Y con colapsos masivos.

Nuestra especie es única porque siempre ha superado las barreras naturales con huidas hacia adelante, alcanzando la desmesura, pues a cada crisis le ha correspondido un desarrollo superior. Pero no nos engañemos. El crecimiento material eterno es imposible. Y no hay crecimiento inmaterial, como pretenden algunos.

Sólo nuestra capacidad para anticipar el futuro, que debería desembocar en un sentido de autocontención, podría evitar un colapso gigantesco. 

Por una vez, construyamos un sistema al que los límites se impongan desde dentro.

Aquí está el futuro soñado:


Aquí, el futuro probable:

Ambos futuros son también presente y pasado. 

Presente, porque el desarrollo urbano implica simultáneamente construcción y decadencia. Decadencia de unas zonas, incluso dentro de la misma ciudad, o de unas ciudades en relación con otras. A costa de otras. Riqueza y miseria son dos caras de la misma moneda.

Pasado, porque la historia de las grandes urbes de otro tiempo así lo demuestra. Así, la propia decadencia y colapso de la Roma imperial ha impedido saber con el algún detalle como sería la difícil vida cotidiana en el lapso de tiempo que transcurrió entre su culminación como gran urbe y su transformación, en pocas décadas, en una pequeña ciudad de provincias acompañada de un gran montón de ruinas.

La mía no es una gran ciudad. No reproduce la escala colosal de los problemas. Aún así, no puedo saber si será sostenible en el futuro.

Desde mi ventana, veo ahora mismo pasar el diario tren de la basura, camino de SOGAMA...



 Rebelión

“Los organismos vivos pueden usar una limitada cantidad de energía –mucha o poca es igualmente fatal a la existencia orgánica. Los organismos, sociedades, personas, así como las ciudades son delicados sistemas que regulan la energía y la ponen al servicio de la vida.”
Lewis Mumford

Cruzando el puente de Williamsburg entre Brooklyn y Manhattan en la Ciudad de Nueva York observaba las estructuras abandonadas a un lado del Rio Este, al otro inmensos edificios de apartamentos construidos hace muchas décadas y de fondo, a la distancia, un mar de calles con edificaciones imponentes. Un escenario donde millones de seres humanos circulan a diario. Desde niño las grandes ciudades me causan una especie de temor, a perderme en ese mar de gente, ruidos y distancias; no las entendía y me preguntaba porque la gente vive así pudiendo vivir en un pueblo que demoraba menos de una hora en recorrer a pie, como el mío. Las respuestas a las preguntas que nos hacemos las encontramos solamente en andar de la vida.

Ciudades que impresionan por su actividad, como Nueva York o Buenos Aires, guardan sus misterios, sus secretos, que conviven en silencio -su historia, su arquitectura, su infraestructura con su presente de opulencia por un lado y de supervivencia y a veces miseria por otro. Por su importancia en la historia de la humanidad, la ciudad ha sido foco de mucha narrativa y de análisis científicos. Algunos escritores incluso inventaron ciudades, por ejemplo, el uruguayo Juan Carlos Onetti creó su ciudad, Santa María. Otros como el historiador y filósofo Lewis Mumford en su obra “The City in History” (La ciudad en la historia) analiza y visualiza el balance de la cultura y la tecnología necesario en la ciudad. Independiente de la percepción, experiencia y opinión que tengamos de las grandes ciudades es inevitable ver que hoy estos grandes centros urbanos enfrentan un futuro incierto. 

La ciudad emerge a partir del neolítico, cuando la agricultura incrementó la densidad de los asentamientos. La primera ciudad se cree como tal fue Uruk en Mesopotamia, donde más tarde también existió Babilonia que en la historia se describe como ciudad rica e ideal. A las ciudades del Medievo europeo e islámico, sin embargo, se las ha definido como grises o lúgubres, estas tenían límites marcados que no pasaban de un poco más de medio kilómetro de largo y eran muy manejables. Más tarde el renacimiento crearía una nueva arquitectura urbana, emergen ciudades como Florencia. La revolución Industrial construyó otro tipo de ciudades para otra realidad económica y social y también otros problemas aparecieron como observara Patrick Geddes, un biólogo y sociólogo escocés que vivió durante la última mitad del siglo 19 y el primer tercio del 20, y que fuera el primer pensador sobre el tema y el primer planificador ecológico de pueblos. Su gran seguidor fue justamente Lewis Mumford. 

Interesantemente, las ciudades no solamente concentran gente y actividades sino también poder; la mitad de la población del mundo vive en zonas urbanas, aunque estas ocupen menos del tres por ciento de la tierra, y consume la mayor parte de la energía del planeta. El crecimiento espectacular de muchas grandes ciudades se debe al aumento de la población del mundo pero también al masivo movimiento de gente desde las zonas rurales a las zonas urbanas –algo particularmente importante en Occidente y en Asia. Por ejemplo en Estados Unidos en 1850 solo el 12 por ciento de la población vivía en ciudades, pero para 1910 ese porcentaje ya había aumentado al 40 por ciento. Hoy más del 80 por ciento de los estadounidenses viven en ciudades o en sus suburbios. 

Hoy tenemos ciudades históricas que fueron construidas más con las manos como Venecia, La Habana o Barcelona y otras ciudades construidas con máquinas como Dubai, Miami o Shanghai. Tenemos también 22 mega ciudades con poblaciones de más de 10 millones de habitantes; hace 40 años solo teníamos tres mega ciudades. Entre las mega ciudades están, por ejemplo, Londres, Paris, Ciudad de México, Los Angeles, Nueva York, Shanghai, Beijing entre otras. Son justamente las megas ciudades y las grandes ciudades las que enfrentan las mayores dificultades ahora y a futuro por ser, muchas de ellas, insostenibles por razones a veces visibles –la contaminación del aire, y a veces no tan visibles como la fatiga vinculada al agotamiento de recursos y espacios. 

Casi todas las ciudades grandes y todas las mega ciudades hoy, más que nunca antes en la historia, son ruidosas, congestionadas a pesar de que algunas tienen formidables autopistas y moderno transporte público, derrochadoras de recursos, devoradoras de agua, alimentos, combustible y energía y productoras de montañas de basura, polvo contaminante, esmog, ozono, monóxido de carbono, dióxido de azufre y más. La OECD (Organización para la Cooperación al Desarrollo Económicos) estima que las ciudades hoy usan la mayor parte del flujo energético que se produce en el mundo -dominan el 82 por ciento del consumo mundial de gas natural, el 76 por ciento de carbón y el 63 por ciento del consumo de petróleo. Las 25 ciudades más grandes producen más de la mitad de la riqueza del mundo.

El escritor canadiense Andrew Nikiforuk en su libro “Energy of the Slaves” (La energía de los esclavos) nos muestra varios ejemplos de lo que él llama el metabolismo patológico de las mega ciudades, describiendo a Londres en Inglaterra (la madre de la mega ciudades) y citando al urbanista Herbert Girardet que nos informa que Londres con 15 millones de habitantes en su área metropolitana, convierte recursos y energía venidos mayormente desde fuera de Londres en 15 millones de toneladas de desperdicios sólidos y vierte 66 millones de toneladas de Carbono, al tiempo que consume 22 millones de toneladas de petróleo cada año. Londres monopoliza las tres cuartas partes de la energía de la isla de Gran Bretaña aunque sus habitantes ocupan solamente 1.580 kilómetros cuadrados. Para alimentar a Londres se necesita cultivar alimentos, criar animales comestibles y proveer maderas en 196.800 kilómetros cuadrados, vale decir las tres cuartas partes de toda Gran Bretaña.

Un impacto conocido y gigantesco de ciudades grandes y mega ciudades es la polución del aire; en París esta se extiende por más de 100 kilómetros fuera del área metropolitana. Según el Clear Air Institute (Instituto de Aire Limpio) en América Latina Ciudad de México, Santiago de Chile, San Salvador y Montevideo, tienen excesiva polución que causa serios problemas de salud a sus habitantes. El otro conocido impacto es con respecto al agua; en grandes y mega ciudades en promedio un tercio de sus habitantes vive en barrios pobres con pequeña o ninguna seguridad de suministro de agua. Con el fin del petróleo barato viene el aumento del costo de la energía por lo tanto se hace más difícil tratar el agua y obtener agua limpia. Ciudad de México con 21 millones de habitantes está cerca de secar sus acuíferos que ya están contaminados. El rio Riachuelo en Buenos Aires, donde viven 12 millones de personas y casi cuatro millones de ellas viven de su cuenca de drenaje, tiene 50 veces más metales pesados de lo permitido. Shanghai, con 23 millones de habitantes, tiene ríos contaminados con agua salada. Bangkok la gran ciudad de Tailandia, la llamada “Venecia del Oriente,” tiene contaminación de ruido y polución que superan todos los límites y el agua contaminada de sus canales se ha vuelto fétida. Como consecuencia del cambio climático, ha aumentado el nivel del mar afectando ciudades como Mumbai en la India ubicada en costas planas y con 25 millones de habitantes -afectados ya por las fuertes lluvias que hacen colapsar su sistema de aguas servidas. Un aumento del nivel del mar significa que eventualmente partes enteras de la ciudad quedaran sumergidas envenenando sus acuíferos. 

A esta irracionalidad de crecimiento deformado en las zonas urbanas se suma la locura capitalista del crecimiento eterno al que sucumbe incluso China; según cálculos de sus autoridades y promotores en los próximos 25 años se construirán 50 mil rascacielos en ese país, la mitad de lo que se planea construir en todo el mundo –mas allá de que se haga esto realidad dado el creciente costo de la energía. China cuenta ya con 120 ciudades con más de un millón de habitantes que consumen 55 millones de toneladas de carbón cada año, ciudades pobladas por las más de 400 millones de personas que han abandonado el campo en busca de oportunidades. 

La explosión de las megas ciudades ha creado una clase de asesores y académicos promotores activos del crecimiento de estas urbes con la idea de que de esta forma se crea riqueza; hay una complicidad que le sirve a los especuladores del sector inmobiliario y financiero, que aunque desprestigiado continúa promoviendo el crecimiento en base al crédito. Hay una ideología dominante en favor del crecimiento eterno que se propaga gracias a la falsimedia que funciona más que como agencias de información como agencias de propaganda de un sistema que está claramente colapsando. Por ejemplo la revista Economist, y su pomposa “Intelligence Unit” (Unidad de Inteligencia) ha dado un reporte tan dudoso como fantasioso sobre las ciudades más habitables del mundo, que son por supuesto todas localizadas en el Primer Mundo, diciendo lo que muchos quieren escuchar, que hay ciudades paraísos y otras que están muy lejos de serlo, como Moscú, San Petersburgo y Caracas. 

La existencia de las megas ciudades está ligada a la economía del mundo y el fracaso del modelo económico dominante no puede estar lejano de su propio fracaso resultante de la realidad de la imposibilidad del crecimiento continuo e infinito, como plantea Richard Heinberg, escritor y educador medioambientalista norteamericano, en su libro “The End of Growth” (El fin del crecimiento). El agotamiento comprobable de importantes recursos, como el combustible fósil y los minerales, la falta de energía y de agua; la proliferación de impactos negativos al medio ambiente consecuencia de la extracción y uso de los recursos naturales, el cambio climático que ha transformado ya regiones a través de habituales sequías o de inundaciones, y los trastornos financieros consecuencia de la incapacidad de nuestros sistemas monetario y bancario, y de la imposición de acarrear enormes deudas privadas y públicas pues gran parte del crecimiento económico del mundo occidental se ha debido a la generación de deudas de todo tipo en las últimas décadas, nos habla de este colapso. La solución a estos graves problemas no puede venir de manos de la tecnología, las comunicaciones o el internet. Se trata de problemas básicos y materiales que requieren soluciones también fundamentales y materiales, un plan racional que considere la realidad y no la fantasía y que tome en cuenta el tamaño del peligro de un colapso con potencialidad de terminar con la existencia humana. 

Una barrera importante que bloquea el entendimiento general sobre la severidad de los problemas que enfrentamos es sin duda la falta de ética reinante y la generalizada corrupción de las élites que manejan el poder y de sus administradores políticos en los países más agresores del mundo. Se ha impuesto un sistema irracional de crecimiento ilimitado de la economía que favorece la formación y establecimiento de centros urbanos enormes, cuanto más grandes parecería que mejor, de mega ciudades insostenibles. Si bien la realidad siempre encuentra la forma de traernos a la mesa, y el crecimiento eterno y sin límites es una fantasía con sus días claramente contados, el problema ha de ser el trauma que este despertar a esta realidad ha de traernos. Trauma debido al alto nivel de dependencia que hemos alcanzado. Y sin embargo aunque sea difícil adaptarse a una vida más elemental, más sobria y balanceada, no debemos descartar la posibilidad en algunos lugares del mundo de que el sentido común se imponga y desarrollemos el potencial necesario para enfrentar las dificultades que nos esperan a nivel personal, de grupos humanos e incluso de países.

sábado, 25 de octubre de 2014

El desmontaje de la historia y cómo enfrentarlo

René González Barrios, presidente del Instituto de Historia de Cuba, leyó este discurso en el XXI Congreso Nacional de Historia, celebrado en La Habana del 21 al 27 de abril de 2014.

He destacado algunas citas que desenmascaran cosas que no deberían ser ignoradas, pero que no nos llegamos a creer del todo porque, paradójicamente, ¡los medios nos tienen rodeados!

Es característico de muchos políticos norteamericanos confesar sus verdaderas motivaciones cuando ya no ejercen, particularmente en libros o con entrevistas en medios de poca difusión. O advertir de los peligros de su propio montaje a toro pasado, como hizo Eisenhower al denunciar el inmenso poder del complejo militar industrial. 

The Craft of Intelligence (ISBN 1-59228-297-0), es el libro del que se ha extraído la cita de Allen Dulles que destaco más abajo, libro que puede adquirirse aquí.



La pupila insomne

Para los teóricos del arte militar, el terreno es el gran dictador de la táctica. El espacio físico se convierte, por lo tanto, en el elemento prioritario a tener en cuenta a la hora de tomar decisiones estratégicas u operativas, para enfrentar al enemigo. El terreno impone la táctica del empleo de las armas y la selección de las fuerzas vivas con que entraremos en acción.

El siglo XXI ha nacido en el esplendor de una vertiginosa y acelerada revolución de la ciencia y la tecnología, en especial en la esfera de las infocomunicaciones. El planeta es el mismo, pero es diferente. La era del Internet, ha cambiado el mundo. Bill Gates, en su obra Camino al futuro, anuncia el comienzo de una revolución que durará varias décadas, y “…vendrá de la mano de nuevas “aplicaciones”, nuevas herramientas que satisfarán a menudo necesidades no sentidas actualmente.” En esa línea de pensamiento, el gobierno de Estados Unidos, para marcar primero entre las grandes potencias, creó el 23 de junio de 2009, el Comando del Ciberespacio, institución que según su primer jefe, el general de inteligencia Robert J. Elder, tendría “Alcance mundial, vigilancia mundial, poderío mundial.”

Las nuevas guerras, desde entonces, no se escenifican solo en el aire, el mar y la tierra. El citado Comando, tiene la misión de organizarla y ejecutarla, en los escenarios virtuales. En ese nuevo campo de batalla, las agencias federales de EEUU, con la CIA, la USAID y la NED a la vanguardia, despliegan sus nuevas estrategias para revertir los procesos políticos y sociales que no resulten de su agrado, y subvertir el orden interno de los países objetivos, explosionándolos.

Los analistas norteamericanos Richard A. Clarke y Robert K. Knake, en su obra Guerra en la red. Los nuevos campos de batalla, definen como campo de batalla del siglo XXI, el ciberespacio:

“La palabra sugiere otra dimensión, quizás una hecha de luz verde y columnas de números y símbolos brillantes flotando en medio de la nada como en la película The Matrix. El ciberespacio, sin embargo, es en realidad mucho más mundano. Es el portátil que sus hijos llevan a la escuela y el ordenador de sobremesa que tiene en el despacho. Es un edificio gris y desprovisto de ventanas en el centro de una ciudad y una tubería subterránea que recorre sus calles. Está en todos los lugares en los que hay un ordenador o un procesador o un cable que conecta a uno. “Y ahora es una zona de guerra en la que se pelearán muchas de las batallas decisivas del siglo XXI.”

En tal escenario, EEUU trata de sacar las ventajas de su galopante desarrollo tecnológico. Sin embargo, sus estrategas son conscientes de que en ese terreno, la lucha es compleja y muchas veces un adversario menos poderoso, utilizando talento, inteligencia y las mismas o similares armas, tiene oportunidades semejantes. Como dijera nuestro Comandante en Jefe, “Internet parece inventada para nosotros”, en la seguridad de que la tecnología no es ni buena ni mala, sino poder en las manos de quienes la tienen.

El escenario virtual, junto a la guerra mediática, se ha convertido en uno de los principales campos de batalla de la guerra ideológica y cultural. De ello dan fe las revueltas de las llamadas revoluciones de colores en las ex repúblicas soviéticas, las “primaveras” del Norte de África, el actual conflicto en Siria, la subversión en Venezuela, Ucrania, y la permanente campaña de desmontaje de nuestra historia emprendida por el gobierno de EEUU.

Al nuevo teatro de operaciones con sus sofisticados medios tecnológicos, se une, en el caso cubano, las actuales circunstancias en que se desarrolla el proceso revolucionario, signado por tres elementos fundamentales:
  • longevidad de la revolución y su liderazgo histórico, con sus múltiples aciertos y también sus desaciertos, hijos todos de la práctica revolucionaria,
  • inevitables cambios generacionales en la dirección de la revolución,
  • desaparición del discurso beligerante y amenazante de los mandatarios estadounidenses respecto a Cuba, y modelación de un seudo discurso de cooperación y diálogo.
En medio de estas circunstancias, EEUU despliega contra Cuba una bien hilvanada campaña de desmontaje cultural, con la historia como primer objetivo. El fin último es la introducción en los jóvenes cubanos de gérmenes de duda y desconfianza en la dirección de la Revolución, su liderazgo histórico y la pureza del proceso revolucionario. Al respecto, en su discurso del 1ro de enero de 2014 en Santiago de Cuba, el Presidente de Cuba, general de Ejército Raúl Castro Ruz, reflexionaba:

“En nuestro caso, como sucede en varias regiones del mundo, se perciben intentos de introducir sutilmente plataformas de pensamiento neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial, enfiladas contra las esencias mismas de la Revolución Socialista a partir de una manipulación premeditada de la historia y de la situación actual de crisis general del sistema capitalista, en menoscabo de los valores, la identidad y la cultura nacionales, favoreciendo el individualismo, el egoísmo y el interés mercantilista por encima de la moral.”

En resumen, se afanan engañosamente en vender a los más jóvenes las supuestas ventajas de prescindir de ideologías y conciencia social, como si esos preceptos no representaran cabalmente los intereses de la clase dominante en el mundo capitalista. Con ello pretenden, además, inducir la ruptura entre la dirección histórica de la Revolución y las nuevas generaciones y promover incertidumbre y pesimismo de cara al futuro, todo ello con el marcado fin de desmantelar desde adentro el socialismo en Cuba.

Ante el hecho inevitable de una revolución que ha convertido a su pueblo en uno de los más instruidos del planeta, la estrategia de la propaganda burda, el mensaje grotesco y la farsa vulgar, ha sido sustituida por una avalancha de información que pareciera concebida en laboratorios, dirigida a impactar directamente en las mentes de nuestros ciudadanos.

A los ataques mediáticos cotidianos, los de los medios imperiales y los blogueros contrarrevolucionarios, se unen, como en las décadas del 60 y 70, intelectuales enemigos de nuestro proceso -cubanos y extranjeros-, enfrascados en cambiar la historia, en demostrar verdades que no lo son, y argumentar un pasado edulcorado, que solo existe en mentes impregnadas en la ideología de la clase burguesa derrotada por la Revolución de 1959.

La estrategia de atacar la historia y los valores de una nación para desmembrar su unidad, no es nueva, y tuvo como máximo esplendor, la guerra ideológica contra el campo socialista. Los ideólogos del capital, con Samuel P. Huntington a la cabeza, llegaron a afirmar que con el fin del llamado socialismo real en Europa, la historia había desaparecido. La perestroika y la llamada glasnot, hicieron el juego al imperialismo.

Estrategia imperial del desmontaje

Es difícil determinar en qué momento comenzó a utilizarse la tergiversación de la historia como arma de guerra, aunque todo indica se trata de una vieja estrategia. Ante los embates de la prensa en su contra, Napoleón Bonaparte llegó a afirmar que “…Tres diarios adversos son más temibles que tres mil bayonetas.” La Alemania de Adolfo Hitler prestó tanta atención al tema de la guerra de la información y la batalla por conquistar las mentes, que a ello denominaron el “cuarto frente”, creando un Ministerio de Propaganda, encabezado por Joseph Goebbels, famoso por su manipulación de la información, la historia y la cultura.”

Al concluir la Segunda Guerra Mundial, el mundo se polarizó, en especial, la Europa dividida bajo la influencia directa del socialismo soviético y el capitalismo norteamericano-británico. Convencido de que en el nuevo escenario el poder de las armas quedaba relegado a un segundo plano, Dwight Eisenhower, jefe de las tropas norteamericanas en Europa y años después presidente de los Estados Unidos, reflexionaba en su obra Cruzada en Europa:

“…el mundo no ha aprendido lo absurdo que es convertir la fuerza en árbitro definitivo de las discrepancias humanas… La preparación militar, por si sola, es respuesta poco adecuada al problema […] Los países en que la libertad florece, continuarán perdiendo terreno si los campeones de la democracia no oponen al fanatismo comunista el concepto claro y universal de que la libertad de los hombres está en peligro.”

Pronto Estados Unidos, a través de la CIA, inundó Europa con emisoras de radio transmitiendo noticias contra la URSS y el campo socialista. Radio Europa Libre, Radio Libertad, La Voz de las Américas, entre otras, llevaban a los habitantes de los países socialistas, mensajes elaborados en laboratorios de la información. En la obra La CIA y el culto del espionaje, refiriéndose en las estrategias de desinformación empleada entonces, los autores expresaron:

“Cuando se tiene como objetivo una sociedad cerrada, puede tener un efecto nada desdeñable la simple transmisión de informaciones y noticias que el Gobierno no desea que lleguen a conocimiento de su pueblo. Si, además, con las noticias ciertas se mezcla una hábil labor de intoxicación informativa, miel sobre hojuelas. Los oyentes, que se dan cuenta que una gran parte de lo que escuchan es cierto, tienden a creer que todo lo que se les dice es verdad.”

Agregan que, para esta misión, la CIA crea equipos integrados por sociólogos, psicólogos, historiadores y especialistas en información, que tienen por principio, encontrar “objetivos sensibles”, como por ejemplo, “los jóvenes o los intelectuales.”

Lo cierto es, que con el surgimiento del campo socialista y la consolidación de la URSS como motor impulsor del sistema socialista mundial, la guerra ideológica y cultural pasó a formar parte prioritaria del arsenal político-militar del imperialismo y la juventud, un objetivo de primer orden. Al respecto, en 1953, Allen Dulles, Director de la CIA, reflexionaba:

“Los Estados Unidos poseen el 50% de la riqueza del mundo, pero sólo el 6% de su población… En tales condiciones, es imposible evitar que la gente nos envidie. Nuestra auténtica tarea consiste en mantener esta posición de disparidad sin detrimento de nuestra seguridad nacional. Para lograrlo, tendremos que desprendernos de sentimentalismos y tonterías. Hemos de dejarnos de objetivos vagos y poco realistas como los derechos humanos, la mejora de los niveles de vida y la democratización. Pronto llegará el día en que tendremos que funcionar con conceptos directos de poder. Cuantas menos bobadas idealistas dificulten nuestra tarea, mejor nos irá… Sembrando el caos en la Unión Soviética, sin que sea percibido, sustituiremos sus valores por otros falsos y les obligaremos a creer en ellos. Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en la propia Rusia. Episodio tras episodio se va a representar por sus proporciones una grandiosa tragedia, la de la muerte del más irreducible pueblo en la tierra, la tragedia de la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia. De la literatura y el arte, por ejemplo, haremos desaparecer su carga social. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. La literatura, el cine, y el teatro, deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos. Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados artistas, que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia humana el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición. En una palabra: cualquier tipo de inmoralidad. En la dirección del Estado, crearemos el caos y la confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas como innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño, la mentira, el alcoholismo, la drogadicción y el miedo irracional entre semejantes. …Gracias a su diversificado sistema propagandístico, Estados Unidos debe imponerle su visión, estilo de vida e intereses particulares al resto del mundo, en un contexto internacional donde nuestras grandes corporaciones transnacionales contarán siempre con el despliegue inmediato de las fuerzas armadas, en cualquier zona, sin que le asista a ninguno de los países agredidos el derecho natural a defenderse. La traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos, y ante todo el odio al pueblo ruso, todo esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor. Sólo unos pocos acertarán a sospechar e incluso a comprender lo que realmente sucede. Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarles, desacreditarles y señalarles como desechos de la sociedad. Haremos parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos. Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos y pervertiremos. …Debemos lograr que los agredidos nos reciban con los brazos abiertos, pero estamos hablando de ciencia, de una ciencia para ganar en un nuevo escenario la mente de los hombres. Antes que los portaaviones y los misiles, llegan los símbolos, los que venderemos como universales, glamurosos, modernos, heraldos de la eterna juventud y la felicidad ilimitada. El objetivo final de la estrategia a escala planetaria, es derrotar en el terreno de la ideas las alternativas a nuestro dominio, mediante el deslumbramiento y la persuasión, la manipulación del inconsciente, la usurpación del imaginario colectivo y la recolonización de las utopías redentoras y libertarias, para lograr un producto paradójico e inquietante: que las víctimas lleguen a comprender y compartir la lógica de sus verdugos.”

Traspoladas en el tiempo, parecería que las palabras del maquiavélico Dulles, fuese plataforma de trabajo de la actual administración norteamericana.

Convencidos de los negativos costos económicos y sobre todo, sicológicos y morales de los impactos de las intervenciones militares norteamericanas en el mundo, los estrategas del poder buscan nuevas tácticas, en las que prevalezca la economía de recursos.

Para ello parten del criterio de la superioridad cultural norteamericana, haciendo de su modelo de vida, una de las fortalezas del sistema. Zbigniew Brezezinski, considerado el halcón por excelencia del gobierno del presidente James Carter -1977 a 1981-, manifestaba entonces que “…deseaba ayudar a que Estados Unidos se ganara los corazones y las mentes de Europa del Este.” Convertido en uno de los principales ideólogos imperiales, amigo y asesor personal del actual mandatario de la Casa Blanca, en su obra El Gran Tablero Mundial, Brezezinski, al identificar a EEUU como única superpotencia global extensa, definía los cuatro ámbitos decisivos de su poder global: militar, económico, tecnológico y cultural. Respecto a este último, refería que disfrutaba “de un atractivo que no tiene rival, especialmente entre la juventud mundial,” y añadía:

“La dominación cultural ha sido una faceta infravalorada del poder global estadounidense. Piénsese lo que se piense acerca de sus valores estéticos, la cultura de masas estadounidense ejerce un atractivo magnético, especialmente sobre la juventud del planeta. Puede que esa atracción se derive de la cualidad hedonista del estilo de vida que proyecta, pero su atractivo global es innegable. Los programas de televisión y las películas estadounidenses representan alrededor de las tres cuartas partes del mercado global. La música popular estadounidense es igualmente dominante, en tanto las novedades, los hábitos alimenticios e incluso las vestimentas estadounidenses son cada vez más imitados en todo el mundo. La lengua de Internet es el inglés, y una abrumadora proporción de las conversaciones globales a través de ordenador se originan también en los Estados Unidos, lo que influencia los contenidos de la conversación global. Por último, los Estados Unidos se han convertido en una meca para quienes buscan una educación avanzada.”

La aseveración del político norteamericano, escrita casi 50 años después de la citada estrategia de Allen Dulles, es coincidente. En el ataque a los valores identitarios de una nación, a su historia, ven la oportunidad más segura para el resquebrajamiento de la unidad nacional de un adversario.

Estas estrategias van acompañadas por las concebidas por los mandatarios norteamericanos para sus respectivos mandatos. George W. Bush, por ejemplo, aplicaba la guerra cultural pero centraba sus esfuerzos en el llamado «poder duro» o Hard Power, caracterizado por el predominio de las armas y las amenazas de intervenciones militares. Bill Clinton, proclamó el «poder suave» o Soft Power, priorizando la guerra cultural, Hollywood, los ideales norteamericanos, la diplomacia, autoridad moral y campañas para ganar «las mentes y corazones» de las poblaciones civiles en países adversarios.

La administración de Barack Obama, en cambio, ha optado por una conjunción de estos dos conceptos, fusionando el poder militar con la diplomacia, y la influencia política y económica con la cultural y legal, llamándolo «poder inteligente» o Smart Power. Este término fue definido por Joseph Nye (1937), quien fuera Sub-Secretario de Estado en la administración Carter, Secretario Adjunto de la Defensa, en la administración Clinton, representante del Club Bilderberg y Director para América del Norte de la Comisión Trilateral.

Mientras Nye era subsecretario de Defensa de Bill Clinton, planteaba que el poderío de su país en el escenario mundial no se fundaba en su arsenal nuclear ni en sus bases misilísticas, sino en la fuerza de atracción de su sistema político, el encanto de su cultura, y su liderazgo en la ciencia, los deportes, la música y la cinematografía y otras áreas del “american way of life” que no tienen que ver con las armas y los uniformes.

Otro teórico imperial en boga y relacionado con la guerra cultural, es Gene Sharp (1973), conocido como artífice de «La política de la acción no violenta», como método para utilizar el poder en un conflicto. Para Sharp,

“Los modos y resultados de un conflicto violento son bien conocidos. Las armas físicas se usan para intimidar, herir, matar y destruir. La lucha no violenta es una técnica mucho más variada y compleja que la violencia. A diferencia de ésta, es una lucha que emplea armas políticas, económicas, sociales y sicológicas, aplicadas por la población y las instituciones de la sociedad. A estas armas se les ha conocido bajo diversos nombres, como protestas, huelgas, desobediencia o no cooperación, boicot, descontento y poder popular.”

La combinación de estas estrategias, va acompañada de la manipulación mediática, conformando un conjunto de armas imperiales para la guerra cultural.

Estas, en conjunto, son armas combinadas que hoy el imperio utiliza contra Cuba. Obama, por ejemplo, no ha amenazado nunca con el empleo del poder militar contra nuestro país. Su lenguaje va en otra dirección, aparentando deseos de diálogo y cooperación, llegando a insinuar públicamente, que es Cuba quien ha quedado atrapada en la historia y no quiere, o no tiene interés, en mejorar sus relaciones con el vecino del norte. Así lo manifestó en la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, el 17 de abril de 2009, cuando los líderes del continente le exigieron la presencia de Cuba en estos cónclaves. Allí expresó:

“Para avanzar, no podemos permitirnos ser prisioneros de pasados desacuerdos. No he venido aquí para debatir el pasado. He venido aquí para enfrentar el futuro. Creo, como algunos de los anteriores oradores han declarado, que debemos aprender de la historia, pero no podemos quedar atrapados por ella.”

La demagogia del discurso de Obama, dejaba a un lado el hecho de que, Cuba vive, en su relación con Estados Unidos y a causa de su gobierno, una no relación anómala y beligerante. Los motivos hablan por sí solos:
  • No existen relaciones diplomáticas bilaterales.
  • Bloqueo económico de EEUU con su alcance extraterritorial. 
  • Acusación permanente a Cuba como violadora de los Derechos Humanos. 
  • Permanencia de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo global, elaborada por el Departamento de Estado.
  • Permanente exploración militar contra Cuba. 
  • Guerra cultural desarrollada por agencias federales como la CIA, la NED y la USAID. 
  • Presencia de la ilegal Base Naval de Guantánamo.
Estos elementos, contextualizan el momento histórico concreto en el que se desarrolla hoy la Guerra Cultural de EEUU contra Cuba y su interés en contraponer a las diferentes generaciones de cubanos.

Contra el campo socialista

La experiencia más reciente de operaciones de desmontaje de la historia nacional, tuvo lugar contra el campo socialista. Como si fuese una premonición y un aviso de la dirección del golpe principal del ataque, Ronald Reagan, acérrimo anticomunista, alertó a los jóvenes estudiantes moscovitas sobre los peligros de denigrar de la historia del país. Al intervenir ante estudiantes de la Universidad de Moscú, el 31 de mayo de 1988, subrayó:

“Los cambios no deben significar una negación del pasado. Ese es el árbol, en el que se conserva la vida en todos los tiempos, que introduce sus raíces en la tierra y saca del sol la vida. Los cambios positivos también deben salir de los valores tradicionales enraizados en la tierra y la cultura, en la familia y en el colectivo y ellos deben sacar fuerza de las cosas eternas, de las fuentes de la propia vida, que es su propia fe.”

El presidente actor, desbordó la guerra en la misma dirección que había advertido a los jóvenes estudiantes. La historia de la URSS se satanizó. De ello se encargarían las fuerzas del imperialismo y los enemigos internos del socialismo. Ello despertó reacciones de indignación contra la glasnost. El 13 de marzo de 1988, en un artículo del diario Sovietkaia Rossia, firmado por Nina Andreeva, bajo el título “No renunciar a los principios”, se expresaba un fuerte repudio por la forma en que se denigraba la historia de la nación por todos los medios de prensa. La dirección del Partido Comunista de la URSS, no reaccionó ante tales hechos.

El general soviético Serguei Leonov, en su libro Via crucis de Rusia, 1991 – 2000, expresaba apesadumbrado que “…la historia de las naciones siempre guarda tanta basura inflamable que basta con acercarle un fósforo para que comience a arder una casa que se construyó con tanto trabajo.”

Esta cita nos remonta a nuestras guerras de independencia, en especial la de los Diez Años, cuando el mayor general dominicano Modesto Díaz escribiera al también mayor general Vicente García por motivo de la sedición de Lagunas de Varona:

“Compañero, todos los pueblos tienen un pomo de veneno, que, guardándolo tapado, no hace daño. Cuba tiene el suyo y usted lo ha destapado… iAlgún día le pesará!”

Explicaba Leonov en su obra que “…Todo lo doloroso, trágico y humillante para el individuo que tuvo nuestra historia reciente, se sacaba a la luz, se concentraba en potentes blockbusters que día tras día martillaban en la cabeza del azorado televidente. Era preciso crear la impresión de que en los 70 años de poder soviético ni el país, ni el pueblo tuvieron nada bueno; los mostradores vacíos, las grandes colas y los rostros exhaustos eran imágenes constantes en la televisión. La misma situación reinaba en las publicaciones.”

El Otrora secretario general del Partido Socialista Unificado Alemán, Erick Erich Honecker, meditaría en sus memorias publicadas en Berlín en 1994:

“…El hecho de desfigurar la historia del socialismo, hizo el trabajo ideológico más difícil entre la juventud. Aquellos que se reclamaban de un socialismo sin tacha para subrayar los fracasos y los errores, jugaron un papel de disgregación. Muchos perdieron así su fe en los ideales socialistas. Revelar las debilidades y los errores era un aspecto necesario para clarificar lo que se debía hacer mejor en el futuro y en el presente. Había que sacar las enseñanzas necesarias. Pero ¿qué es lo que intervino para desorientar a todo el mundo? Hubo una toma de distancia radical con la historia del socialismo. Ésta se desarrolló a través de los medios pero también mediante la difusión de libros, en el curso de representaciones teatrales… El socialismo aparecía como el camino del crimen y el engaño. (…) campañas caracterizando al Partido como reaccionario y al socialismo como una forma de feudalismo. Se sembró la duda, nuestros ideales fueron sacudidos. Todos los valores fueron nuevamente cuestionados. Fue una reevaluación general de todo el camino lleno de espinas que el socialismo había recorrido. Ni la victoria sobre el fascismo escapó a esto. No se trataba de un análisis de la historia que permitiera tener en cuenta un desarrollo general acompañado de fallos y errores. No, todo lo que hasta entonces había sido considerado como correcto fue cuestionado, incluida la Revolución de Octubre. Se analizaban los fallos y errores cometidos en la construcción del socialismo de una manera que cuestionaba las conquistas y los ideales de esa sociedad alternativa al capitalismo explotador. Nuestra debilidad consistía en no haber conseguido dar vida a todos los aspectos de nuestros ideales socialistas para cada individuo.”

A la opinión de Honecker se unía la voz de Egon Krenz, último dirigente comunista de la RDA:

“Comenzaba una nueva evaluación de todos los valores, no solo de los valores políticos, sino de toda la cultura mundial de valores. Los valores ideales perdieron en importancia. El pragmatismo material dominaba.”

Tras la caída del Muro de Berlín y el derribo de estatuas y símbolos patrios, hoy las naciones ex socialistas reescriben la historia de acuerdo a los intereses de sus nuevos gobernantes. Se llega al punto de que la República Checa ha cambiado la fecha de celebración de la derrota sobre el fascismo alemán: ahora el día de la liberación no referencia la entrada de los comunistas checos y soviéticos al país, sino la del encuentro con las tropas norteamericanas, muchos días después, de los oficiales alemanes que escapaban de aquellos.

Son estos apenas algunos ejemplos de los daños causados a las naciones socialistas por la estrategia de guerra cultural del imperio. Cabría preguntarnos: ¿Cuantas de las situaciones descritas se dan hoy en nuestro país?

Un hecho parece inconmovible en la mentalidad imperial respecto a Cuba y su revolución. La guerra contra la generación histórica encabezada por Fidel y Raúl, la perdieron. La apuesta es contra el relevo. Otro hecho cierto e irrefutable, es que el imperio no perdonará jamás a la generación que con su ejemplo y acción levantó una revolución que inspiró a los pueblos del continente en la defensa de la dignidad y la soberanía. Tampoco perdonarán a sus hijos patriotas, decididos a mantener en alto las banderas soberanas enarboladas por sus gloriosos antepasados.

El desmontaje de la historia de Cuba

En su discurso por el XX Aniversario de la fundación de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, nuestro Comandante en Jefe dijo:

“… Para nosotros, la historia, más que minuciosa y pormenorizada crónica de la vida de un pueblo, es base y sostén para la elevación de los valores morales y culturales, para el desarrollo de su ideología y su conciencia; es instrumento y vehículo de la Revolución.”

Estoy seguro que coincidimos todos, en que la historia de Cuba es el más seguro sostén ideológico de nuestro proyecto nacional. Ella se yergue como arma e instrumento de maestros, políticos y ciudadanos, para el afianciamiento de la identidad nacional y sus más genuinos valores.

Para instrumentar sus campañas de desmontaje de nuestra historia, el imperialismo cuenta con las siguientes fuerzas:
  • El gobierno de EEUU y la CIA a través de sus agencias y tanques pensantes. 
  • Contrarrevolución cubana en EEUU, en especial Miami.
  • Contrarrevolución cubana en España, México, Francia, y otros países.
  • Contrarrevolución interna, blogueros contrarrevolucionarios, prensa “independiente”, etc. 
  • Historiadores e intelectuales hipercríticos, no comprometidos, desafectos o prejuiciados con el proceso revolucionario.
Dentro de las direcciones fundamentales del desmontaje, se encuentran:
  • Exaltación de la década del 50 y la figura de Fulgencio Batista. Se trata de hacerlo ver como “el salvador” de una situación de caos provocada por el ganterismo y pistolerismo de los gobiernos auténticos y promotor de supuesto un boom de desarrollo económico que puso a Cuba en una posición privilegiada, respecto al resto de los países del continente.
  • Idealización del pasado capitalista, sobre todo en las esferas económicas y culturales y contraposición con los éxitos alcanzados por la revolución en estas esferas. En este sentido, se mide la historia por cifras concretas de la cantidad de televisores, refrigeradores, radios y autos, entre otros, por habitantes y su comparación con el resto del continente, ignorando el resto de los parámetros sociales y económicos que sumían al país en una permanente crisis estructural, sobre todo en el campo. Nada se dice de la corrupción generada y aupada por Batista y el resto de los gobiernos pre revolucionarios.
  • Reescritura de nuestras guerras de independencia y revaloración de la burguesía nacional que emergió con la neocolonia. El contrarrevolucionario Carlos Alberto Montaner, por ejemplo, clasifica el siglo XX como de repúblicas mambisas, revoluciones y dictaduras. Las primeras, hasta el gobierno de Mendieta, por estar encabezadas por representantes del mambisado cubano. Como revoluciones identifica la de los sargentos del 33 y el golpe de estado del 10 de marzo, y como dictadura, la revolución cubana de enero de 1959.
  •  Sobrevaloración de los artistas e intelectuales cubanos que marcharon al exilio tras el triunfo de la revolución. Aprovechando las bondades de Internet, y la prensa digital, se potencia la imagen de estos y cuelgan sus obras en la red, haciendo a la revolución como culpable de la represión de sus ideas y obras.
  • Establecimiento de una política de premios que prioriza y estimula a los intelectuales que emiten juicios críticos contrarios al proceso histórico de la Revolución. Ello ha sido una práctica del gobierno de los EEUU, instrumentado fundamentalmente a través de terceros países y agencias internacionales.
  • Intentos de sembrar la división interna en el pueblo alimentando desconfianzas, rencores históricos y celos, por diferencias generacionales, raciales o de géneros. Un ejemplo reciente de ello ha sido el tratamiento descontextualizado dado al tema de la represión de los independientes de color desde EEUU, haciendo casi culpable a la revolución del racismo heredado de un colonialismo brutal y una república segregacionista.
  • Satanización del proceso revolucionario, sus líderes, artistas, e intelectuales comprometidos con él. Todo lo vinculado con la revolución es malo. No se pierde oportunidad para ofrecer informaciones que denigren la integridad de quienes la dirigen o quienes brillan por sus cualidades como artistas o intelectuales. Se magnifica el prestigio de los que se han marchado de la isla.
  • Creación de sitios en Internet diseñados para fomentar la nostalgia por el pasado. La avalancha de imágenes en fotos o videos de un capitalismo paradisiaco, invade constantemente la red, llevando a las mentes la añoranza por una Cuba de glamour, mercados, turismo y prosperidad. Ante las imágenes que circulan, entre ellas las Obras en construcción del Presidente Batista, la Revolución parece innecesaria.
  • Promoción de actitudes desmovilizativas, apolíticas y desideologizadas, entre artistas e intelectuales, fundamentadas en la historia. El fin de las ideologías se trata de inducir a través de una campaña permanente de descrédito del Partido Comunista de Cuba en todas las épocas. Para ello no escatiman esfuerzos y, en análisis descontextualizados, lo vinculan a Batista por un lado, o lo dibujan como marioneta eterna del PCUS y el comunismo internacional. Se magnifican sus errores y no se identifican aciertos. Lo ideal entonces, es renunciar al partidismo comunista. Con ello se persigue desmovilizar la continuidad del actual Partido Comunista y la UJC.
  • Hacer ver la revolución como un proceso de privaciones, agonías y sufrimientos. Eliminar la alegría de la épica revolucionaria y sus triunfos. La vieja táctica de identificar la revolución como un proceso de amargas experiencias coincide con la desplegada por el imperialismo contra la URSS. Se sataniza el salvador racionamiento, las necesarias movilizaciones militares o económicas, el internacionalismo y la solidaridad, las relaciones con el campo socialista, entre otros.
  • Vincular el rumbo socialista con el fracaso del proyecto de revolución. Se contrapone el supuesto desarrollo de la Cuba capitalista al proyecto socio político de la revolución cubana. En el espejo de la contrarrevolución, sólo se ve la opulencia de la sociedad de consumo y no sus lacras. Se llega al punto de insinuar que Machado no pudo desarrollar más a Cuba porque Mella, Villena y los comunistas, le boicotearon su proyecto de nación. El mismo enfoque emplean contra la figura de Fidel.
En esta guerra cultural, el enemigo, de manera ofensiva y activa, emplea todas las oportunidades que brindan la tecnología y la modernidad, en especial, aprovechando de manera óptima las posibilidades de Internet.

Para ello colocan libres en la red, por ejemplo, los libros escritos por de Batista, Machado, personeros civiles y militares de la seudo república, traidores a la revolución, y estudiosos enemigos de esta. El enfoque maniqueo que por mucho tiempo caracterizó el análisis de la república neocolonial, llevó a generaciones de cubanos, a ver a los personeros de aquella época como simples marionetas imperiales y a la república nacida en 1902 como carente total de virtudes. La exposición libre de estas publicaciones, introduce el germen de la duda y el cuestionamiento, al ofrecer acceso a los argumentos de los representantes del imperialismo y la burguesía nacional y a fuentes hasta ahora desconocidas o inaccesibles para estudiosos o pueblo en general.

En el caso de Batista, caracterizado por varias generaciones como el usurpador sargento taquígrafo, hoy se escriben profusas biografías tratando de demostrar sus dotes de hombre de estado lleno de cualidades para la organización de la economía, la cultura y el desarrollo integral de la nación. Nada se dice del inescrupuloso bandido anticomunista que asesinó a Guiteras, quien fungió en la isla como el más fiel representante del imperialismo yanqui de quien se decía era “su hombre fuerte”, ni de las corruptelas que lo convirtieron en uno de los hombres más ricos del país.

La organización de eventos internacionales para analizar la historia de Cuba desde la perspectiva imperial, es otra práctica imperial a la que hoy se dedica presupuesto. Lo mismo a la edición de obras de traidores o enemigos de la Revolución.

En Miami, por ejemplo, los cantores del capitalismo cubano, escriben y publican decenas o cientos de obras de historia, muy bien definidas en la ideología que profesan, que es la que quisieran imponer en la isla de caer la revolución.

Allí también se escribe de Martí, de Gómez, de las Guerras de Independencia, y de los héroes del llamado exilio cubano, que no son otros que los mercenarios de Girón, los bandidos del Escambray, los terroristas que han llenado de luto a las familias cubanas desde enero de 1959. Para aquellos personeros, que celebran también, con sus interpretaciones y matices, el 28 de enero, el 24 de febrero y el 10 de octubre, el 20 de mayo es la fecha de mayor significación en nuestra historia.

Y como la guerra es total, escriben desde allá, o en contubernio con apóstatas de acá, las historias de las provincias y municipios, en contraposición al proyecto que comenzó el movimiento de activistas de historia y que hoy se materializa en el Programa Nacional de Historia con las síntesis históricas provinciales y municipales.

Volviendo a los ciber escenarios, es necesario meditar profundamente en el daño que representan las llamadas enciclopedias virtuales, facturadas ideológicamente por personas que nada tienen que ver con nuestra concepción de nación o ideología. Wikipedia y Encarta, se han convertido en fuentes de consultas cada vez más frecuentes de estudiantes y profesores, quienes después llevan a las aulas los errores y tergiversaciones que estas promueven.

Por ejemplo, al referirse a Camilo Cienfuegos, después de elogiar su figura de manera que parece tomada por una obra escrita desde la Revolución, concluye afirmando que:

“Al margen de la versión oficial existen numerosos rumores sobre los hechos que rodean a la muerte de Cienfuegos. La mayoría de ellos apuntan a un asesinato ordenado por Fidel Castro.”

Del Che, de manera idéntica, tras resaltar su imagen, lo estigmatizan como responsable de fusilamientos masivos, afirmando que murió en Bolivia abandonado por la revolución. Wikipedia concluye que “…Guevara fundó el sistema cubano de campos de trabajo, cuando estableció el primero de ellos en Guanahacabibes, para reeducar a los directores de empresas estatales considerados culpables de violaciones a la «ética revolucionaria». Jorge Castañeda, en su biografía del Che Guevara, ha señalado que, tras la partida de Guevara de Cuba, «estos campos fueron utilizados para enviar disidentes, homosexuales y, más de dos décadas después de la muerte de Guevara, enfermos de sida».

Lo más preocupante es que nuestros niños y jóvenes consultan estas fuentes y repiten en las aulas sus tergiversados contenidos, sin que muchas veces el profesor que tiene delante tenga argumentos para rebatirlos. El germen cala y se reproduce.

La propia Wikipedia, al mencionar a los impulsores de la revolución, menciona a Fidel, Raúl, el Che, Camilo, Almeida y Huber Matos, dando a este último un protagonismo histórico que nunca tuvo y colocándolo en el campo visual de una nueva generación que de él poco o nada sabe.

Estos temas, pululan además en los cientos de discos piratas que hoy se venden libremente, con facturaciones tendenciosas o abiertamente contrarrevolucionarias.

Como enfrentar el desmontaje

Es obligación de los historiadores revolucionarios, comprometidos con su pueblo, asumir un protagonismo más activo y responsable, en la Cuba de hoy.

Para ello debemos despojarnos de prejuicios y maniqueísmos y cubrir, con total valentía y objetividad, desde la Revolución, los vacíos historiográficos que aprovecha el enemigo para agredirnos. En esta batalla, debe prevalecer la ciencia y no el discurso, pues la historia se puede interpretar, pero no cambiar al antojo de un autor o adecuar a una circunstancia. Con el paso del tiempo, cuando ello ocurre, los daños son más grandes.

Internet nos ofrece infinitas oportunidades, que debemos aprovechar con total profesionalismo. No nos podemos dar el lujo de fomentar una EcuRed con errores, ni páginas virtuales con trabajos inacabados o no correctamente revisados por las instituciones responsables.

El historiador debe velar por el cuidado del patrimonio de la nación y exigir por ello permanentemente. Debe sentir y sufrir los olvidos y la dejadez y convertirse en un motor de impulsos para romper inercias.

Las fuerzas de los historiadores cubanos son hoy mayores que nunca. La UNHIC, la Academia de la Historia, las Oficinas de los Historiadores de las ciudades patrimoniales, con el ejemplo guía del Dr. Eusebio Leal, sacerdote del trabajo y el sacrificio, la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, Las Universidades, Centros de Investigación, el CITMA, el Instituto de Historia de Cuba, todos, conforman un poderoso y talentoso ejército en el que puede confiar nuestros ciudadanos.

Unidos nuestros esfuerzos al ICRT y los Ministerios de Educación y Cultura, estaremos en mejores condiciones para trazar estrategias seguras en los combates que nos impone el imperialismo en el ciberespacio, o en cualquiera de los escenarios tradicionales de la guerra. Fidel, Raúl y nuestro pueblo, podrán contar, por siempre, con esta pujante, comprometida y resuelta tropa. El congreso que hoy iniciamos así lo evidencia.

Muchas gracias.