martes, 11 de diciembre de 2012

La prosperidad consumista del capitalismo, excepcional en la historia

  
Pues esperemos que el estado de excepción sea transitorio.

De una entrevista a Renán Vega Cantor, historiador y economista colombiano:

Mientras hay vida...

...es bueno recordar el carácter contradictorio de la agricultura capitalista por excelencia, que es la de los Estados Unidos. Si la agricultura de este país se analiza en términos estrictamente económicos, uno puede estar de acuerdo con los análisis convencionales de los economistas que la exaltan como la agricultura más productiva que jamás ha existido. De ahí deducen que el capitalismo puede vivir sin agricultura campesina, la agricultura se puede tecnificar al máximo –en Estados Unidos solamente el 2 por ciento de la población económicamente activa se dedica a la agricultura-, se pueden usar todo tipo de innovaciones tecnológicas, la tierra se puede tratar como cualquier otro medio productivo y los resultados, en términos económicos, son espectaculares. Como resultado de todo ello, Estados Unidos exporta sus excedentes agrícolas a muchos países del mundo. Pero esta es una visión terriblemente economicista, y muy limitada. Si tenemos en cuenta no los costos económicos, sino los costos ambientales, esta agricultura es la peor de todos los tiempos. Esto se demuestra con cifras muy elementales: con la inversión energética de entrada y con el resultado energético al final, que es el análisis que propone la economía ecológica. ¿Cuánta es la cantidad de energía que se invierte para producir una tonelada de trigo, y al final en términos energéticos cuanto representa esa tonelada? Quienes han estudiado el fenómeno concluyen que ya se está casi equiparando, que hay que invertir tanta energía para producir esa tonelada de trigo, como la que aparece expresada en la tonelada final de trigo. Como quien dice,  energéticamente hablando, es una agricultura absolutamente improductiva –si pudiéramos utilizar el término en este ámbito- e ineficaz. Pero claro, como la lógica que se ha impuesto es la de una agricultura con una fuerte inversión en derivados del petróleo, eso no importa, porque se supone que se va tener petróleo por siempre. Aquí hay un problema estructural, puesto que se está hablando de una crisis alimenticia, que está relacionada con la crisis energética, que es, a mi modo de ver, el elemento central que explica esta crisis civilizatoria. ¿Y por qué decimos que es el elemento central? Porque se ha construido un tipo de capitalismo que se basa en la explotación intensiva de energías fósiles, y principalmente de petróleo, algunos hablan de un tipo de capitalismo petrolífero, que ha existido en el último siglo y que ha posibilitado todo lo que nosotros conocemos en la civilización moderna: grandes ciudades con sus rascacielos, autopistas, automóviles… Todo eso está relacionado con esa fuente energética, que también soporta una crisis terminal. Por eso, yo creo que el eje explicativo de la crisis está ahí. Algunos dirían que esta es una postura típica de un determinismo energético, pero la cuestión estriba en que cualquier sistema sólo puede funcionar con energía, como lo ha demostrado la termodinámica. No puede haber móviles que funcionen sin energía, como dirían los teóricos de la termodinámica. Este es un aspecto fundamental, al cual le huyen la mayor parte de los analistas y de los economistas, en virtud de que predomina una mirada mágica del asunto, Yo me rio cuando leo análisis, incluso de economistas de izquierda, que no tienen en cuenta la disposición energética. Más o menos, sin caricaturizar, se supone que un determinado patrón energético intensivo en petróleo, como el que hoy existe, puede sustituirse fácilmente, casi por decreto, por otro patrón energético y las cosas seguirán siendo como hoy las conocemos. Esa sí es una mirada absolutamente lunática, demencial, y yo diría que suicida, sin nexos con la realidad.

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