lunes, 3 de octubre de 2011

Contra la reforma constitucional ¡referéndum ya!

Por el Estado social y la democracia. Fiesta PCE 2011. 

Contra la reforma constitucional ¡referéndum ya! 

Presenta:

  • Isabel Salud (Comisión Permanente del PCE)

Intervienen:

  • Agustín Moreno (Prof. IES, Lic. en Historia)

  • Julio Anguita (Ex Secretario General del PCE, Ex Coordinador de IU)

  • Cayo Lara (Coordinador General de IU), José Luis Centella (Secretario General del PCE)




Ponte cómodo. Dura hora y cuarto. Pero se oyen palabras viejas...
Aguzad las orejas.

El melanoma del modelo inmobiliario español

Reseña del libro "El modelo inmobiliario español y su culminación en el caso valenciano" 

Salvador López Arnal. El Viejo Topo


lasprovincias.es












¿Cómo es posible que el urbanismo salvaje, por decirlo corto y de forma suave, que recorrió nuestra geografía, especialmente en los alrededores de nuestras grandes metrópolis, durante el franquismo volviera a actuar impunemente y con fuerzas renovadas, de viejas y nuevas familias, durante lo que llamamos generosamente democracia demediada? ¿Cómo es que este modelo ha imperado casi por toda la geografía hispánica saltándose barreas autonómicas, nacionales y culturales y la descentralización de competencias en materia urbanística? ¿Cuál es la naturaleza esencial, el kernel, del modelo inmobiliario español? ¿Existe alguna relación entre el modelo y la burbuja especulativa inconmensurable en la que estuvimos y seguimos inmersos? ¿Cómo es que la adhesión a la UE, los avances democráticos conseguidos, no han podido culminar un modelo alternativo al levantado con clara intencionalidad de sumisión ciudadana por el franquismo? ¿Por qué tantos y tantos ciudadanos, nacionales y no nacionales, se ha precipitado por el abismo del gasto, la hipoteca y la dependencia por décadas, como ya diseñara en 1957 el arquitecto falangista José Luis de Arrese, el primer ministro franquista de la Vivienda? ¿Cómo ha sido posible que megaproyectos urbanos y operaciones inmobiliarias de dudoso origen que levantaron razonables protestas ciudadanas durante el franquismo colaran durante la democracia demediada monárquica revestidos de impunidad legal y de “buen hacer político y empresarial” y sin excesiva respuesta popular? ¿Cómo es posible que durante esta democracia fruto de la Inmaculada transición se produjeran cambios fuertemente consensuados en el marco institucional que permitieran “ordenar el territorio y el medio urbano a golpe de recalificaciones o reclasificaciones de suelo y “operaciones” acordadas por un neocaciquismo local y regional emergente” (p. 14), totalmente al margen, claro está, del planeamiento general y los intereses de la ciudadanía? ¿Por qué España en el país de la UE con menor porcentaje de viviendas de alquiler? ¿De dónde ha surgido el inmenso poder del lobby inmobiliario-constructivo de nuestro país? ¿Por qué España vivió el último boom inmobiliario con mucho mayor intensidad que los otros países europeos? ¿Por qué este boom alcanzó en España una intensidad y duración casi sin precedentes inflando una burbuja especulativa de proporciones inconmensurables cuyo pinchazo ha originado una de las crisis más abisales de la historia del capitalismo? ¿Era inevitable esta patología del crecimiento que ha forzado la expansión de los procesos de urbanización y sus servidumbres territoriales a ritmos muy superiores a los del crecimiento de la población y a sus rentas disponibles? ¿Qué hizo que España fuera líder europeo en construcción de viviendas y en consumo de cemento, superando ampliamente a países que, como Francia o Alemania, contaba con mayores poblaciones y territorios más amplios? ¿Cómo fue posible que entre 2003 y 2005, los años centrales del boom inmobiliario, el número de viviendas construidas en España superase la suma de las realizadas, durante el mismo periodo, en Reino Unido, Alemania y Francia? ¿Cómo es posible que España sea actualmente el país con más viviendas por habitante de la UE? ¿Qué cultura, qué valores, qué sentido de la vida arraigó fuertemente entre la ciudadanía española, y especialmente y aunque no sólo entre sus clases dirigentes, para que un boom inflado y artificial de estas características desolara nuestra geografía con esa enorme fuerza y esa supuesta “naturalidad”? ¿De dónde la extendida autocomplacencia que se extendió por el páramo hispánico? ¿No hay alternativas, no existen otros modelos de orden territorial, urbano y constructivo? ¿Cabe pensar algo alternativo en estos momentos de resaca? ¿Volverá todo, tras años de sosiego, a ser como siempre ha sido: todo por la pasta y el último, que es el tonto y confiado, que apague la luz? ¿Qué significado y daño ecológico tiene que España llegase a ser el quinto país del mundo en consumo de cemento? ¿Es exagerado afirmar que España ha sufrido un tsunami inmobiliario nunca anunciado ni corregido? ¿Qué pensar de casos como el de David Taguas, que pasó de ser jefe del gabinete económico de Rodríguez Zapatero a presidir, por elección empresarial, la patronal de las grandes constructoras, la Seopan, cuya conexión con los poderes económicos imperantes durante el franquismo no ofrece ningún atisbo de duda? ¿Cómo se podrán reconvertir y reutilizar los excesivos stocks de suelo, infraestructuras y viviendas y paliar la carga de la excesiva deuda acumulada? ¿Quiénes tomarán nota de que sufrimos las graves y enormes consecuencias de un modelo inmobiliario agotado que en absoluto permite resolver estos problemas y exige a gritos su reconversación? ¿Por qué, políticamente, las consecuencias de este crecimiento económico, con los inimaginables beneficios empresariales anexos, que no ha supuesto realmente mejoras en la calidad de vida de la población, tendrán que pagarlas la ciudadanía en su conjunto? ¿España ha sido una Marbella extendida todo el territorio? ¿Se ha salvado alguien de este aquelarre inmobiliario y financiero?

Estos son algunos de los interrogantes a los que José Manuel Naredo y Antonio Montiel Márquez responden en su ensayo sobre el modelo inmobiliario español. Con sus propias palabras, “en el texto que sigue se matiza la evolución del modelo inmobiliario español, se indican sus implicaciones económicas, sociales y ecológicas, sus consecuencias sobre el territorio, el urbanismo y la construcción” (p. 15) y se reflexiona sobre las posibles alternativas, “antes de recaer en el análisis más pormenorizado del marco social-institucional que facilitó el desarrollo ejemplar de este modelo en el caso valenciano, al que se dedica la segunda parte del libro”. Esta segunda –“El modelo inmobiliario valenciano. Marco institucional, actores, resultados y perspectivas”- es la parte que ha sido escrita por Antonio Montiel Márquez. La primera –“El modelo inmobiliario español y sus consecuencias”- lleva la firma de José Manuel Naredo. Ambas secciones se complementan consistentemente y lo único que aquí cabe apuntar es que su lectura no decepcionará al lector, ni siquiera al lector más informado. Leamos, tomemos nota y aprendamos, y, si podemos, coligamos las conclusiones políticas de esta abismal desolación nacional cuyos contornos no están aún del todo delimitados. Ha habido miseria pero no ha habido ninguna grandeza en esta apuesta infame que ha corrompido hasta el tuétano a sectores en absoluto minoritarios del cuerpo social español.

La analogía que establece Naredo, tomando pie en W.M. Hern, entre un melanoma y la conurbación difusa dice más que mil capítulos con imágenes sustantivas: 
  1. Crecimiento rápido e incontrolado. Desarrollo urbano movido por afán de lucro ilimitado.
  2. Metástasis en diferentes lugares. La conurbación difusa envía trozos de ciudad a puntos alejados.  
  3. Indiferenciación de las células malignas. El estilo universal unifica las tipologías constructivas.  
  4. Destruye los tejidos adyacentes. El estilo universal y la conurbación difusa destruyen el entorno territorial y urbano.
Los cuatro años transcurridos desde que, a partir de abril de 2007, empezaron a caer los precios en los anuncios de venta de viviendas, ha escrito uno de los autores del ensayo (JMN), inducen a reflexionar sobre la duración y las consecuencias de un ajuste que no termina de producirse. En este primer trimestre de 2011, los precios de la vivienda (de anuncios y tasaciones) han acelerado su caída, a la vez que sigue disminuyendo el empleo en la construcción. El ajuste, en buena lógica, tendría que dar salida al enorme stock actual de viviendas en busca de comprador: si a las viviendas nuevas y usadas en venta se añaden, observa JMN, “aquellas otras en construcción y en proyecto, este stock supera largamente los dos millones”. La desmesurada oferta se topa hoy con una escuálida demanda: el componente especulativo y turístico se ha desinflado con la crisis junto a las extendidas expectativas de revalorización. La demanda efectiva de vivienda de los hogares españoles, los más endeudados de la UE como es sabido, acusa tanto el declive de la población inmigrante como el de los nuevos demandantes, castigados por el paro, los bajos salarios, la precariedad, y los recortes sociales y salariales. En este contexto, comenta finalmente JMN, observamos la insólita actuación de un ministro de Fomento que dice ser socialista y que, en vez de aprovechar la ocasión para reconstruir el casi desaparecido stock de vivienda social, viajará por el mundo como un comercial a sueldo ofreciendo viviendas a “inversores” de lejanos países. ¿Cómo cabe interpretar así en alguien que es, además, vicesecretario general o afín del PSOE? Esta es otra de las preguntas que cabe añadir a la batería de interrogantes con los que hemos abierto.

Me olvidaba: si en 1950 el 50% del stock de viviendas estaba en régimen de alquiler, en 2001 la cifra se redujo a un 11%. No es improbable a fecha de hoy la cifra sea aún menor. Este decrecimiento dice mucho también de la historia de nuestro insostenible país. 

Lo público

Clamorosa la ceguera de los que ven caer con satisfacción los derechos de otros, en lugar de reclamarlos para sí y para todos.

Piensa, honrado pueblo, piensa. Con tu propia cabeza. ¿Para qué demonios quieren esos cuervos más productividad en un momento de crisis de sobreproducción y además tomando medidas que necesariamente reducen el consumo? Mayor jornada laboral y retraso en la jubilación, ¿disminuirán las cifras del paro? Dicen que sí, porque con esos incentivos "se crearán nuevas empresas". ¿Para producir qué? ¿consoladores de oro para sus orgías? (Me callo: más vale no darles ideas).

Exijamos para todos esos derechos elementales que, todavía, disfrutan los funcionarios. No son privilegios.

Pedro Pascual Paredes Rivas, aquí y en rebelión.org



















El reproche, cuando no crítica feroz, hacia lo trabajadores públicos proviene de dos lados – aunque mas bien es uno solo que desarrolla su camino de arriba a abajo-; por una parte están la banca y la patronal – Emilio Botín, Francisco Gonzalez, Rodrigo Rato, Fernández Ordóñez, Juan Rosell – que una y otra vez, día a día, sin descanso, proclaman los parabienes de lo privado, de la iniciativa privada, de su beneficiosa competitividad, de la libertad que genera. Y por otro lado los asalariados que no son trabajadores públicos – desempleados, becarios, personal temporal o indefinido (según la RAE su significado es: Que no tiene término señalado o conocido).
 
Son los primeros los que a través de sus medios de comunicación – los cuales tienen voz y boca por medio de periodistas que aun careciendo de carnet de militancia son fieles y leales al amo que les da de comer, importándoles poco el significado o las consecuencias de las proclamas vertidas en la radio, televisión, periódico o internet- generan una conciencia de reproche, cuando no enfado e ira, hacia los funcionarios, pregonando por doquier la perdida de dinero de lo público y su incapacidad de gestionarlo de manera adecuada – que siempre es la realizada en lo privado-, así como la vagancia de los trabajadores públicos, y todo ello, “¡Con mi dinero!”

Veamos cuales son estas críticas hacia lo público, porque molesta tanto al empresario como al desempleado, empezando primero por las razones que puede esgrimir este último – y también el primero-:

El funcionario tiene un trabajo estable, “para todo la vida” – y yo soy un desempleado o un mísero becario con un exiguo sueldo y muchas horas de trabajo, al igual que el temporal, pero en este caso, una semana en un sitio, un mes en otro, dos meses en el paro, tres días en otro trabajo y así gran parte de la juventud y de la vida-, realiza un numero fijo de horas, que pueden ir desde las 35 horas semanales a las 38 – mientras yo trabajo 40 o 44 además de las horas extras que son voluntarias, entendiendo por este termino si uno tiene voluntad de seguir trabajando al día siguiente, sin olvidar que sin ese dinero extra, gracias a trabajar mas de 48 horas semanales, no podría sobrevivir-, no dependen de la producción – no les despiden si un enfermo se muere, sin en una clase la mayoría de alumnos suspenden, si un incendio tarda en apagarse, mientras que a mí, si no consigo hacer mi trabajo en el tiempo estimado me despiden, si no consigo colocar los tornillos que llegan de la cadena en sus cajas en el tiempo calculado me despiden-, si están enfermos no tiene problema en coger la baja – y yo si lo hago me despiden, lo cual hace que vaya al tajo con 39º de temperatura y si me rompo la pierna o me corto un brazo haré como los deportistas de élite, lograr una recuperación “milagrosa”, sin olvidar que nunca gano el 100%, no como los funcionarios, que sin trabajar, por estar enfermos o incluso por estar embarazas o tener un hijo, ¡ganan lo mismo desde el primer día!-, tienen unas vacaciones de 30 o 60 días- mientras el indefinido solo puede disfrutar de 15 días y los otros 15 son pagados y el temporal no las disfruta pues apenas consigue trabajar nunca un año en una misma empresa-. Incluso los feroces reproches se dirigen a aspectos mas mundanos – hecho por el cual la empresa privada las prohíbe y les parece inadmisible-, el trabajador público puede fumar varias veces a lo largo de su jornada o tomar café tranquilamente un par de veces o charlar tranquilamente unos minutos con sus compañeros o ir al baño siempre que tenga necesidad o llamar a su casa o la guardería varias veces porque su hijo o marido está enfermo o incluso llamar a este para decir, “Te quiero.”

¿Pero por qué estas críticas de unos- y también de los otros? Pues sencillamente porque jode el no disponer de… y en la palabra a usar viene el problema y la equivocación. Todo aquello por lo que el trabajador de la entidad privada se queja al no poder disfrutar y sí el trabajador de lo público no son Privilegios sino Derechos, derechos obtenidos por la lucha obrera – y sindical. El grave problema es que esos derechos que debían de ser para todos los trabajadores solo recaen en los que trabajan para el Estado. ¿Pero entonces no será que la gran gestión de lo privado es debido a no cumplir los derechos que debían ser básicos para los trabajadores? ¿Qué responderá un trabajador al que se le pregunte “¿Usted que prefiere: trabajar para lo público o lo privado?” Y responderá que en lo publico y la razón es porque en lo publico es donde aún se mantiene la obligación de cumplir los derechos laborales, donde aún se ve al trabajador como persona y no como mercancía, donde no todo es producir cuanto mas rápido y en menos tiempo, donde el sueldo no depende de la productividad y da para vivir.

Por su parte, la banca y la patronal critican al sector público – además de por las anteriores razones- por ser poco competitivas y eficientes, así como ser demasiadas rígidas y derrochadoras. Para ellos el sector público es poco competitivo a causa de que los trabajadores mantienen unos derechos del siglo pasado que no tienen cabida en el nuevo siglo, pues ellos ocasionan que se pierda dinero y tiempo en producir, lo cual influye en el crecimiento económico- ¿En el crecimiento económico de quién, del Estado o de las multinacionales?- Y es qué – según su opinión- el sector público no sabe producir ni ahorrar – debemos de ser conscientes de que la patronal ha realizado un nuevo descubrimiento: sacar dinero de la educación y de la sanidad, el libre comercio ha empezado a instalarse en los colegios y universidades públicas y en los hospitales públicos. Si la salud y la enseñanza puede proporcionar beneficios económicos, los otros beneficios poco importan ya. Es claro y meridiano que si el sector público trabajase igual que el sector privado la rentabilidad económica sería mejor pero todo ello gracias a perder los derechos obtenidos y en este caso ya no hablo solo de los laborales, sino del derecho a la educación y sanidad gratuita, universal y equitativa.

Es por todo ello por lo que debemos preguntarnos a quién beneficia que lo público se privatice. ¿A caso los beneficios económicos de una mejor gestión regresarán al Estado? ¿Acaso eso ha ocurrido con los millonarios beneficios de las empresas antes públicas y ahora – compradas a precio de coste, como ahora ocurre con las cajas- privadas? El beneficio obtenido de lo privado solo recaé en lo privado, en las pocas manos que poseen la tela de araña de lo privado, en fin, en : Emilio Botín, Francisco Gonzalez, Rodrigo Rato, Fernández Ordóñez, Juan Rosell y sus secuaces -incluyendo los políticos jubilados de lo público que los acompañan y piden su recompensa. El beneficio de la Economía privada esta reñida con la Economía pública.

En la década pasada el gobierno de Bush en EE.UU desmontó los servicios públicos en manos privadas bajo el siguiente concepto: “El gobierno no está obligado a dar servicios, sino a garantizar que los servicios se den.”, y este pensamiento ya se ha empezado a escuchar en distintas voces en Europa y en el reino de españa y es el camino que preparan la patronal y la banca, pue la externalización de los servicios dará confianza a los mercados y la famosa deuda bajará, lo cual como se ha proclamado con la reforma constitucional es lo primero, lo mas importante. Pero con ello, con la desaparición de lo publico, a la vez que baja la deuda – y aumenta la Economía de lo privado- también bajá el bienestar de lo público, del ciudadano, pues los ejemplos donde la educación y la sanidad son privados lo demuestran – mayores de tasas de analfabetismo y de mortalidad de enfermedades prevenibles. Además con la desaparición de lo público desaparecerán los derechos laborales que ahora solo retiene el sector público. Es vital que la educación y la sanidad sean públicas – con trabajadores públicos- pero también la recuperación para lo público de otros sectores pues solo el trabajador público dispone de derechos y no es tratado como una mercancía.

Los reproches no son gratuitos, pues unos – la banca y la patronal- lo hacen para aumentar su campo de acción y con ello sus beneficios y los otros – los trabajadores- por confundir privilegios con derechos, puesto que así han de ser si ellos no los poseen. Por todo ello se ha de impedir que se comercialice lo público así como recuperar aquellos sectores que nunca debieron de ser privados, los cuales han logrado grandes beneficios económicos a costa de merma en el servicio hacia el ciudadano como en los derechos de los trabajadores. Y por otro lado, todos los trabajadores han de tener los mismos derechos, incluso el de la pereza.