lunes, 7 de marzo de 2011

Para iniciar un curso de formación

¿Formación... en qué área?

Pues casi da lo mismo. Las ideas que se exponían al comienzo de aquella sesión de formación política y sindical son aplicables a la formación del profesorado, o a la educación cívica, la preparación cultural...

Bastaría que fuera formación humana. Con-formar personas a las que los árboles no impidan ver el bosque; pero a las que ese bosque permita ver los árboles.


Quiero destacar dos puntos:
  • Necesidad de revalorizar la formación. Los trabajadores, sindicalistas, militantes del movimiento obrero de hace décadas tenían una visión del mundo, de la historia y de la realidad en que vivían mucho más completa y acertada que la de hoy día. Ahora muchas veces ese nivel no lo alcanzan ni siquiera personas que ocupan puestos de responsabilidad. Aunque parece que los niveles alcanzados en cualquier materia son logros para la eternidad, es muy fácil perder lo que se daba por seguro e irrenunciable (ver los retrocesos laborales y salariales). Lo mismo pasa con el conocimiento: lo que se sabía deja de saberse, y peor aún, se da por supuesto que se sigue sabiendo lo que se ha olvidado. En este sentido, como en otras cosas, no avanzar es retroceder. Sin entrar a fondo en las causas, basta señalar que el ruido que actualmente pasa por información lo inunda todo, y oculta lo verdaderamente importante y formativo; y los reclamos que distraen la atención en el poco tiempo libre de que se dispone hacen más duro dedicarlo a la reflexión, la lectura y el estudio.
  • Oportunidad de un rearme ideológico. Hace años, el pensamiento hegemónico, al menos en las capas medianamente ilustradas, era básicamente de izquierdas. Ahora, aunque mucha mercancía averiada pasa por tal, la ideología que domina es claramente de derechas. Tras el desastre del socialismo real, parece a muchos que el pensamiento socialista y marxista es algo fracasado, que el único futuro posible es liberal y capitalista. Craso error, porque lo que fracasó en aquel proyecto socialista fue precisamente lo que tenía de común con los modelos del capitalismo: productivismo, desarrollismo a ultranza, ignorancia de los límites del crecimiento, desprecio por el medio natural, déficit de auténtica participación democrática... De todos estos males está muriendo el modo de producción capitalista, y con su caída puede arrastrarnos a todos. Nunca fue tan cierto el grito socialismo o barbarie. En un mundo finito es imposible el crecimiento infinito, y sin crecimiento no hay reproducción ampliada del capital, y por lo tanto capitalismo. La alternativa es necesariamente producir otras cosas y de otro modo. El enroque del capital en estas situaciones de crisis, para enfrentarse a las revoluciones, es el fascismo. Hoy la disyuntiva es comunismo o fascismo. Justo cuando tantos piensan que el marxismo es cosa del pasado, el famoso espectro se agiganta para quien se atreva a verlo. Los interesados en combatirnos saben muy bien que estamos vivos, que tenemos futuro, pero sustituyen la lucha de otros tiempos por el ninguneo, siguiendo el lema de que sólo existe aquello de lo que se habla. La omnipresente publicidad ha creado un mundo falso que no deja ver el real.
Julio de 2007 

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