miércoles, 23 de marzo de 2011

Riesgos asumibles

Samuel, en Quilombo.

Fotografía de la la serie "Killing time", de Daniela Edburg.


 














Comienza así, y yo remacho cosas que ya sabemos:

Existe una lógica detrás de los argumentos a favor del uso de la energía nuclear. Cuando sus partidarios insisten en considerar los riesgos que entraña como asumibles lo hacen porque parten de un marco epistémico específico, el de la racionalidad económica y tecno-científica asociada al capitalismo industrial. La acumulación de capital necesita un suministro estable y creciente de grandes cantidades de energía: de energía humana, en forma de trabajo humano, pero también la que proviene de otras fuentes de energía primaria (combustibles fósiles, la energía nuclear o las llamadas energías renovables). En este marco pueden asumirse las externalidades negativas porque no se contabilizan todos los costes en los balances de las empresas sino que se soslayan o se socializan. Así, el riesgo de accidentes nucleares se vuelve aceptable desde el momento en que no supera un determinado nivel, ese a partir del cual se bloquea la producción social y el crecimiento económico. Poco importa que las consecuencias sean catastróficas desde cualquier otro punto de vista, especialmente en ese tiempo largo que no existe para los economistas: ¿que son medio millón o un millón de posibles afectados por fugas radioactivas, si la propia ciencia permite convivir con enfermedades como el cáncer? ¿Qué importa que en las minas haya regularmente vertidos de uranio que contaminan ríos y napas freáticas si, al contrario que los vertidos de petróleo, no se ven o afectan a poblaciones prescindibles?

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