Como discípula tuya, es siempre un placer y un honor leer tus aportaciones, esos temas, que doy fe, muchos docentes no se atreven, no quieren, o no saben tratar en sus clases.

Contaré algo que no te he contado, y creo que es buen momento.

Cuando preparaba mi proyecto de máster, le comente a un docente, durante su clase, mi intención de imputar, en la partida de costes, los costes medioambientales de mi proyecto, porque entiendo que en los resultados de una empresa se deben contemplar también los beneficios y los costes que ésta supone a la sociedad y al entorno físico. Su respuesta fue contundente; “si los incorporas, reducirás el beneficio neto y tu proyecto pasará a ser menos atractivo para el inversor. Tú misma, pero ten en cuenta que ese es uno de los factores que tendrán en cuenta en tu evaluación, un rápido retorno de la inversión”. No le hice caso.

Este es un ejemplo de lo que se enseña en la Facultad, rápido retorno, altos beneficios económicos, rápido crecimiento, internacionalización… Más de lo mismo. 

De poco sirve que se incluya contenidos sobre responsabilidad social, si después caen en saco roto, cuando lo que prima es el beneficio económico.

Pero dentro de esa tendencia generalizada a seguir la inercia capitalista, alguna voz se alza con un discurso distinto, esa es la tuya. Unos te tacharan de romántico trasnochado, otros de loco, e incluso de integrista del anti-capitalismo, da lo mismo. Siempre hay algunos pares de oídos a los que llega el mensaje y algunos cerebros que, tiempo después, recordarán que ciertos vaticinios que alguien les contó, se están cumpliendo y no estaba tan desacertado como parecía. Cuestión de tiempo.

Ninguna sociedad ha evolucionado en sus formas de comportamiento en dos días, ni en dos clases lectivas. Pero para que evolucione, hace falta gentes como tú, dispuestos a compartir otro conocimiento, otra visión de los hechos, otras opciones de futuro… aunque, en muchas ocasiones, nadar contracorriente sea desalentador y extremadamente cansado.

Gracias Tasio.