miércoles, 6 de abril de 2011

Nuestros zapatos son nuestros...


Esta fue una carta dirigida, hace ocho años, a los votantes de la ciudad de Pontevedra. Encabezaba yo entonces la lista para las elecciones municipales.
Ahora vuelve a haber elecciones municipales. Ahora no soy el primero de la misma lista. Personas jóvenes y capaces me preceden.
Tampoco gobiernan las mismas  caras en Madrid, ni en Santiago.
El zapatero a que aludía Fraga no era el de ahora (¿qué zapatos se calzará, como recompensa por los servicios prestados, este Zapatero, que no zapatista, cuando deje el cargo?), pero la idea fraguiano-tecnocrática a rebatir sí: porque nuestros zapatos son todos los temas que nos afectan, es decir, todos los temas.
Resulta cómodo delegar. Que otros nos muelan el trigo. Pero son infinitas las ocasiones en que comprobamos los daños que se derivan al dejar la gestión de lo público en manos de los especialistas. Ejemplos oportunos al canto, véase el daño que han causado los "especialistas" en finanzas o en energía nuclear...

Seguimos aguardando una democracia participativa.

Pontevedra, mi ciudad...

Querido conciudadano:
Estas elecciones van a ser algo más que una reválida o un recambio de alcaldes y concejales. Los más recientes hechos han descubierto la cara más fea del partido que nos gobierna en España y en Galicia. Las venideras elecciones municipales van a ser la primera ocasión en que ese Partido Impopular se presenta a examen, es de suponer que se verá castigado.

El desastre del Prestige dejó claro como causas en apariencia independientes de nosotros, por lejanas, han producido efectos bien cercanos. Una engañosa lejanía no puede hacernos indiferentes a las cosas. Eso es lo que suelen querer quienes ejercen el poder: prefieren que los ciudadanos se mantengan ajenos de la gestión de los asuntos públicos, dejándolas en sus manos, supuestamente expertas. “Zapatero a tus zapatos: la política es para los políticos y el teatro para los cómicos”, tronó Fraga no hace mucho, considerando el compromiso de los actores como una intromisión en su coto cerrado.

A ambas cosas hay que responder. Y no se trata de dos cuestiones independientes. A problemas globales hay que buscar soluciones también globales, que empiezan a resolverse en lo local. Y a problemas de todos, soluciones entre todos.

Las cuestiones que se plantean en los municipios son las más próximas a los ciudadanos; para empezar a resolverlas es importante llevar buenos gestores a los ayuntamientos, y debemos suponer que el elector votará a personas en cuya eficacia y honestidad confía. Pero los ciudadanos no deben tan sólo delegar en esos gestores mediante un cheque en blanco para que hagan de su capa un sayo durante cuatro años. Aún suponiendo la mejor voluntad en la autoridad o en el técnico, puede que éstos ignoren o subestimen aspectos que aprecian mejor los que sufren directamente los problemas. Por no referirnos a aquellos casos, que por pocos que sean siempre serán demasiados, de actuaciones poco honestas.

Defendamos lo público, lo que es de todos. Lo público es lo compartido, lo de interés general, aquello que nos puede unir en una actuación común. Como partícipes de lo que es de justo disfrute colectivo, somos todos bastante equivalentes, y si bien se mira (magnates aparte) es mucho lo que podemos disfrutar únicamente porque lo compartimos.

En nuestro municipio, las sucesivas corporaciones, desde siempre, se han limitado a dar cauce a diversas iniciativas particulares, de ordinario nada desinteresadas, pero nunca han tomado ellas mismas el impulso y la dirección del proceso, encaminando el futuro en una dirección conscientemente elegida; y que debe ser elegida con la participación consciente y armonizada de los diversos sectores ciudadanos.

La labor gestora requiere en primer lugar saber hacia donde se quiere ir, para planificar luego las actuaciones, resolviendo los conflictos entre intereses contrapuestos, que deben ser armonizados; establecer prioridades a través de análisis globales, lo que se traducirá en la optimización de los medios; hacer acopio de recursos, teniendo en cuenta no sólo los disponibles inmediatamente, sino también los potenciales. Todo ello permitirá poner en marcha capacidades técnicas y políticas que seguramente son mayores de lo que creemos, si están bien dirigidas.

Y la buena dirección es posible si se potencia la democracia participativa, frente a la únicamente representativa. El mejor banco de pruebas para esto es el municipio, entidad en que es más fácil ejercer la democracia directa. Una buena política de información al ciudadano es ya profundamente democrática, porque facilitará la formación de opiniones libres y bien fundadas. Pero no sólo es importante informar bien y lealmente: hay que fomentar la producción y recogida de iniciativas populares en los más diversos campos, estudiarlas, para armonizarlas y darles forma, hasta que se transformen en posibilidades reales. Todo esto es ya un proceso de toma de decisión colectiva, el que constituye la esencia de la verdadera democracia. 

La presencia de Esquerda Unida–Izquierda Unida en nuestro municipio hará, como ya ocurre en tantos ayuntamientos, que la corporación no pueda “mirar para otro lado” ante los problemas reales de nuestra ciudad y su entorno.

Pero la capacidad para hacer posible esa democracia verdadera, la fuerza necesaria, no la tendrá nadie si no es asumida mayoritariamente por los ciudadanos.

Juan José Guirado Fernández
Candidato a la Alcaldía por Esquerda Unida – Izquierda Unida

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