viernes, 7 de junio de 2013

Sobre ENCE y sus repercusiones


Fotografía: Juan Mejuto


Este sábado pasado, 1º de junio, se celebró la tradicional marcha contra la papelera ENCE (en realidad no es una verdadera papelera: no completa el ciclo de fabricación, porque sólo produce la pasta de papel). Es la antigua Empresa Nacional de Celulosas, privatizada, como tantas cosas, desde hace años.

Desde las alamedas de Marín y Pontevedra, salen, con precisión litúrgica, los primeros sábados de junio, dos manifestaciones confluyentes ante la fábrica situada en el lugar de Lourizán, para pedir el cierre del llamado "complejo ENCE-ELNOSA", aunque en rigor, y desde hace mucho tiempo, ambas empresas son entidades perfectamente separadas en lo funcional y separables en el espacio.

El deseo de expulsar de la ría a esta empresa es en Pontevedra una cuestión muy visceral. Los agravios son muchos, comenzando por el mal olor de sus emisiones gaseosas, hoy no tan agresivo, y la contaminación por gases y efluentes líquidos vertidos a la ría. Además, su ubicacion cortó el desarrollo natural de la ciudad hacia Marín a lo largo de la costa, forzándola a crecer hacia el interior. Parte del municipio, los lugares de Os Praceres y Estribela, están de hecho fusionados con el casco urbano de Marín, pero separados de Pontevedra por el susodicho complejo industrial.

Más grave es el problema que supone ELNOSA, empresa que se situó junto a ENCE para suministrarle cloro, cuando realizaba con este elemento el blanqueo de la pasta.

El cloro es un gas peligroso, y su fabricación debe alejarse de lugares habitados. Además, se produce por electrolisis con cátodo de mercurio, y bastan pequeñas pérdidas de este metal pesado, nunca evitables por completo, para hacer llegar a la cadena trófica metilmercurio. Esta sustancia, altamente tóxica, ingerida a traves de pescados y mariscos, causó en Japón la enfermedad de Minamata. No es el caso de Pontevedra, aunque se ha intentado relacionar a ambas empresas con diversos trastornos de salud, cosa nunca fehacientemente demostrada.

El clamor popular llegó tan lejos, que Geenpeace realizó allí una de sus espectaculares demostraciones. La repercusión mundial de esta actuación de los ecologistas fue suficiente para que la empresa se planteara cambiar su método de blanqueo, sustituyendo el cloro por oxígeno. El producto es más caro, y por eso hay pocas empresas en el mundo que empleen el procedimiento. Pero la pasta es de buena calidad, con el marchamo de producto ecológico.

Desde entonces desaparece la vinculación necesaria entre las dos empresas, y sus casos deben analizarse por separado.

Mientras tanto, ENCE había sido denunciada por delito ecológico continuado. Tras un proceso muy largo, fue condenada, cuando la causa desencadenante había desaparecido. La empresa no llegó a recurrir la sentencia, que todavía se esgrime contra ella aunque actualmente cumple las exigencias europeas referentes a la contaminación del medio ambiente.

De manera que las contaminaciones que se siguen aduciendo son en su mayor parte cosa del pasado. De hecho la ría sufre más por los vertidos orgánicos poco o nada depurados de las poblaciones costeras.

La presión para su marcha tiene también otro motivo, que también hay que situar en el pasado. Es la pérdida de valor de los terrenos donde se sitúa y de los adyacentes. Una linda zona de playa ha desaparecido; un posible desarrollo urbanístico, altamente especulativo, se esfumó también. Porque con la que está cayendo, aunque desaparezca la factoría, es poco esperable el precioso complejo residencial (y turístico) que pudo haber sido y no fue.

A partir de estos males reales, contrapuestos a una añorada imagen, ya imposible, se han hecho propuestas de cierre sin más, de traslado a otro lugar, incluso sin salir del municipio, Y por otro lado, de sacar partido al daño hecho, mediante compensaciones a cargo de la empresa o del estado, o completando el ciclo productivo con una verdadera manufactura del papel. 

Por acción u omisión, el oportunismo de varias fuerzas políticas, sea para captar votos o para no perderlos, hizo de la desaparición de la factoría un motivo de batalla electoral, en la que casi nadie se planteó otra cosa que un radical "que se vayan" o un apoyo con sordina. Curiosamente, algunas de estas fuerzas parecen tener un doble discurso, porque mientras se han opuesto, por ejemplo, a completar el ciclo, han propiciado las facilidades exportadoras de la empresa, con la construcción de un gran puerto por el que sale la pasta (la de papel, que la otra sigue otros caminos) y una agresiva línea ferroviaria que, contra toda ley, atraviesa una plaza pública en Os Praceres.

Hace años publiqué en la prensa el artículo al que aquí os reenvío. Las circunstancias ahora son otras. Se mantiene el espíritu de lo que entonces dije. Pero datos nuevos me hacen volver sobre el tema.

Repasemos la historia. La factoría ahora privada se constituyó como empresa pública, y se instaló en terreno ganado al mar, sobre una de las pocas playas de la ciudad. En 1988, la ley de costas de Cristina Narbona dio un plazo de treinta años para que las industrias establecidas en la zona marítimo-terrestre se trasladaran a otro lugar. Queda ya poco tiempo para esa fecha, el 2018. Idealmente habría que devolver la zona a su estado original. Ahora eso es imposible. Hay una autovía entre la fábrica y la ría, recientemente enlazada con otra por un gran nudo.

Pero la fecha tope seguía ahí para poner fin a la concesión... hasta que el actual gobierno se ha propuesto reformar la Ley de Costas, abriendo la posibilidad de que la fábrica permanezca más allá del 2018. Con ello se vuelve a abrir el debate sobre ENCE. Ahora, más que su cierre, se pide su traslado.

No voy a detenerme ahora sobre razones poco confesables del gobierno para su nueva Ley de Costas. Temo que pretendan volver a la especulación urbanística, en los pocos lugares idílicos que aún quedan por enladrillar, y en los que aún habría "demanda solvente".

Volviendo a nuestra ría, desde luego que hubo alternativas mejores para la naturaleza, el paisaje y el desarrollo urbano. En tiempo pasado, porque ahora hay que tener en cuenta otras circunstancias.

Por una parte, se trata de una empresa estratégica. Su producción es enorme. Su consumo de agua, también. Por esta razón necesita un río cercano de cierto caudal, y un lugar (mar o gran río) para el vertido del agua usada, dejando a un lado el tema de la necesaria depuración. No hay muchos lugares en Galicia que cumplan ambas características. En todo caso, lugares que plantearían problemas semejantes.

Además, fracasado el proyecto de instalar una papelera que cerrara el ciclo productivo, y siendo el proceso más caro y la exigencia ecológica menor en nuestro país, la mayor parte del producto se exporta. Precisamente a través de un gran puerto, poco respetuoso con la ría, realizado sobre grandes rellenos y nada atento al equilibrio de la ría. Puerto que se vio impulsado por algunos políticos contrarios a la factoría. Contradicciones que habría que explicar, porque puerto y ferrocarril están claramente al servicio de esta industria.

El cierre, dado el volumen de madera que consume, y que en gran parte procede del país, trastornaría brusca y gravemente la producción de vastas plantaciones de eucalipto. Este árbol alóctono sobrepuebla los montes gallegos, hay que decir que con el beneplácito de las comunidades y particulares que se benefician de él. Seguramente debería pensarse en una repoblación con especies nobles, pero menos lucrativas. En todo caso, haría falta una estrategia sustitutoria, difícil de realizar en poco tiempo y en difíciles condiciones económicas.

El traslado de la factoría significa desmontar todo lo trasladable a otro lugar y derribar la obra civil. Durante el tiempo necesario cesaría la producción, con toda una cadena de repercusiones. La alternativa es mantenerla a pleno rendimiento mientras se construye otra igual, duplicando elementos que luego no se aprovecharían. En ambos casos habría enormes costes que no sabemos quién tendría que pagar. ¿Estaría la empresa dispuesta a asumirlos?

Pero además, ¿a qué lugar llevarla? Otras rías semejantes plantearían los mismos o mayores problemas, y no sería el menor el rechazo de la población. Porque cuando se instaló, la empresa fue bienvenida en nombre de la prosperidad que, se suponía, iba a proporcionar. Pero ahora...

Hay propuestas ridículas de traslado, como la de que se mude a una zona industrial dentro del municipio. El agua saldría del mismo río, pero habría que añadir a los demás costes el energético de bombearla a otro nivel. Y volvería al mismo mar.

No es fácil, no, el traslado. Y el cierre, si la empresa lo decide para salirse de la ecuación, porque como empresa privada puede hacerlo en cualquier momento, dejaría un vacío productivo en muchos sectores. Se añadiría más paro al existente, por pérdida de empleos directos y por los indirectos en transporte y explotación forestal. Tengo serias dudas de que un milagroso auge del marisqueo, cuyos problemas tienen otras causas, fueran sustitutorio.
 

La empresa ya tiene previstos planes para el caso de cierre. Ha trasladado parte de su producción a su factoría de Navia, por cierto nada ecológica, porque sigue blanqueando con cloro.

Pero los detractores se niegan a considerar alternativas al cierre. La Asociación pola Defensa da Ría (APDR) se opone a la permanencia. Personalmente pregunté a uno de sus más significados representantes si estaría dispuesto a un debate sobre el tema. Me contestó sencillamente que no. La propia inercia de la opinión consolidada hace que esta batalla se vea aún como fuente de réditos políticos.

Aunque hay otras opiniones algo menos públicas. Los sindicatos, por razones obvias, se oponen al cierre. Los que de una u otra forma se benefician de la madera y de su transporte, también. Y otras personas preocupadas por el vacío que dejaría. No el vacío físico (sin asomo de ironía lo digo ¡qué bien quedaría un parque en ese lugar!), sino el vacío productivo e industrial.

Personalmente, luego de haber pertenecido durante años a la APDR, creo que su postura no es verdaderamente ecologista, por varias razones.

En primer lugar, porque su desaparición de esta ciudad no supone que se deje de fabricar, y de consumir, papel, que probablemente se produzca con sistemas más contaminantes, en un lugar semejante. Este planeta es único y el daño ecológico no conoce fronteras. El ¡que se vayan! sin más, es localismo NIMBY (*). Con este criterio de defensa a ultranza de lo local, ajena a toda planificación racional, tenemos en Galicia tres grandes aeropuertos, dos escuelas de ingeniería industrial, etc. Y pronto tendremos un tortuoso tren de alta velocidad que llegará hasta Vigo, pasando por Santiago.

En segundo lugar, en el futuro (ya es presente, aunque se disimule) el encarecimiento del transporte exigirá
la producción y distribución de proximidad. Proximidad de la materia prima al lugar de transformación, proximidad de todo el ciclo productivo, proximidad del lugar de consumo. Si una región necesita papel, debería producirlo. Sin entrar en la extensión de la región, probablemente muy variable según el producto de que se trate. Nada de naranjas de la China ni papel de Uruguay. El transporte es un consumo más.


En relación con esto, habría que evaluar lo que cuesta no producir el papel en Pontevedra. Tras gastar enormes cantidades de agua, hay que desecar la pasta, para volver a humedecerla en el lugar de fabricación del papel. La alternativa es transportar el agua hasta su destino. El dilema es claro: o más empleo de agua, y de energía para desecarla, o más empleo de energía para transportarla, además de la empleada para transportar la pasta. Pero para el capital, todos los procesos, sean productivos, destructivos o simplemente inútiles, entran en el PIB...

En tercer lugar, destruir para reponer una situación anterior no siempre es rentable, y no lo digo en términos económicos, sino ecológicos y energéticos. Tengo una fábrica, que puede ser conveniente (o no) mantener. Luego tendré en este lugar un parque, pongo por caso. Pero en algún otro tendré escombros vertidos, a un terreno o al fondo del mar. Y en medio, de todos modos, consumo y degradación energética.

No debéis entender que me opongo a todo cambio, por el hecho de que mantener lo existente sea menos costoso que alterarlo. Pero es importante evaluar en cada caso los pros y los contras. En el caso que nos ocupa, evaluar la contaminación, los vertidos. La mala ubicación urbanística, pero tal vez buena situación estratégica. Los puestos de trabajo. Los posibles cálculos empresariales y sus repercusiones. Los cambios en el entorno, porque la propia existencia de la fábrica ha producido ya una evolución urbana irreversible, que no se corregirá como si nada hubiera pasado. En esto consiste el devenir histórico, que parte siempre de lo dado, bueno o malo.

Precisamente necesitamos grandes cambios. Cambios de modelo productivo, disminución y relocalización de la producción y el consumo, y sobre todo planificación. No confundir deseos, que son infinitos, con necesidades, que son objetivables, y su satisfacción, que tiene límites. Y no dar nunca un paso sin tener planes para afrontar sus consecuencias previsibles, sin perder de vista un proyecto de sociedad distinto, pero que necesariamenrte parte de donde parte y que no podemos recomenzar siempre desde cero.

No puede reducirse la cuestión a la trampa saducea que encierra la pregunta: ¿estás a favor, o en contra de la continuidad de ENCE en Lourizán?

Porque mi respuesta sería: depende.

Propondría, para un debate amplio y serio, considerar los siguientes puntos:

Sobre estrategia productiva:
  • ¿es necesaria, o simplemente conveniente la existencia de esta industria en Galicia?
  • ¿está bien situada, en función del suministro de energía y materias primas, servicios auxiliares, evacuación de residuos, fuerza laboral, distribución del producto?
  • ¿forma parte de un ciclo productivo más amplio, incluyendo el papel y sus derivados?
  • ¿qué perjuicios podrían derivarse de su alteración o desaparición?
Sobre ordenación urbanística:
  • ¿ocasiona beneficios o perjuicios a las personas, en especial a los habitantes más próximos?
  • ¿existe otra ubicación mejor, menos agresiva, dentro o fuera del municipio?
  • ¿es trasladable en términos económicos y ecológicos?
  • ¿hay alternativas mejores para el uso de esos terrenos?
Sobre contaminación y gestión de residuos:
  • ¿cuáles son los niveles de contaminación reales, cuáles los límites legales?
  • ¿cuáles los deseables, alcanzables y exigibles?
  • ¿se ha analizado la repercusión de sus residuos, en relación con el total de residuos sólidos, líquidos y gaseosos de otro origen?
  • ¿puede mejorarse la gestión de esos residuos?
Sobre el empleo:
  • ¿cuántos puestos de trabajo directos genera esta industria?
  • ¿cuántos pueden estimarse como inducidos o derivados de su actividad?
  • ¿cuántos podrían generarse por actividades alternativas, impedidas o dificultadas actualmente por la empresa?
Sobre la gestión de los recursos naturales:
  • ¿se ha analizado globalmente la gestión forestal en Galicia?
  • ¿es deseable mantener el eucalipto como la mejor opción en política forestal?
  • ¿debe realizarse un estudio de alternativas a este árbol, y en general para la industria de la madera?
  • ¿cuál es el origen de la madera utilizada?
  • ¿cuál es el balance energético de esta industria, y qué fuentes de energía utiliza?
Sobre costes ecológicos:
  • ¿qué balance ecológico existe, en términos de energía y recursos, entre la permanencia de la industria y su traslado?
  • ¿cómo se gestionarían los residuos generados por su demolición?
Sobre compensaciones:
  • en caso de permanencia ¿cómo se podría compensar a las personas perjudicadas por la empresa en su actividad?
  • en caso de desaparición ¿qué compensaciones habría que exigir por los daños causados históricamente? ¿a quién habría que exigirlas, directa o subsidiariamente?
Este último punto es muy importante, porque:
  • se han causado perjuicios a toda la población por el trastorno urbanístico al planeamiento, en su momento y de modo permanente
  • notable deterioro del bienestar de las personas que han sufrido y sufren por los malos olores de los efluentes gaseosos y por la contaminación del medio marino
  • notable perjuicio económico a las propiedades rústicas y urbanas situadas en su entorno, claramente devaluadas
  • común a todas la industrias depredadoras, y por tanto no específico, el daño al planeta, por el consumo de recursos materiales y energéticos no renovables, o lentamente renovables en relación con la velocidad de reposición, y por el vertido al medio de residuos contaminantes
Todo esto entraría en el balance. Sólo después podría tomarse de forma responsable una decisión.

Es imprescindible sustituir los intereses coyunturales, personales y locales, por el bien de toda la comunidad. Analizar globalmente para planificar. Tomar conciencia de que el individualismo y el localismo, al final, son suicidas.

Es este un reclamo (urbi et orbi) para la toma de conciencia de la población.

Y para todas las fuerzas políticas, a las que el localismo y el oportunismo perjudican más de lo que ellas mismas creen.


Juan José Guirado

_____________
(*) Not In My Back Yard (no en mi patio trasero), SPAN, versión castellanizada, Sí, Pero Aquí No.

1 comentario:

  1. Un año después de publicado este artículo, la entrada en él de numerososos lectores, coincidiendo con la fecha de la tradicional "marcha contra celulosas", me ha llevado a releerlo.
    Y he reparado entonces en un párrafo del mismo:
    "Con este criterio de defensa a ultranza de lo local, ajena a toda planificación racional, tenemos en Galicia tres grandes aeropuertos, dos escuelas de ingeniería industrial, etc. Y pronto tendremos un tortuoso tren de alta velocidad que llegará hasta Vigo, pasando por Santiago."
    Un mes y medio más tarde ocurrió la tragedia de Angrois.

    ResponderEliminar